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Ofrecimiento
El ofrecimiento u ofertorio es la ofrenda voluntaria que de sus propios bienes hacen los fieles y devotos a su patrona en señal de afecto o como deuda contraída por favores recibidos. El ofrecimiento se realiza el Domingo, después de la procesión, al atardecer.
Remonta sus orígenes al surgimiento de la Congregación de Alabarderos allá por el siglo XVII, que acostumbraban a hacer una colecta para sufragar los gastos que tenían los Desposorios con la finalidad del mantenimiento y engrandecimiento de la ermita y en segundo lugar sostener el culto que en ella se realizaba y realiza. Eran los albarderos quienes mayor desembolso tenían que hacer y en especial los oficiales – más concretamente el capitán y el alférez- de la Congregación. En caso de que los gastos fueran superiores a lo recogido se suplía con los caudales de la Virgen.
Mediado el siglo XIX sabemos que el ofrecimiento se hacía por la tarde y en el participaban el vecindario, los devotos de la Virgen y San José, y los oficiales que cumplían; los cuales tenían que hacer el ofrecimiento de los ciento veinte reales el capitán y sesenta el alférez (28) que estipulaban los patronos de la ermita de la Virgen.
En el siglo XIX el ayuntamiento, como patrón que era de la ermita de la Virgen del Espino, quedaba al cargo de los fondos de la Virgen lo que nos ha permitido conocer la recaudación en el Ofrecimiento del año 1870 (29) en pleno Sexenio Revolucionario:
En metálico 865,50.
Una toca para la Virgen
Una cordera.
Tres mortajas pequeñas y una grande.
Un pañuelo de lana del cuello.
Una mano de cera y dos pies.
Treinta velas.
Cinco años después las cantidades recaudadas son similares, pero algo inferiores tanto en metálico como en especie:(30)
817,50 ptas. en metálico.
Un borrego.
26 velas.
3 mortajas.
Una mano de cera y una cabeza de cera.
El documento está firmado por el alcalde, el cura párroco y el escribano.
En los años 1923 a 1926 se dio el caso de no existir ofrecimiento alguno, con lo que el cumplimiento con la Virgen suponía un sacrificio mayor. Por ello se dispusieron una serie de normas que se debían de cumplir en lo sucesivo: “En su virtud, la Cofradía abonará anualmente al Cumplidor doscientas cincuenta pesetas. El Ayuntamiento le donará por su parte otras doscientas cincuenta. Además de le descarga de la limosna del sermón y de las gratificaciones a la Música y el tambor, toda vez que la Música dependerá en lo sucesivo del ayuntamiento exclusivamente, sin gravamen de género alguno para la Cofradía y el Cumplidor. Todo esto supone unas seiscientas pesetas.
Las obligaciones del Mayordomo Cumplidor quedan limitadas a las avellanas, el bizcocho, el refresco, los cohetes y la limosna acostumbrada en el acto del Ofertorio. Con esta subvención y la prudencia y moderación que todo Cumplidor debe poner en no ampliar el agasajo para no sentar precedentes que luego resultan perjudiciales a los sucesores...”(31)
Acabada la procesión las imágenes de San José y de la Virgen son colocadas en la plaza Grande la una a la par de la otra mirando en dirección a la calle Cervantes, donde espera multitud de gente el momento en que pueda entrar a dar su obsequio a los recién desposados. Es uno de los actos tradición más antigua que se realizan con motivo de los Desposorios. Los alabarderos permanecen como guardia de honor de la Virgen y son los primeros en entrar a “ofrecer”, después lo hacen las autoridades y seguidamente el resto de los devotos. Finalizado el acto la Virgen y San José son llevados a la parroquia.