El buen tiempo favoreció que Membrilla viviese de nuevo en la calle su fiesta de las Cruces de Mayo en una noche de lunes que redujo el tránsito de niños y jóvenes al ser el martes jornada lectiva, pero que sumó centenares de vecinos visitando las diez cruces vestidas por particulares y asociaciones de la localidad.
La noche del 2 de mayo se convierte en una víspera festiva y lúdica de lo que en realidad es la verdadera celebración cristiana: la Invención de la Santa Cruz del 3 de mayo, que rememora el hallazgo por Santa Elena (madre del emperador Constantino) de la cruz en la que fue crucificado Jesús, en Jerusalén. Hallazgo fechado por la tradición el 3 de mayo del año 326. (Invención, del verbo latín invenio, hallar, encontrar)
Una extraordinaria celebración que, recordábamos, en Membrilla se presume antiquísima y que está cargada de ricos matices religiosos y culturales acumulados a lo largo de los siglos, que pueden intuirse y descubrirse si se presta atención a los elementos y detalles que adornan nuestras cruces de mayo y a las historias que nuestros mayores cuentan al calor de las hogueras que acompañan y señalan la ubicación de cada cruz. Un recorrido que sigue siendo, año tras año, un verdadero descubrimiento de ritos antiguos (vinculados con los rituales festivos prerromanos y romanos relacionados con el culto a los árboles y el poder regenerativo de la primavera); de lecciones de fe cristiana en torno a la cruz, al emperador Constantino y su desarrollo posterior; de tradiciones populares y costumbres que la adornan; de nuestra propia historia, a fin de cuentas, escrita un año más a través de diez cruces de mayo que reciben a los visitantes con su zurra y su puñao y que este año de la Misericordia han querido colaborar con unos de los enfermos más especiales: los niños con cáncer y la asociación que les ayuda en nuestra región, Afanion. Amas de Casa, vecinas de la calle del Prado, de las Monjas y la Cruz Verde destinaron los donativos que los vecinos realizan a la cruz a este fin.(Ver artículo)
Nunca falta el centeno, -ni los huevos duros-, en la cruz del Grupo Cultural El galán de la Membrilla, en el Centro Cultural de San León; un monte bajo donde siempre aparecen los elementos de la Pasión aunque este año ha querido dar mayor protagonismo a la Resurrección.
Una resurrección que vivió en primera persona la cruz situada frente a Correos, que este año no sólo recibió el calor de vecinos y del fuego de la hoguera, sino que lució engalanada para recibir la visita y el canto de los mayos. Junto a ella, la cruz de las vecinas de la Calle de Santiago, un montaje floral con el trasfondo del Año de la Misericordia al que se han sumado este año las nuevas generaciones. Y una cruz especial porque pasa la noche acompañada por los vecinos, con rezo del rosario a las tres de la madrugada, al calor del fuego, hasta el amanecer del día 3. Más arriba, en “Corea”, la cruz de mayo se vestía con motivos manchegos para escuchar los mayos en el entorno de San José de Calasanz, en una temprana monda de la rosa del azafrán.
Completa catequesis de la Eucaristía y la Pasión la que se desarrolla en la Cruz de la familia Martín Herrera en una panorámica de 360º que rescató incluso elementos para el recuerdo, como el gallo de la antigua carroza de la Veracruz que tantas miradas de niños recibió durante las Semanas Santas de hace años. Mientras, las vecinas de la Calle del Prado sorprendieron con una elegante versión del reciclado más actual: Una cruz hecha con anillas de latas de refrescos inmersa en el espíritu del Año de la Misericordia. Siguiendo la misma calle, los motivos florales y vegetales en la tradicional cruz de la familia Serrano.
Fue una gran idea vecinal pensar en la Plazoleta de las Monjas para vestir la Cruz de Mayo, recuperando un entorno extraordinario en la noche del 2 de mayo. El Calvario sobre monte recibía a los vecinos con una nueva corona de espinas regalada por Pepe Chacón y, esta vez, la Misericordia encontrada en el pasaje evangélico del buen samaritano. Cerca, la antiquísima cruz de la iglesia (su réplica) lucía un solitario sudario añorando otras noches más concurridas.
Completaban el recorrido “oficial” dos cruces más: la vestida por las Amas de Casa en la sede de su asociación, - un retorno a la antigua cruz que tantas familias de Membrilla han vestido en sus casas con múltiples figuras de santos y adornos aportados por todo el vecindario-, y la Cruz Verde, entre hiedras y motivos vegetales; una cruz que también ha vivido un importante recambio generacional pero que jamás pierde el entrañable calor de los vecinos mayores.
El alma de la noche: los mayos, jotas y seguidillas que siguen recuperando y conservando para el rico patrimonio folclórico local la Rondalla Marmaria, los Toconeros y la nueva rondalla nacida en el seno de la Asociación de las Amas de Casa. 
