El 27 de diciembre se celebra la fiesta de San Juan Evangelista y, dentro de ella, encontramos una tradición que está vinculada al vino: la bendición del vino de San Juan.
Todo nace de una curiosa leyenda recogida por Santiago de la Vorágine, que cuenta: “Estando San Juan Apóstol en Éfeso predicando el Evangelio, sus enemigos movieron al pueblo para que le llevaran al templo de Diana, a fin de adorar a los ídolos. A esto, San Juan dijo: «Si creéis que esa vuestra diosa Diana tiene tan grande poder, invocadla y requeridle que por su poder subvierta y derribe la Iglesia de Cristo, y si lo hace, yo sacrificaré a ella; y si no, dejadme entonces orar a mi Dios Jesucristo para que derribe su templo, y si lo hace, creed entonces en Él». A estas palabras, la mayor parte del pueblo accedió, y salieron todos del templo. Entonces el Apóstol oró a Cristo, y se colapsaron los fundamentos del templo y la estatua de Diana cayó destrozada al suelo.
Mas Aristodemo, primer sacerdote del templo de Diana, lleno de un espíritu maligno agitó la sedición entre las gentes de modo que unos se dispusieron a luchar contra los otros. Y Juan se volvió hacia él y le dijo: «Dime, Aristodemo, ¿qué puedo hacer para quitar el enojo de tu alma?». Y Aristodemo dijo: «Si quieres que crea en tu Dios, te daré a beber veneno, y si lo bebes y no mueres, me parecerá que tu Dios es el verdadero». El apóstol respondió: «Cuando me des a beber veneno, si pronuncio el nombre de mi Señor, no podrá dañarme». Aristodemo dijo de nuevo: «Quiero que veas cómo otros beben y mueren enseguida para que hasta tu corazón retroceda ante esta copa».
Aristodemo fue entonces al procónsul y le pidió dos condenados que iban a cumplir sentencia de muerte. Y tan pronto como estuvieron en medio de la plaza del mercado, delante de todo el pueblo y a la vista del apóstol les hizo beber el veneno: y así como lo bebieron, entregaron su alma.”
La leyenda continúa narrando cómo Juan tomó entonces la copa de vino envenenado, lo bendijo con la señal de la cruz, y expulsó el veneno, que salió en forma de serpiente. A continuación, bebió su contenido, sin que sufriese daño alguno. “Y después de que por espacio de tres horas la gente observara que Juan permanecía con el rostro alegre, y que no había en él ni la más mínima señal de palidez ni miedo, comenzaron a gritar en alta voz: «Él es el único Dios verdadero, el que Juan adora».
Sobre los cimientos de esta leyenda, en el medievo se impuso la tradición de realizar este día 27 de diciembre la Bendición del Vino. Ese vino bendecido en nombre de San Juan era considerado milagroso, medicinal. La gente lo bebía en caso de grave enfermedad, o antes de iniciar un largo viaje, una batalla, incluso antes de ser condenados a muerte. Esa costumbre era tan seguida que se convirtió en un elemento litúrgico de la Iglesia Católica, que aún se celebra en algunos lugares y que ha tenido gran tradición sobre todo en el centro de Europa. La costumbre era llevar una o dos botellas de vino tinto a la iglesia para ser bendecidas durante la eucaristía.
El ritual litúrgico de bendición aparecía en el Ritual del Arzobispado de Esztergom, Sede Primada de la Hungría, publicado en el año 1485, como Benedictio vini seu amoris Sancti Ioanni tertio die post Domini nativitatem, “bendición del vino, o del amor de san Juan, en el tercer día después del nacimiento del Señor”.