Cameras seguía con el programa del bachillerato nocturno de Radio Nacional, que grababa en casa de Arboleda para estudiarlo y ponérselo posteriormente a los chicos de las escuelas. Su inquietud no descansaba y Antonio se unía a él muchas noches junto al propio Arboleda, pasando unas noches agradables al tiempo que provechosas. En las vacaciones de navidad dejó de emitirse el programa temporalmente, pero acostumbrados a reunirse, decidieron aprovechar para grabar con el magnetofón algo de su invención. Alguna de las cintas que grabaron resultó entretenida y decidieron enviarla al programa nocturno de Radio Zaragoza que dirigía el locutor deportivo Paco Ortiz, que casualmente era natural de Valderrocas. La cinta decía así:
“Aquí radio Membrillares, la voz del Revuelo. Emitimos desde el ayuntamiento. Todos contentos. Transmitimos para ustedes seguidamente un boletín de noticias: Según nos informa nuestra corresponsal “la gordita”, el cuarto de la “hermana Adela” ha sido invadido por una plaga de mosquitos. La pobre anciana intentó defenderse a brochazos, siendo ayudada, por “el hermano Canelo”, el municipal, que pasaba en aquellos momentos por el lugar, el cual, haciendo uso de un valor a prueba de frigorífico (sangre fría) logró de dos zarpazos, dar con los mosquitos por tierra y paredes. “La hermana Adela” tuvo que ser asistida en casa de don Claudio de contusiones en el morrillo y herida contusa en la parte del ombligo, pronóstico leve, pasando posteriormente a su domicilio. Choque de dos afilaores en los desmontes: “El hermano Navajicas” que venía a mediana velocidad a la altura de las obras de la cooperativa nueva, tuvo una violenta colisión con el carrillo de igual peso y medida, conducido por “el Enclenque”, afilaor domiciliado en el pueblo de La Soleada en la calle del “Esnuco” nº 7, que a consecuencia del violento trastazo, hubo de lamentar la pérdida de dos dientes y parte de una oreja, mientras que su oponente salió mejor librado, ya que solo sufrió un rajón en la blusa de arriba abajo. Fueron trasladados a la clínica del “doctor Loroño” que les recetó ir a su domicilio por su propio pie. Hemos recibido una carta de “la tía Oberta” solicitando una caja de pastillas “Juanolas” de las que existen en las montañas Rocosas y en el Cáucaso. “El hermano Canelo” se ha movilizado y a través del altavoz averiado ha dado el siguiente mensaje: “Vecinos y conciudadanos todos. Pongo en vuestro escaso conocimiento, que hoy nos hemos reunido en la plaza del pueblo que es el único sitio en donde cabemos todos, para resolver un grave problema que, si no es grave, tiene su intríngulis. Se trata de “la Oberta”, la locaria del pueblo, que al tirar agua sucia a la calle ha cogido una “arreuma” de aquí te espero. El médico ese de aquí Don Claudio o como se llame, le ha recetao un par de cajas de pastillas “Juanolas” pero como las cosas de ahora valen tanto, y las mandamos “toicas” al extranjero, resulta que en la botica no hay, y se tiene que ir a por ellas a un monte muy enrevesado, por lo que yo digo que podíamos pagar entre todos, los gastos del viaje. Así que ya abéis, perra a perra, patacón a patacón y duro a duro, las mozas sisándole a sus padres, los padres ahorrando del tabaquillo, y los que no fumen sacándolo de donde sea, podremos ayudar a nuestra convecina. He dicho”
Las respuestas de los oyentes de Radio Zaragoza, desbordó todas sus expectativas y comenzaron a recibir postales de oyentes pidiéndoles que grabaran más cintas, pero terminaron las vacaciones de navidad y retomaron el bachillerato radiofónico por lo que no tenían tiempo de preparar los guiones y la grabación de los mismos, en los que tenía Antonio una participación preeminente, tanto en el guión como en la locución dada su facilidad natural para ambas tareas.
La vida de Antonio en el pueblo era más tranquila gracias a que Florián se había ido a trabajar de electricista a otros pueblos de la provincia con una empresa. Antonio seguía cobrando letras y participando en festivales cada tres por cuatro. Los antiguos compañeros de aventuras trabajaban con sus padres o ajenos en el campo y los demás habían emigrado con sus familias. Aquellos días pertenecían al pasado a pesar de que él seguía leyendo el Marca y oyendo las emisiones deportivas de la radio como antes.