“Santos viejos, también llamados Santos Frioleros que nos llevan a rememorar tiempos pasados al amor de la lumbre: dichos, coplas, chascarrillos que se airean como las chispas y bolliscas de luminarias y hogueras purificadoras en honor de los santos y como protección de la casa y de cuantos en ella habitan, personas y bestias, animales todos.” (José Manuel Fernández Cano. Santos Viejos. El semanal de La Mancha).
Pocas definiciones tan sencillas, pero tan exactas, leeremos sobre la popular fiesta de los “santos viejos” en nuestros pueblos de La Mancha como esta del “Tío de la perra gorda”, José Manuel Fernández, uno de los mayores exponentes y defensores del folclore y la tradición.
Porque los santos viejos hay que mirarlos justo desde ahí: desde la sencillez de las gentes que los auparon al altar de las fiestas populares, siempre en torno a las hogueras como epicentros de la vida social; la única vida social que las clases humildes podían permitirse. Lugares de encuentro donde compartir la música y la gastrononía. Y en el trasfondo, esa creencia ancestral en la purificación y la protección del fuego y del santo, en tiempos donde había menos veterinarios y médicos, medicinas y complejos vitamínicos.
Arrancando con el venerado San Antón, el 17 de enero, pasando por San Ildefonso y La Paz (23 y 24 enero) y concluyendo con la Candelaria y San Blas (2 y 3 de febrero). Un calendario festivo que se seguía a rajatabla en los pueblos manchegos y que en Membrilla fue desapareciendo como desaparece todo: por la falta de necesidad. La presencia de animales en los hogares, los imprescindibles para el trabajo y la subsistencia de la familia, ya no es una realidad. Y los cambios sociales y culturales ponen el foco en otros cultos, por la razón que sea, haciendo bueno el refrán que rezaba: “Cuando hay santos nuevos, los viejos no hacen milagros.” Rizando el rizo, la necesidad de protección del “santo viejo” desciende cuando los antibióticos y los antitusivos están a disposición en las farmacias. Y el refrán “Por San Blas las rosquillas comerás y el gaznate curarás” se queda en un elemento del folclore popular de riquísimo valor.
Esa es siempre la cuestión: reconocer el valor y la riqueza de nuestro patrimonio inmaterial, cuna de nuestra propia esencia como pueblo y como sociedad. Por eso es de ley reconocer el trabajo que desde hace unos años está realizando la gente joven de Membrilla en la recuperación y puesta en valor de la celebración de los “santos viejos” en la población.
La joven junta de San Antón cogió el testigo de los mayores e impidió que la fiesta agonizase, relanzando su celebración pese al cambio social y económico del nuevo milenio. Sigue demostrándose año tras año alrededor de la hoguera y en la procesión del domingo con la imagen del santo abad.
Hace unos años, Raúl López de Toro, recuperó en nuestra parroquia la fiesta de la Candelaria, centrada en el simbólico gesto de la presentación en el templo de los recién nacidos de Membrilla. Lejos quedaban la antigua imagen (destruida) y las procesiones, la suelta de palomas y el reparto de tortas de aquella fiesta popular… pero es un camino que se mantiene. La presentación será el domingo 2 de febrero, en la misa de 12.
Y ahora, un grupo de jóvenes agarran el testigo de recuperar la fiesta de san Blas, una de las incorporaciones del nuevo párroco Pablo Martín del Burgo al calendario de la parroquia. Propuesto el pasado 2024 con la financiación del tejado de la iglesia como trasfondo, aparece con la misma finalidad, pero con mayor fuerza, este 2025, con una buena proyección de futuro: la constitución de una hermandad propia.
La bendición y venta de rosquillas ha sido un éxito durante las misas de este fin de semana. Un acto que se repetirá durante toda la semana en las eucaristías de la tarde y la del miércoles en la ermita, esta con venta en el Mercadillo.
La fiesta tendrá su punto álgido el sábado 1 de febrero, con encendido de la hoguera y verbena en el pabellón, donde de nuevo las rosquillas de san Blas, la rifa y una barra con comida y bebida servirán para financiar el tejado. Y para curar “gaznates”, que es lo que tiene este santo viejo.