Las noches de verano eran la ocasión para reunirse en la puerta de las casas sentados en taburetes y con un botijo al lado. Se charlaba de todo y las voces se oían diáfanas. Antonio solía sentarse en la plaza delante de “la Agrupación” en cuyo interior se reunían los mayores de dieciocho años para jugar una partida de cartas o leer los periódicos Lanza, ABC y Marca a los que estaban suscritos. Sacaban sillas a la calle para los socios que quisieran tomar el fresco mientras tomaban una bebida sin alcohol servida por el conserje. “La Agrupación” tenía entre sus normas la de no servir ni consumir alcohol en ninguna de sus diferentes versiones, ya que siendo un pueblo vinícola había tenido experiencias de alcoholismo que pretendían erradicar, al menos dentro del local. Antonio discutía de fútbol con los muchachos e incluso, con algunos mayores, dada su memoria para los datos, alineaciones, resultados, fechas y aspectos anecdóticos que conocía al dedillo. Una de esas noches, un contertulio algo quemado por no poder competir con él, le espetó: “Rija, sabes muchis’mo de deportes pero nunca te he visto practicarlo”. Quedó Antonio en suspenso pero contestó con decisión. “¿Quieres ver como hago deporte? Pues ahora veras” Y ni corto ni perezoso comenzó a dar vueltas a la recién arreglada plaza del Azafranero a ritmo de maratón. Lo que en un principio no dejaba de ser una excentricidad, pasó a ser algo chocante para los presentes en la plaza, y al cabo de unas cuantas vueltas, regresó fatigado a su asiento. “¿Qué dices ahora “bocarán”?” y el contertulio tuvo que callarse. Sacó Antonio la firme decisión de practicar todas las noches con la fresca y aquellas carreras maratonianas pasaron a ser algo normal en las noches de verano. Gente sentada delante de “La Agrupación” y del Casino, algún vendedor de helados, el cuarto de la “hermana Adela” abierto y con muchachos jugando al futbolín o comprando pipas y altramuces, y Antonio dando vueltas a la plaza del “Azafranero” “¿Cuántas vueltas lleva Rija?” preguntaba un recién llegado “No llevo la cuenta, pero estoy aquí desde hace una hora y ya estaba “tirándole sin pereza”. “Este Rija está trastorna’o como su padre” decía uno. “Como toda la familia” Sentenciaba otro, mientras Antonio seguía impertérrito su maratón particular.