El grupo de teatro El Atardecer de Membrilla rescató del cajón del teatro más popular de principios de siglo La Voz de su Amo, hilando sobre el escenario el sinsentido, el humor y el disparate del texto de Muñoz Seca y Pedro Pérez, en una parodia continua que supieron mantener durante toda la representación los trece integrantes del grupo. Un grupo cuyas raíces están cercanas al cuarto de siglo, a sus bodas de plata, y que como Atardecer suma catorce años de trabajo continuo sobre las tablas de Membrilla, estrenando casi una obra anual, desde aquél Mal Año de Lobos del año 2003 con el que iniciaron su nueva andadura.
El texto, adaptado para la ocasión por Manuel Díaz en función de las características y el número disponible de actores, fue supervisado muy de cerca por el propio director de la obra, José Sánchez Prieto, que justificó esta adaptación para limar un poco la duración y el constante y vertiginoso movimiento, tratándose de un grupo compuesto en su mayoría por jubilados, el mayor de ellos de 80 años. Esta particularidad multiplica el valor de lo visto sobre el escenario de la Casa de Cultura, subrayando el esfuerzo y el trabajo de un elenco y un director capaces de montar una obra y de memorizar los papeles en tan sólo tres meses. Todo un regalo lleno de generosidad en estas fechas cercanas a la Navidad que el público supo agradecer llenando el teatro durante los tres días de representación y aplaudiendo divertidos las disparatadas peripecias de los protagonistas, que probablemente llegarán a otras poblaciones durante el próximo año.
En escena, la burla humorística se retrató en la figura de tres actores con una sobresaliente vis cómica: Francisco Ballesteros (Venancio), Gaspar Fernández (Marcial) y Ramón Fierrez (Román). Sin remordimientos ni afectos ni convicciones profundas, los divertidos primos pasaron de ser víctimas de un boicot a ser un proyecto inacabado y cómico de delincuentes, llegando a la astracanada más profunda en su papel de ilusos ricachones. Cerca de este perfil cómico se situó Pepe Herrera y su peluca en su corto pero intenso papel de Pelucho. El contrapunto al astracán de los primos fue la coherencia moral de Pepi Martín de la Leona en su sólido y bien construido papel de Sinda, arropada en el afecto y en el honesto sentido vital por su “hija” Paulina y su yerno Rafael, puestos en la piel de dos habituales del grupo: Tomasa Contreras y Vicente Bellón. Completaron el disparatado abanico de personajes los truhanes Paco y Berta, sutilmente perfilados con maestría, ocultando intenciones, por José Serrano y Antonia Quiñones. No faltó sobre el escenario la experiencia y la elegancia de veteranos entrañables: Rosario Sánchez Elipe, Martín Montero, decano del grupo, y Mª Antonia Bellón, los complejos vecinos Dorotea y el juez Hermógenes asistido por Jacinta. Completando el plantel de personajes, Guadalupe Ramírez de nuevo en un papel de sirvienta (Amalia). Y, tras bambalinas, el certero apunte de Juani Ruiz.
Homenaje a Lucía Sánchez Elipe en el estreno
Llegados a este punto, el del apunte, cerramos la crónica con el principio de la función: El grupo de teatro El Atardecer quiso dedicar el estreno de la obra, el viernes 1 de diciembre, a la figura de Lucía Sánchez Elipe, recientemente desaparecida.
Lucía formó parte del Atardecer desde sus orígenes, primero como actriz y después, en los últimos años, en el papel de apuntadora, auxiliando muchas veces al propio director en el montaje final.
Figura muy exigente con la dicción, con la correcta declamación de las frases, con los movimientos en escena, para que nadie se saliera del guion… Siempre fiel a su cita con el grupo, bajando incansable, a su edad, las calles que la llevaban desde su domicilio hasta el lugar de ensayo.
La voz de su Amo arrancaba sobre el escenario de la Casa de Cultura con un reconocimiento a la labor que Lucía realizó dentro del grupo. Seguro que alguna salida de guion apuntaría en su libreta particular. Seguro que alguna frase corrigió en sus adentros. Pero, sin duda, seguro que agradeció este abrazo escénico de sus compañeros y que se divirtió como nosotros, una vez más, con su buen hacer sobre el escenario.
Fotos: Ángeles Lozano/FM