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Capítulo 20. Las actuaciones. "No es más tonto porque no se entrena"

En medio de la desolación por la muerte de Pancho aconteció que los organizadores de la “Fiesta en el aire” de acción católica le pidieron a Antonio que colaborara con ellos presentando el acto y tras dudarlo accedió. Aquel gesto fue valorado por D. Diego que lo ponderó en la homilía de la iglesia, elogiando su gesto altruista. La intervención de Antonio se ciñó a la presentación de cada uno de los intervinientes de forma laudatoria siendo muy aplaudido. Días más tarde llegó al pueblo un circo de gitanos llamado “Rumanía” que atrajo la atención de la gente ávida de entretenimiento. Koque, amigo de Antonio y muy aficionado a la guitarra y componente de la Tuna del pueblo, le pidió a este intentar actuar en el circo, para lo cual fueron a entrevistarse con los zíngaros y a estos les cayeron en gracia las ocurrencias de Antonio y les permitieron actuar con una advertencia.

“Si el público os tira tomates u otras cosas, nosotros no nos hacemos responsables”. Aquella noche actuaron. Primeramente salió el presentador con una chaqueta muy gastada y empezó a enumerar los muy distantes países y ciudades en los que habían actuado, como Polonia, Hungría, Francia… Luego salieron dos payasos con grandes narizotas llamados “Toplete” y “Guardoni”, que se embadurnaban de harina y hacían reír al público con desmayadas gracias. Posteriormente sacaban un burro que tenía que adivinar a que espectador le gustaba más el vino, entre las risas de los presentes. Por fin salió Antonio y se puso a cantar versiones suyas de canciones conocidas, acompañado por Koque.

“El emigrante”

“Tengo que hacerte un cepillo con pelos de jabalí, pa’ que te laves los dientes con gaseosa y con fliz.

Para tus piernas divinas, unas medias te compraré, y una esponja para la cara que casi no se te ve.

Cuando salí de Marruecos, volví la cara riendo porque pasé la aduana con mil cajas de mecheros.

Llevaba por compañera mis cuerdas y mi guitarra y una esperanza muy grande de vivir siempre en España.

Yo soy un pobre emigrante que vine a esta tierra extraña, más despistao que un camello dentro de una farmacia, con mis cuerdas y mi guitarra y estas ganas de reír, yo me vine pronto a España y ahora vivo en Madrid”

 La gente aplaudió y rió sin parar y Antonio crecido contó algunos chistes comprometidos.

 “Estaban reunidos Franco y Bahamontes y Franco le dice, Tú y yo debemos ser parientes por el parecido de los apellidos” a lo que Bahamontes responde, “Con una diferencia, que yo soy “el águila de Toledo” y usted “el mochuelo del Pardo”

 Y venga a reír el público. Siguió Antonio con los chistes.

 “Se muere Pio XII y llega al cielo. San Pedro le pregunta ¿Quién eres? Soy Pio, Pio”. Y San Pedro le contesta “Anda para abajo pajarraco”

 Las carcajadas retumbaban y pasó a cantar otra canción.

 

 “Si vas a Calatayud”

“Por ser amiga de mi tío Paco, yo me enteré de lo que ocurrió, en juergas se vio la Dolores, ya como una coliflor.

Una coplita que andaba en pijama trajo la infamia de una mujer, y aquel hombre de aquella maña, maña se dio pa’ comer.

La Dolores de la copla, me dijo mi padre un día, fue alegre hijo mío, fue buena, pero sin trabajar comía.

Si vas a Calatayud, no preguntes por Dolores, que una copla la mató de vergüenza y sofocones, es que te lo digo yo, que soy el hijo de la muerta.

Si vas a Calatayud pregunta por la María, que un tendero la mató de tanto que le debía. Es que te lo digo yo, que soy de la raza calé”

El circo se caía de aplausos y risas enfervorecidas. La empresa les pidió que actuaran otros días.  Al día siguiente cantó Antonio unas canciones de Emilio el Moro.

 

“Yo no soy ese”

“Yo no soy ese que tú te imaginas, yo soy un morito tranquilo y tontuno que vende relojes y pinchos morunos, ese sí, no, ese si soy yo.

Yo no soy ese que tú te creías aquel Juan Palomo que robó tu enagua y escondió la liga bajo la chilaba, ese no, si, ese no soy yo.

No podrás tu decir jamás que yo he robado pues por Alá que te daré dos puñalás.

Si buscas un ligue yo ya no soy ese que se acobarda frente a una borracha, que amarrao a una soga canta por la playa, ese no, si, ese si soy yo.

Pero si buscas tan solo aventuras avisa a los bomberos si se quema tu casa, yo no soy ese que va a por el agua, piénsalo ya, si, no.

Yo no soy ese que tú te imaginas, yo soy un machote y no una gallina, y si me abandonas te dejo pelona, ese no, si, no, ese si soy yo, ese moro si soy yo.”  

 El público seguía entusiasmado y pasó a cantar la siguiente canción.

 

“Mi carro”

“Mi suegra me la robaron estando de romería, entre cuatro la amarraron porque la fiera dormía.

Dónde estará mi suegra, dónde estará mi suegra. 

Me dicen que le quitaron los dientes mientras dormía, creyendo que eran de lobo de largos que los tenía.

Donde estará mi suegra, quien se llevó mi suegra.

Donde quiera que esté, hay que amarrarla, que no está vacuná contra la rabia, si la llego a encontrar, Dios no lo quiera, que le pongo un bozal y a la perrera.

Me dicen por los caminos y hablando con los loqueros, que tengo sobre mi cara grabados sus cinco dedos.

Donde estará mi suegra, quien se llevó mi suegra, que le ponga una camisa, una camisa de fuerza.

En cazarla gasté yo una fortuna, porque tiene los pies de una gatuna, preguntando busqué como un demonio y por fin la encontré en un manicomio”

El circo se venía abajo por los aplausos.  Seguidamente se organizó un concurso de cante flamenco entre los aficionados presentes, con numerosa participación que terminó ganando Antonio. El premio era de veinticinco pesetas y llevado de su generosidad renunció a ellas ante la sorpresa de los cantantes, el público y los zíngaros del circo. Algunos del pueblo sin comprenderlo y llenos de envidia decían “Antonio no es más tonto porque no se entrena”.


Antonio Morales, Rija

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