La festividad de San Antón en Membrilla

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San Antón es el único de los santos viejos que ha mantenido su fiesta en nuestra localidad llegados al nuevo milenio. Su culto se inició en el S. XIV, convirtiéndose sobre todo a mediados del siglo XX en uno de los más populares de Membrilla, especialmente vinculado al mundo agrario y los animales de labranza.  Aunque los festejos perdieron gran parte de su vistosidad y la fiesta quedó relegada a notas testimoniales a finales de siglo, en las últimas décadas se lucha por mantener viva la memoria del santo eremita en nuestra población, promoviendo la participación vecinal en sus actos más emblemáticos y simbólicos. 

El culto a San Antón en nuestra localidad se inició en el S. XIV, fecha de extensión de su culto en España a través del levante. Como prueba de ello contamos con la existencia de una ermita bajo la advocación del Santo junto al pozo de San Antón. En el S. XVI “es una ermita mediana, de buena proporción y a los pies... está un humilladero de una cruz de palo, con una verja de pies de madera de pino alrededor, está pintado en el altar Santantón de pincel...”

Del siglo XVI data también la imagen de San  Antonio Abad venerada en Membrilla. Era una talla en madera, con fuerte carácter eremítico, de incalculable valor. En el siglo XVIII ya se citaba una Congregación de San Blas y de San Antonio Abad destinadas a su culto. Como ha venido siendo habitual en la historia de nuestra población, no quedan vestigios de la ermita y la barbarie de la Guerra Civil acabó con la totalidad de las imágenes religiosas. Acabado el conflicto, Membrilla recuperó sus cultos más significativos, entre ellos el de San Antón. Adquirió una nueva talla del Santo, esta vez de menor valor artístico dadas las penurias económicas del momento, y se guardó en su antigua ubicación: la capilla de Santiago de la Ermita de Nuestra Señora del Espino. Desde allí es trasladada todos los años hasta la Parroquia en vísperas de su celebración.

La tradición oral nos deja una estampa costumbrista de esta fiesta a lo largo del último siglo del milenio, muy vinculada al peso de los animales de labranza en las economías domésticas, de gran peso agrícola. Por San Antón se esquilaban las caballerías con motivos y diseños especiales y caballos y mulas se engalanaban las caballerías con estrellas de papel, espejos redondos con lazos de colores en las colas y otros adornos, premiándose los mejores ejemplares. Con estas caballerías se daban tres vueltas a la parroquia, en torno a la nueva imagen del Santo, traída de la ermita para la ocasión. Había apuestas de carreras con los caballos y mulas en la calle Nueva. También solían pasar por la calle del Castillo del Tocón, donde había un pequeño San Antón en una hornacina, junto al balcón de San Antón.

Antigua procesión de San AntónEn los años sesenta, se daban tres vueltas con los animales a la manzana que formaban las actuales calles Marmaria, Mayor y Galán. En estas calles también existían hornacinas con la imagen del Santo. Por la tarde las familias y amigos salían con los carros y las galeras, con sus yuntas también enjaezadas, y daban vueltas por la calle Nueva y por la Plaza. En la parte de atrás del carro, atados al sopuente, llevaban colgando conejos, gallinas y gallos, que servirían de comida en la fiesta posterior. (En blanco y negro: Vicente Muñoz,  cumplidor en la procesión del Santo, a mediados de los años 60. Foto: Pascual Muñoz Ramos.)

Un elemento muy simbólico de la fiesta era la bendición de la cebada: los fieles cogían un poco de ese alimento bendecido en el templo y lo llevaban hasta sus casas para dárselo de comer a sus animales, buscando así la protección del santo.

Como evento de gran importancia popular y social se encontraba la hoguera de San Antón, la hoguera más grande que se prendía en la localidad, y a cuyo alrededor se congregaban los vecinos entre bailes y cantos populares amenizados por improvisadas rondallas. 

Como curiosidad anexa, el tradicional gesto de tocar las campanillas del collar del cochinillo que acompaña a san Antón en su hornacina durante la visita de los niños a la ermita del Espino.

 

San Antón del S. XXI.-

El paso del tiempo y la constante mecanización de las labores agrarias, así como la paulatina desaparición de las mulas y otros animales domésticos en los hogares de Membrilla, ha cambiado radicalmente la estampa típica de esta celebración, que suele trasladarse al fin de semana posterior al día 17 para facilitar la asistencia de fieles y que se organiza desde la Hermandad de San Antón local. 

El jueves previo se inicia un Triduo a San Antón en la parroquia que culmina con la Eucaristía del Domingo en la que colabora la Hermandad de San Antón. A continuación, se procede a la bendición de los animales en la puerta sur del templo parroquial y se celebra una procesión con la imagen del santo por las calles Iglesia, Castillo del Tocón y García Lorca. En la misma participan numerosos vecinos, muchos de ellos niños, con sus caballos, mascotas y otros animales de compañía. La imagen del santo, portada a hombros por miembros de la Hermandad, es precedida por los “cumplidores” o mayordomos. En la Plaza del Azafranal, los caballos y carros dan tres vueltas a la manzana "triangular" comprendida entre las calles García Lorca, San Miguel y Mayor para pasar cuatro veces delante de San Antón. La procesión continúa su trayecto hasta volver a la Parroquia por la Calle Cervantes. Después, los hermanos son agasajados por la Hermandad con el típico mantecado.

Estos actos se completan con la tradicional hoguera de San Antón, trasladada a la noche del sábado anterior a la procesión, y que desde hace algunos años se realiza en las inmediaciones del Parque del Espino.- Fdez. Megías

 

Procesión de San Antón Procesión de San Antón

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