Durante estos atípicos Desposorios se cumplirán 45 años de la última actuación realizada por la antigua Banda de Música local. Este era el nombre más habitual con el que aparecía casi siempre. En 1933, en 1944 y 1966 lo hizo con el de Banda Municipal, otras simplemente Banda de Música y desde 1970 al 74, como Agrupación Musical Maestro Emilio Cano.
Tradicionalmente a las bandas de música se les llamaba municipales, aunque los músicos y el director no tuvieran la categoría de funcionarios.
Hemos de tener en cuenta que apenas dos veces al año se podía ver el nombre de la banda escrito sobre papel, una, cuando se firmaba el contrato con el ayuntamiento y otra en el programa de los Desposorios; durante los conciertos no se hacían programas, y para otras celebraciones, incluida la Semana Santa, tampoco. La única vez que el ayuntamiento encargó un programa a la imprenta fue para el primer festival de bandas de Membrilla en 1967, en el cual aparecía como Banda Municipal.
Y creo que es el momento de responder de forma generalizada a una pregunta que muchísimas personas me han hecho durante los últimos años y que a todas he contestado, incluso lo hice ante las cámaras de Membrilla TV. La pregunta se refería a que, si la asociación musical Maestro Emilio Cano se creó a mediados de los 80, ¿por qué en 1970 ya aparecía la banda de música con el nombre de mi abuelo?
He aquí la respuesta. En febrero de 1970 la corporación municipal acordó cobrar a la banda un impuesto que consistía en el 10% del importe cobrado en actuaciones fuera de nuestro pueblo. Supongo que las arcas municipales poco iban a engordar, apenas salimos 2 veces, y también imagino que la justificación de ese impuesto se debía a que los instrumentos eran de propiedad municipal. Esto no cayó bien y mucho menos entre los que tenían el suyo propio.
Mi padre, director desde 1966, tampoco estaba de acuerdo y tuvo alguna discrepancia con el secretario del ayuntamiento que sí parecía estarlo y que, dicho sea de paso, eran muy amigos. Ignoro los argumentos de mi padre, pero los imagino. A los pocos días recibió una carta con el membrete del ayuntamiento y en el sobre ponía: D. Rafael Cano López-Peláez, director de la “Banda Particular de Membrilla”. Mi padre entendió la indirecta, demasiado sabía que la banda no era municipal. Lo comentó con su hermano Basilio y pensaron: Ya que nadie ha tenido la deferencia en dedicar una calle a nuestro padre, al menos la banda llevará su nombre. Y a partir de los Desposorios de ese año apareció con el nombre de Agrupación Musical Maestro Emilio Cano.
Por cierto, la amistad con el secretario continuó intacta, y tanto mis hermanos como yo, mantenemos una estrecha relación con sus hijas y yernos.
Tras la muerte de mi padre en febrero de l975, la banda actuó solamente en dos ocasiones y sin director al frente: en Semana Santa, haciéndose cargo de los ensayos, partituras y otros menesteres José María Blanco y yo mismo, y en los Desposorios del mismo año, en este caso los coordinadores fueron José Luis Arcos y mi primo Emilio Cano García.
Actuamos en la bajada de la Virgen el jueves 21 de agosto, en la procesión del domingo 31 y en la subida del lunes 1 de septiembre. Las dianas y las vísperas estuvieron a cargo de la banda de cornetas.
Como ya he comentado en alguna ocasión, tanto en la Semana Santa como en los Desposorios, tocaron por primera vez tres chicas, dos con el clarinete y una con la trompeta; la incorporación de la mujer fue la ilusión de mi padre y estaba preparando su primera actuación para el Jueves Santo, no pudo verlas, pero se hizo realidad.
Ese año fueron cumplidores la familia Martín de la Leona Menchén, Pepe y María. Es difícil olvidar el momento en que la comitiva los recogía en la puerta de su casa, entonces calle Botica 3; a Pepe se le arrasaban los ojos cuando escuchaba a la banda sin su amigo Rafael al frente, yo sabía el gran afecto que se tenían y apenas podíamos cruzar una mirada sin emocionarnos.
La banda de música había cumplido con sus obligaciones cada año desde aquel lejano 1856 en que mi tatarabuelo la fundase, pero le esperaba un futuro incierto, a los pocos meses el ayuntamiento recogía los instrumentos y más tarde los vendió a Valdepeñas. La banda de Membrilla, con el nombre que cada cual prefiera recordarla, había desaparecido.