Un movimiento especialmente agitado en las inmediaciones de la Escuela Municipal de Música durante las últimas semanas anunciaba la proximidad de uno de los acontecimientos más bellos de cuantos se desarrollan en la localidad: la clausura del curso de la citada escuela. Y utilizamos este calificativo porque resulta extraordinario, destacable, incluso conmovedor, ver a tantos niños, jóvenes y adultos, siempre de la mano de los profesores, volcados sin reservas en el gran proyecto educativo y cultural en el que se ha convertido la Escuela de Música de Membrilla.
Un proyecto que afianza sus cimientos con la gran demanda existente por parte de los más pequeños de las clases de Música y Movimiento y que se consolida con la permanencia y el crecimiento de los alumnos, tanto en la calidad del aprendizaje como en el número de especialidades solicitadas. Todo ello pese a reveses como la supresión este curso de la figura del Coordinador de la Escuela de Música y la subida de las tasas en un 100% prevista para el próximo curso, equiparándolas a las tarifas de escuelas de la zona.
La consolidación y la evolución de este proyecto educativo musical quedó patente un año más sobre el escenario del pabellón multiusos del Espino, poblado por cientos de alumnos que demostraron su pericia con los instrumentos o con los primeros ritmos, tal como dejaron plasmaron los díscolos y divertidos alumnos de las primeras disciplinas, música y movimiento y formación musical básica, que llenaron de sol y color el escenario.
Una completa y variada selección de piezas musicales sirvió para vestir la muestra de especialidades musicales impartidas en el seno de la Escuela, tanto a nivel individual como demostrando la capacidad de interpretar en grupo completando formaciones de instrumentos de gran calidad. Destacar el hecho de que este curso ha bajado la edad en la que se comienza con el instrumento, contabilizándose un buen número de jóvenes intérpretes en torno a los 9 años.
Oboes, flautas, saxofones, clarinetes, trombones, bombardinos, tubas, trompas, trompetas... se mostraron al numeroso público asistente, dejando para el recuerdo algunas perlas como el Andante de Mozart interpretado por la flauta solista acompañada al piano por el profesor Juan Carlos Sánchez Prieto y, para la confirmación de que se va por el buen camino, algunos datos de interés: el importante crecimiento del número de alumnos en trompas, trombones y tubas, pasando de tres a once, y la asistencia a nuestra Escuela de alumnos de otras localidades que optan por nuestro profesorado.
No faltaron los alumnos de piano, de guitarra, de violín o de chelo ni la contundente actuación de los alumnos de percusión en rítmico conjunto. También tuvieron su espacio los instrumentos más económicos, como la voz, cuyas disciplinas se manifestaron en dos momentos clave: la clase de canto recreada en la mágica interpretación de While your lips are still red, que dejó callado y expectante al bullicioso pabellón, y la constante evolución de la clase de canto coral desde que Pilar López tomó la batuta de la dirección, alumnos muy agradecidos en esta ocasión porque también se haya contado con ellos para la clausura del curso.
El tradicional cierre con el conjunto instrumental dirigido por Emilio Cano subrayó la calidad musical de nuestra Escuela de Música encarnada en alumnos y profesores. El conjunto acompañado por los alumnos de canto coral interpretaron como cierre el Himno a Membrilla, original de Emilio Cano con letra de Pascual Muñoz; pieza que continua huérfana a la espera de que los políticos la “adopten” oficialmente.