En diciembre del año 2006, el músico Fernando Argenta visitaba Membrilla de la mano de su amigo Francisco Menchén para inaugurar las nuevas instalaciones de la Escuela Municipal de Música tras la ampliación llevada a cabo en el edificio de los Paseos del Espino. En aquella ocasión, el entonces alcalde Antonio Arroyo le invitó a celebrar un concierto en Membrilla acompañado por la Asociación Maestro Emilio Cano; un concierto que en esa primera visita no pudo celebrarse debido a la falta de un espacio adecuado tras el incendio intencionado de la Casa de Cultura. Aquella visita se cerró con un acto músico-familiar en el salón del Centro Social D. Pedro Roncero.
Pasados cinco años, superados los inconvenientes de las instalaciones y de los compromisos profesionales, Fernando Argenta regresa a Membrilla un 18 de mayo para ofrecer la misma versión de aquel espectáculo familiar aunque en esta ocasión con una diferencia muy notable: sobre el escenario del pabellón multiusos del Espino estuvo acompañado por la banda de música de la Asociación Musical Maestro Emilio Cano. Un hecho que convirtió el evento en un auténtico Conciertazo, de la calidad a la que nos tienen acostumbrados tanto Argenta como esta banda, que congregó quizá al mayor número de espectadores en un concierto celebrado en esas instalaciones.
Fernando Argenta, grande como siempre, jugó en todo momento con los músicos y con el público, sobre todo con los más pequeños, invitándolos a participar en diferentes piezas de divertida factura. Junto con los músicos, trasladó al auditorio a la Guerra de las Galaxias, metió al espectador en la piel del toreador de la Carmen de Biset y le hizo ser protagonista activo de piezas como la Polka Tris Tras, de Strauss hijo, o el bis de la Marcha Radetky, de Strauss padre. Sin olvidar el cierre apoteósico, con bajada a los infiernos de la mano de Orfeo incluida, en el que todo el auditorio puesto en pie bailó el ritmo desenfrenado del Can Can de Offenbach.
Actuar a la sombra, alargada, enorme, de Fernando Argenta es muy complicado porque el genio de este músico generoso, sencillo y humano llena el escenario y cautiva al espectador desde el primer momento. Pero sobre todo los que asistimos a aquel primer concierto notamos la tremenda fuerza que los instrumentos en vivo confirieron a este segundo evento frente a la música "enlatada" del 2006. Y allí, sobre el escenario, acentuándo la presencia del mismísimo Fernando Argenta, vibraron las vertiginosas notas de la Ammec en una intensísima Danza de los Sables, de Aram Kachaturian o en la obertura de Guillermo Tell, de Rossini, destacando de igual modo la espectacular y aplaudida Fiesta de las trompetas de Leroy Anderson protagonizada sobre el escenario por los solistas Pedro, Jesús Manuel y Rafa.
Junto con estos tres trompetas, y bajo la dirección de Gustavo Ramírez, otro medio centenar de músicos vistieron el espectáculo de un color magnífico, poderoso, inmenso. Juan, Víctor, Cayetano, Víctor, Álvaro y Antonio completando las trompetas; Luis, José Carlos, Belén, Lourdes y Christian con los oboes; Pilar, Amparo, Natividad, Ana, Yolanda y África a las flautas; Félix, J. Antonio, Cristina, Ana, Inés, María, Celia, Caty, y Cati, Eva, Estefanía, Beatriz, Elena, Mª Victoria, Jose Vicente, Ismael, Teresa y Yolanda en los clarinetes; Asun, J. Antonio, Mª Isabel, Beatriz, Eduardo, Marta, Victoria, Carmen, Maria, Luis, Diego y José Luis con los saxofones; Verónica, Manuel y José con las trompas; Miguel, Paco y Emilio en los trombones; Luis y Rafael con las tubas; J. Antonio, Pedro, Juan, Alfonso y Raúl con la percusión. Y quizá alguno más...
Probablemente sus nombres no sean tan famosos, tan reconocibles como los de Fernando Argenta, pero ayer marcaron la diferencia.
Con nuestro agradecimiento a Emilio Cano, por estar siempre ahí.
Fotos: Fdez. Megías/Rafael Cano
