Los Reyes Magos recorrieron las calles de Membrilla en la noche del día 5 participando en una novedosa Cabalgata cargada de regalos y buenas intenciones organizativas que confirieron al evento un nuevo aire que los vecinos, en general, agradecieron.
Como primera novedad, la Cabalgata de Reyes cambió el itinerario seguido en los últimos tiempos, ampliando el recorrido por la población y ofreciendo a los vecinos de otros barrios la posibilidad de vivir la fiesta de un modo más cercano. Si bien es cierto que la congregación de público era mayor cuanto más cerca del Nacimiento montado en la Plaza del Azafranal, muchos vecinos salieron a las calles para recibir a Sus Majestades de Oriente en una noche donde la buena temperatura se alió con la ilusión de los más pequeños.
Además de algunos cambios en cuanto a los elementos participantes en la cabalgata, como la desaparición del Castillo de Herodes o una mayor implicación de las peñas locales, y a la propia organización interna de la misma, el hecho más novedoso supuso la implicación de todas las bandas de música de la localidad. La música y los músicos locales se convirtieron así en los protagonista de la Cabalgata de Reyes 2012, poniendo de relieve el tremendo potencial artístico de la localidad y sirviendo quizá de pequeño homenaje al gran trabajo que todos los músicos realizan a lo largo del año. Participaron en la cabalgata las dos bandas de aire, la Asociación Musical Maestro Emilio Cano y la Banda de Música Virgen del Espino, y las tres bandas de cornetas y tambores de tres hermandades de Semana Santa: la de la Verónica, la de Jesús Nazareno y la de San Juan, todos convenientemente caracterizados para la ocasión y llenando las calles de villancicos.
Las comitivas reales de Melchor, Gaspar y Baltasar, ayudadas por miembros de las peñas locales, precedidas por la Corte de honor de los Desposorios 2011 y escoltadas también por las peñas caballistas de la localidad, siguieron la estela de la estrella de Belén hasta llegar al gran belén viviente instalado en la Plaza del Azafranal, donde los sabios de Oriente hicieron entrega de sus presentes al Niño Jesús y, posteriormente, a los niños que se acercaron a sus carrozas reales.
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