Quince hogueras para narrar la víspera de San Antón entre avatares y encuentros en las páginas de esta revista digital

Ratio: 5 / 5

Inicio activadoInicio activadoInicio activadoInicio activadoInicio activado
 

La hoguera de san Antón era uno de los acontecimientos sociales más importantes en el calendario festivo del siglo XX en Membrilla. Entre sus rescoldos de su fiesta invernal se adivinan los trazos de los antiguos fuegos purificadores; ancestrales fuegos del solsticio de invierno que nos explicaron Frazer y Eliade: ritos que buscaban la protección sobre personas y animales, al tiempo que se intentaba provocar de un modo mágico el retorno de la primavera.

"Que la aldea celebre fiesta. Purificad la aldea, campesinos, y ofrendad sobre las hogueras aldeanas los anuales pastelillos", describía Ovidio de las posteriores fiestas romanas, las Feriae Sementivae y las Paganalia. 

El concepto de la hoguera se vinculó después a la enfermedad del “Fuego de San Antón”, una de las más terribles enfermedades de la Edad Media, que sanaban los frailes Antonianos. Estaba provocada por el consumo de pan elaborado con harina de centeno contaminada del parásito cornezuelo y entre sus síntomas se hallaba la sensación de quemaduras intensas en las extremidades, que acababan gangrenándose. Lo describía Fdez. Peña: “Los afectados no sabían a quién recurrir y se dirigían a los Monasterios en busca de consuelo divino. De todos los lugares destacó el Monasterio Benedictino de Mountmajour, que albergaba las reliquias de San Antonio Abad. Allí se creó una fraternidad de laicos caritativos y con conocimientos médicos que bajo la advocación del santo, atendían a los enfermos con hierbas medicinales (bálsamo de San Antón, ungüento poderosamente antiséptico que ha sido estudiado en modernos congresos de medicina, y el Santo Vinagre) y con una correcta alimentación en la que se había eliminado el centeno contaminado y en la que no faltaban los productos de sus famosos cerdos.”

El San Antón cristiano mantuvo esa esencia a lo largo de los siglos y en los pueblos manchegos las hogueras siguieron siendo centro de vida social: Vecinos que se reúnen en torno al fuego para rodearlo y bailar, cantar, comer, charlar, jugar… También en Membrilla, en múltiples hogueras, la principal frente a la iglesia; con la intención puesta en el patronazgo de San Antón sobre los animales de la casa, antes tan necesarios para la vida y la labor, ahora apreciadas mascotas.

Es una pena no poder contar con documentos gráficos y, sobre todo, audiovisuales, de aquellas frías noches de enero, de bailes y rondallas, alrededor de la hoguera de San Antón.

Como pequeña compensación, sí podemos hacer un recorrido por su última década. Hace doce años nacía en Membrilla la Revista Digital Membrilla.com y a través de sus páginas adivinamos la huella de la hoguera de San Antón en un tiempo que, aunque breve, ha estado poblado de citas ya históricas.

Hoguera San Antón. 2009La primera hoguera que apareció en las páginas de la revista fue la del 2009. Fue una lumbre tan dura como el tiempo, con los termómetros bajo cero y una niebla impenetrable tiñendo de blanco los aparcamientos del Espino, entonces sin asfaltar, donde había sido desterrada desde su anterior ubicación en la Plaza de Colón. “Si dura fue la noche del sábado, más dura fue la hoguera. El intenso frío registrado con termómetros marcando los dos grados bajo cero a las diez, y la densa niebla pusieron a prueba la resistencia de la lumbre de San Antón y la de los vecinos que se acercaron a las inmediaciones del Parque del Espino. Le costó varias horas arrancarse gracias al esfuerzo y la constante dedicación de los miembros de la Junta de la Hermandad, que lidiaron con las inclemencias del tiempo para mantener viva una de las tradiciones populares más arraigadas en nuestra localidad.”

Hoguera 2010. Aparcamientos del Espino. El Santo fue benévolo con sus fieles y en la hoguera siguiente, la del 2010, las buenas temperaturas marcaron el encendido de la lumbre, también en los aparcamientos del Espino. La hoguera no fue histórica en sí (no recordamos si fue este año o el anterior cuando un cohete recorrió incontrolado a ras de suelo los aparcamientos, provocando una estampida entre los asistentes), pero sí fue histórico su contexto histórico: Esos días, el río Azuer volvía a acercarse al casco urbano inundando toda la Vega y los márgenes de la Carretera del Espino. La crecida venía provocada por las continuas lluvias de principios de año, a lo que se sumó la intensa nevada del día 10 de enero en la localidad. Incluso en los días previos se bombeaba agua desde los bajos del nuevo pabellón ferial.
 
2011 supuso un nuevo punto de inflexión en la historia de la hoguera: el fuego retornaba a su antigua ubicación de la Plaza de Colón, pero muy mermado en su tamaño “debido al limitado espacio protegido al que se ha visto reducido”. La intensa niebla volvió a ser la protagonista del encuentro. Como en ediciones anteriores, se repetía una curiosa estampa: la revoltosa visita del grupo de monaguillos de la Parroquia, tras la misa del sábado (día de “cobro”), bajo la mirada atenta y el cuidado de los párrocos Luis y Raúl y de alguno de los futuros sacerdotes que se formaban en nuestra localidad.

Hoguera 2011. Plaza de Colón.

 

El 2012 volvió a dar una tregua a la hoguera en su recuperado escenario frente a la Caseta: “A este punto de encuentro festivo y costumbrista acudieron numerosos vecinos y hermanos de San Antón en una noche que, a diferencia de ediciones anteriores, estuvo marcada por el buen tiempo y la ausencia de niebla. Los miembros de la Junta Directiva de la Hermandad compartieron con los asistentes un pequeño aperitivo. Por su parte, los cumplidores del 2012, Valentín Bellón y Juana Arroyo, regalaron a los vecinos un curioso y original presente: el bastón o cayado de San Antón elaborado en pan, otra de las novedades con las que esta popular fiesta está celebrando la edición del 2012.”

Y llegó el 2013, un número fatídico para los más supersticiosos que trajo un huracán en las vísperas de San Antón: la ciclogénesis explosiva Gong.

“Las previsiones meteorológicas anunciaban lo peor para la noche del sábado en Membrilla: La entrada en la península el día anterior de la borrasca Gong, se complicó al experimentar un curioso proceso de rapidísima profundización llamado ciclogénesis explosiva, que aunque suena a ciclón devastador no deja de ser un fuerte temporal de viento y lluvia, poco apto para encender hogueras al aire libre.

Ni las cerradas e intensas (intensísimas) nieblas de ediciones anteriores habían conseguido anular la celebración de una tradición tan antigua como la población misma. Tampoco la habían derrotado los constantes cambios y limitaciones de ubicación y espacios, ni las contraprogramaciones culturales que año tras año se sucedían demostrando el poco interés que despertaba como celebración única y exclusiva de la noche de vísperas a la celebración de San Antón. La Junta de la Hermandad había sido fiel a sus costumbres y congregaba a numerosos vecinos alrededor de la lumbre, recibiéndolos con extrema amabilidad, agasajándolos para vencer el frío de las noches de enero, que algunas ediciones había superado los dos grados bajo cero.

Pero la AEMET falla poco a estas alturas del siglo XXI. Membrilla amanecía el sábado 19 azotada por fuertes rachas de viento y lluvia, una situación que se mantuvo a lo largo de toda la jornada y que provocó episodios tan lamentables como el levantamiento de la cubierta del pabellón multiusos del Espino, lugar previsto inicialmente para la celebración del tradicional agasajo a los hermanos de la Hermandad de San Antón.

Al término del triduo en honor a San Antón en la parroquia, con la cebada del Santo bendecida y ya colocada en su lugar de costumbre para la misa del domingo, los miembros de la Junta Directiva contemplaban a las puertas de la iglesia la incesante lluvia que caía sobre la localidad. Querían encender a toda costa la hoguera en honor al santo y se pusieron un plazo: las nueve de la noche. Era su sencillo tributo a San Antón tras un año marcado por la crisis en el que sin embargo reconocieron estar satisfechos de la marcha de la Hermandad, ya que mantenía la fidelidad de sus miembros.”

“Y tuvo que ser el propio San Antón el que les echara una mano, porque en torno a las nueve de la noche la lluvia y el viento de Gong les concedieron una pequeña tregua permitiendo el encendido de la tradicional hoguera ante la que se congregó, como era de esperar, un menor número de vecinos que en años anteriores acompañando a los miembros de la Junta de la Hermandad y al párroco local. Todo ello bajo la curiosa y sorprendida mirada de dos turistas franceses que con su autocaravana se vieron "atrapados" en mitad de la celebración.”

El 2014 fue amable con la celebración y el encendido de la hoguera sólo tuvo que enfrentarse, un año más, a su abandono y su olvido por parte de los vecinos. “El encendido de la hoguera de San Antón se ha convertido ya en una lucha constante y firme para no perder una de las tradiciones más antiguas de la población; una lucha en la que lamentablemente sólo participan los miembros de la Junta y un escaso centenar de vecinos que año tras año permanecen fieles a su visita a la hoguera, entre ellos el dicharachero grupo de monaguillos de la parroquia tras su reunión semanal de los sábados. Y como siempre, la generosa invitación que los miembros de la Junta hacen a los vecinos, al calor del fuego.”

El escenario de abandono se repetía en el 2015: “Fieles a la tradición anual, los miembros de la Junta de la Hermandad de San Antón convocaron a los vecinos de Membrilla en torno al fuego;  amables y grandes anfitriones en los aparcamientos de la Plaza de Colón, invitando a todo el que quisiera acercarse a un trago de vino y un aperitivo, en una loable lucha por mantener una de las tradiciones más antiguas de la población.” 

“Sin embargo, esta manifestación festiva popular al calor del fuego sigue perdiendo el calor humano: No existe una masiva respuesta de vecinos, -que no obstante sí siguen las celebraciones populares del domingo, con la bendición de animales y la procesión del santo-. Y, lo que es más lamentable desde el punto de vista cultural, se han perdido los bailes y corros en torno a la hoguera, condenando al olvido coplas y dichos protagonizados por el Santo Viejo.

Resuena todavía en la memoria de los mayores aquel “San Antón como era viejo/tiene barbas de conejo./ Y su tía Catalina/ tiene barbas de gallina.” Era lo que nos cantaban nuestros abuelos cuando éramos pequeños.

Quizá haga falta un pequeño esfuerzo, de todos, para no perder esta parte de nuestro legado. Fórmulas que sirvan de apoyo a una Hermandad que lucha año tras año por mantener el fuego de San Antón encendido, -a veces pese a la lluvia, al frío o a la niebla-. Una mayor implicación de administraciones y vecinos. Y, sobre todo, un sencillo trabajo de transmisión oral a las nuevas generaciones, para que de vez en cuando salgan de las pantallas y se asomen al mundo real, y aprendan a descubrir la  magia ancestral  que encierran cosas tan aparentemente sencillas como una hoguera encendida en los Paseos del Espino.”

Era el año de la despedida de una Junta que había trabajado como nadie para mantener la hoguera en el arranque del siglo XXI.

 

Y así hasta el 2016, año en el que la tradición de la hoguera volverá a vivir un punto de inflexión bajo el aliciente de dos novedades: la presencia de una joven y renovada Junta Directiva en la Hermandad de San Antón y los cambios en su planteamiento habitual.

“Tras el triduo celebrado en la Parroquia de Santiago el Mayor, los vecinos de Membrilla respondieron de manera extraordinaria al nuevo planteamiento de la hoguera del Santo, retornando a su antigua ubicación de los Paseos del Espino pero esta vez sirviéndose de las instalaciones del cercano Pabellón Multiusos para ofrecer a hermanos y vecinos un espacio de encuentro alternativo ante el frío de las noches de enero. La hoguera de San Antón, bendecida por el párroco Raúl López de Toro, recibía este año muchísimos más visitantes que en ediciones anteriores, recuperando su importancia simbólica dentro del culto popular a San Antón.”

 

La escena de una gran hoguera a las puertas del Pabellón Ferial del Espino y la fiesta interior se ha ido repitiendo en los años sucesivos con pocos cambios en las formas pero a merced del tiempo, que como un péndulo con pensamiento de margarita, ha ido alternando las circunstancias: Sábado frío y lluvioso el del 2017, bajo la influencia de la borrasca Gloria, que no impidió el encendido de la hoguera; Sábado primaveral en el 2018; difícil 2019, donde “las inclemencias del tiempo no detuvieron a un buen número de vecinos que se congregaron en la noche del sábado en torno a la centenaria hoguera, cerca del Pabellón del Espino.”  Y, finalizando la secuencia, una gran noche del 2020 que llenó de nuevo el entorno de la hoguera y el pabellón, sin que nadie sospechase lo que apenas dos meses después se viviría en Membrilla y en el resto del planeta.


Una pandemia que en el año 2021 sí conseguía lo que no consiguieron tormentas y huracanes: apagar la hoguera de San Antón.


Recuperada en parte la normalidad, con las precauciones sanitarias oportunas, la hoguera renacía de sus cenizas en el 2022 y volvía a inundar la noche del sábado este 2023  con el recuerdo de las terribles horas vividas en el 2020 más difuminado.

Y tú, qué opinas ...