La Rondalla Marmaria sigue manteniendo la tradición más popular de las fiestas navideñas basada en cantes y bailes, con un carácter familiar y hogareño, lejos del consumismo en el que ha degenerado la Navidad del nuevo siglo. En su labor de transmisión y conservación del folclore local, quiso compartir ese espíritu navideño con los vecinos de Membrilla, presentando sobre el escenario de la Casa de Cultura un espectáculo renovado, fresco y entrañable al mismo tiempo, en el que no faltaron los guiños a un pasado reciente ni la fuerza que imprimen a estas agrupaciones folclóricas las nuevas generaciones de músicos y bailaoras.
Y todo sobre la base de unos cimientos que empezaron a levantarse hace ya cuarenta años, personificados en dos nombres propios: Manuel Espinar y Juan Borja, los únicos miembros que permanecen en la rondalla desde su fundación. Los encontramos media hora antes de la actuación sentados juntos en el escenario, tras el telón. Paradójicamente nerviosos, pese a su veteranía. Comenzaron a principios de los años 70, con Don Pedro de Gracia. Manuel tenía 16 años; Juan, 15. Su afición por la música les llevó a juntarse en cuadrillas de amigos para hacer rondas. Luego entraron "los Planteles", las escuelas nocturnas situadas en el antiguo Ayuntamiento donde los jóvenes que habían tenido que abandonar el colegio terminaban sus estudios elementales. Allí daba clases D. Pedro de Gracia, y de sus alumnos del Plantel nació la Rondalla Marmaria.
Los jóvenes músicos dedicaron sus primeros cuatro o cinco años a rondar los sábados a las novias o a las familias. "Ibas de casa en casa, cantabas, te convidaban y echabas el sábado", recuerdan Juan y Manuel. Fue en 1977 cuando la rondalla se vuelca en la recuperación del folclore local, (mayos, jotas...) hablando con los mayores, con los Medina, con Javier, con el Sastre... La "hermana" María enseñó a las bailaoras y la "hermana" Josefa, madre de Aurora y suegra de Juan Alfonso, puso la voz a un primer repertorio que quedó inmortalizado en una grabación en cinta de casette.
Poco a poco, la Rondalla iría dejando a un lado la ronda y centrándose más en la recuperación y transmisión de los mayos y el folclore, actividad que ha seguido desarrollando hasta nuestros días. Por sus filas han pasado muchos músicos y bailaores. En la actualidad cuenta con unos cuarenta componentes. El futuro, "incierto; que sí, que no", según reconocen con algo de tristeza los dos veteranos. El trabajo, las obligaciones, los estudios de sus componentes... hacen cada vez más difícil mantener una línea constante de ensayo y trabajo. Pero eso siempre ha sucedido, a fin de cuentas. Juan y Manuel todavía recuerdan momentos más duros, en los que la Rondalla llegó a tener tres componentes: ellos dos y D. Pedro de Gracia.
Navidad de zambomba y pandereta
Echando por tierra los temores de los "mayores", la Rondalla Marmaria demostró sobre el escenario que está más viva que nunca. Con una cuidada y sencilla escenografía, que evocaba a la Membrilla de apenas hace medio siglo, y una puesta en escena fresca y atractiva, los músicos y el cuerpo de baile se dedicaron a hacer lo que mejor saben: transmitirnos el valor de nuestro folclore local, al tiempo que recuperaban otros bailes de la comarca, ampliando el repertorio. Así, el público pudo disfrutar de piezas tan nuestras como las Seguidillas Manchegas, el Fandango de Membrilla, la Malagueña de Membrilla, la Jota de la Mancha manchega, la Jota del Que si que... Y, en una segunda parte, de la Jota pastoril, la Jota de Piedrabuena, el Fandango del Cristo, la Malagueña de Villafranca y de una extraordinaria Jota del Convento, apta sólo para las piernas más jóvenes de la rondalla. Con un broche de oro: la Jota de Membrilla bailada hasta en el patio de butacas.
Y en medio, un gran regalo navideño para el público: unos dulces y una selección de villancicos, algunos populares, otros recuperados por la propia rondalla, que la agrupación ha ido recopilando y transmitiendo a lo largo de los años para que no se perdiera el saber de los mayores, el sabor de la Navidad de los abuelos; navidades de aguinaldos y "maitines de poco comer y mucho jaleo", cuentan, con fiestas en las casas de vecinos, donde se reunían todas las familias a cantar villancicos. "Maitines de pandereta, zambomba y callejeo", como recuerdan los propios músicos de la rondalla. Celebrando, no consumiendo, la Navidad.- F. Megías.
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