Cuando llegaba el mes de julio se celebraba la feria del campo en Peralares. Los pueblos cercanos como la Mambrilla, la Soleada y Valderrocas participaban con un stand mostrando sus productos agrícolas y celebrando una fiesta a la que invitaban a los alcaldes y autoridades provinciales y de la capital Villa Ducal. Con tal motivo, el alcalde propuso que un grupo folklórico compuesto por chicas jóvenes del pueblo bailaran unas jotas manchegas vestidas con el traje popular ricamente adornado y ofrecer vino, queso, y dulces típicos del pueblo para agasajar a dichas autoridades y demás invitados. Para lo cual era necesario que ensayaran acompañadas por dos guitarristas, un cantaor y un instructor de baile. Se eligió el antiguo local de la sindical que había albergado la Falange y comenzaron los ensayos. La noticia llegó a oídos de Florián y los demás muchachos y se presentaron en el local ávidos de verles las piernas a las muchachas cuando estas daban giros y volantines cada dos por tres, al tiempo que hacían comentarios subidos de tono.