Carnaval

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Fiesta pagana cuyos orígenes no se han datado exactamente, pero cuyo contenido relativo a la carne, a las ofrendas y al tiempo de abstinencia aparece de un modo reiterativo en numerosas culturas de la antigüedad. También llamado Carnestolendas hasta el siglo XVIII.

Será durante la Edad Media cuando adquiera, además de su fondo satírico y profano, un marcado  carácter religioso. El carnaval se celebra los días previos al comienzo de la Cuaresma, fecha en la que se establece la obligatoriedad de no comer carne. Debido a ello, el carnaval se vincula al exceso y abundaban los festines previos al Miércoles de Ceniza, día de ayuno y abstinencia. De ahí que en Membrilla se celebrase un almuerzo el martes de carnaval donde no faltaba la lumbre y la carne.

La tradición de la máscara llegó a España en el siglo XVI o XVII desde la Italia renacentista. Elementos característicos de los carnavales del S, XVIII son los bailes callejeros y las mojigangas, comparsas de vecinos disfrazados de máscaras callejeras que recorrían las calles cantando y haciendo bromas.

El carnaval de Membrilla se inicia el jueves de la semana anterior, Jueves de Comadre, en el que aún se mantiene la costumbre de que los ahijados vayan a comer gachas blancas a casa de sus madrinas.

Durante el siglo XX el carnaval tuvo un escenario propio e indiscutible: La calle Nueva. En torno a esta calle giraba toda la celebración carnavalesca hasta los años 80. La gente solía sentarse en sillas a ambos lados de la calle, para ver el paso de las máscaras. Predominaba la llamada “máscara callejera”, ataviada con vestidos, colchas y trapos variados y cubierta con antifaz; personaje entrañable de descaro singular y voz chillona, dueño del tan conocido grito “¿a que no me conoces?” Los disfraces eran variados: payasos, mujeres disfrazadas de hombres y muchos hombres disfrazados de mujeres. Hubo incluso quien se confeccionó trajes con valeos peludos. 

En estas fechas las novias solían pasar, disfrazadas, a casa de los novios.

Máscara tradicional Máscara tradicional

 

Aún no nos es difícil recordar la figura del "Alhiguí", aquél hombre que llevaba un palo a modo de caña de pescar, con un higo atado en el extremo de una cuerda. Se adivinaba su presencia por el enjambre de chiquillos que se arremolinaban a su alrededor, manos a la espalda, intentando alcanzar el higo con la boca. ("Al higuí, al higuí. Con las manos no. Con la boca sí.”)

Había bailes en el salón de Antoñico, con concurso de máscaras, y en el cine del hermano Górgora. También estaba el llamado " baile de los tres cerditos ".


Almuerzo de carnavalEn el carnaval de Membrilla era tradicional ir a guisar a la Plaza del Azafranal el martes por la mañana para desayunar. Esto motivaba que el mercado de la plaza se trasladase ese día a la calle de San Roque. Esta costumbre aún se mantiene y es uno de los actos más singulares de nuestra fiesta. En los primeros años del nuevo siglo se trasladó a las inmediaciones del Parque del Espino. 

El Miércoles de Ceniza se celebraba el Entierro de la Sardina. A principios de siglo XX llevaban un ataúd en andas. Dentro iba un hombre de pie, andando, y de él solo asomaba la cabeza, atada con un pañuelo como los muertos. Y detrás el consiguiente cortejo de plañideras. En los años 80 y 90 un considerable cortejo fúnebre, presidido por “autoridades” religiosas y civiles acompañaba el féretro de la difunta.  

El siglo XXI nos muestra un carnaval centrado en varios actos puntuales: Concursos de coplas y chirigotas el sábado, un desfile exclusivamente local de carrozas y comparsas el domingo, en el que participan miles de vecinos de Membrilla, bailes amenizados por orquestas en la carpa o, en los últimos años, en el pabellón ferial del Espino, desfiles infantiles en la mañana del lunes y almuerzo del martes. Con los años, el Entierro de la sardina ha perdido originalidad y vistosidad, contando con un seguimiento menor tanto de participantes como de público en las calles.- F. Megías.