Don Arturo y la boda de mi hijo en la ermita del Espino

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Don Arturo es un hombre solitario; raro, dice la gente. Se quedó sin pareja hace algunos años y desde entonces está con una señora que hace la comida, limpia la casa, lava y plancha; y vive en la misma casa. Tiene su habitación y todo. Ella también riega las plantas y hace la compra. A veces hablan entre ellos, pero poco. Han llegado a decir (¡hay que ver lo que sabe la gente!), que están casados, pero que nooo …, quiero de decir que cada uno va por su lado.

Don Arturo se ha jubilado hace nada. Trabajó toda su vida en una gran empresa de la que era el director general. Eso sí, se le respetaba como a nadie. Claro que él, se lo merecía. No había otro igual. Trataba a todo el mundo con naturalidad. Cuando te veía, se paraba y te preguntaba cómo estabas, si necesitabas algo. Le hacía sentirse a una importante, y a mí me gustaba que me vieran con él. Un sobrino mío, que trabajó en la empresa, contaba que, si tenías un problema, Don Arturo te daba la solución. Sabía un montón de cosas. No creo que lo supiera todo, como decían las cotillas de mis amigas, pero cuando no lo sabía, decía mi sobrino, que siempre buscaba la forma de darle una solución. ¡Y eso daba tranquilidad a todo el mundo! Yo le conocía bien porque fue vecino de mi hermana.

Me lo encontré la otra tarde por la plaza Grande. Qué alegría me dio verlo. Seguro que me lo notó. Llevaba no sé cuánto sin saber de él. Como Don Arturo entendía de obras públicas, llevaba una revista de arquitectura. No, si está bien enterado de cómo se mueve el mundo. Le gustaba ir arreglado. El aspecto, decía él mismo, no había que descuidarlo. Yo también iba bien, con una falda a estreno y que ayer estuve en la peluquería. Va usted -le pregunté- para su casa. Sí -me dijo-, acompáñame y me cuentas qué tal te va.

Iba yo tan ancha acompañando a Don Arturo. A ver si me ve la Joaquina, que se va a morir de envidia. -Cómo está tu hijo-, me preguntó muy amable. Como era él.

-Se casa pronto, le contesté.

-Que sea enhorabuena. ¿Estarás contenta?, -respondió.

 Se lo digo o no se lo digo, cavilaba yo para mis adentros.

-Pues mire usted, tengo un poco de disgusto -me decidí a contarle.

-No me digas, Elvira. Si una boda es motivo de alegría y de celebración. Qué es lo que te disgusta, si se puede saber.

-Es que, con esto de los preparativos… Por un lado, comprarse ropa, que hay que ver lo que cuesta todo, y es que ahora no puedes ir de trapillo, hay que ir como marqueses. Luego, a ver a quién invitas. La familia y los amigos más cercanos, no hay duda. Pero luego hay un montón de compromisos con vecinos que casi no tienes trato, y con algunos parientes que no he visto desde que hice la primera comunión, y todo para que no digan. Y es que luego vas a invitar a algunas, y no es que te pongan mala cara, pero se ve que no le hace ni pizca de gracia. ¿Otra boda? -te dicen- Pues este año tenemos tres.

Y para colmo, te cruzas con otra que ni te mira y luego te enteras que es que se ha enfadado porque no la invitaste a la boda. Nada, que no se acierta nunca.

Y luego está el banquete. Que tiene que ser como lo hace todo el mundo, pero es que a mí y a mi hijo nos gustaría hacerlo de otra manera y a cada cosa que decimos nos salen con el mismo cantar. Que eso no lo hace nadie, que qué van a pensar, que eso está mal visto. Vamos, que lo que manda es lo que va a decir la gente. Y mire usted, esto es lo que me disgusta. A ver por qué tiene que hacer una las cosas que haga la mayoría. Me estoy yo cansando de tanta mayoría; y yo, la minoría, no puedo ni rechistar algunas veces. ¡A ver qué hay que hacer! ¿Usted me comprende? Ya sé que no es asunto suyo, pero qué haría usted. Perdone que le pregunte por estas cosas que ni le van ni le vienen.

-No, mujer -me dijo después de escucharme atentamente- no hay nada que perdonar. Te diré que planteas un tema muy interesante.

-¡Ah, ¿sí?! – me extrañó.

-Lo que voy a contarte -dijo con voz tranquila- vale para muchas situaciones donde se plantean cómo una idea o costumbre de la mayoría puede cambiar. La psicología social ha estudiado diversas teorías llamadas “la influencia minoritaria”, “la consistencia” o “la expansión de ideas”. No te asustes, que intentaré explicártelas de forma resumida.
Generalmente, la mayor parte de la población tiende a compartir creencias y costumbres acordes con lo que la sociedad en la que vive suele dictar. O sea, que se tiende a hacer lo que la mayoría hace, para ser aceptado socialmente. Para que una idea minoritaria acabe por expandirse, es necesario que la idea se vea consistente. Esto quiere decir tres cosas: Que se tenga claro lo que uno quiere; segundo, que se mantenga firme. Vamos que hay que ser un poco terco. Y, por último, no hacer caso a las presiones.
¿Tienes alguna duda? ¿Lo explico correctamente? -me preguntó, después de una pausa.

-Más claro, agua. -Le dije con entusiasmo

 -Si lo que haces, -continuó- aunque sea diferente, le gusta a otra o varias personas, se forma una minoría que comparte la misma opinión. A medida que esa idea o manera de hacer se va aceptando, con el tiempo puede llegar a ser mayoritaria. A lo largo de la historia, una ideología o costumbre predominante en diversas épocas, culturas o sociedades se ha ido transformando. Cambios enormes han sido impulsados por ideas surgidas de unas pocas personas y que con el tiempo se han ido aceptando por otros muchos ciudadanos.
Espero no haberte aburrido. Y realmente no sé si te ayudo con todo esto.

-Ahora sí que sí. La boda va a ser como decimos mi hijo y yo. Me ha abierto usted los ojos. Si ya sabía yo que usted tiene solución para todo. Muchas gracias. Si necesita algo que yo pueda hacer por usted, ya sabe dónde vivo. Me voy, que ya es tarde y tengo que hacer la cena.

Menudo runrún tuve las siguientes semanas. Pero que la boda se hizo como nos gustó a nosotros; y luego muchas me dijeron que les había gustado un montón, que a ver si la gente se animaba a celebrar así las bodas. Para que veas.

 

Postulado

No subestimes nunca el poder de la imaginación y de las ideas propias, aunque no sean compartidas por la mayoría. Defiende tu punto de vista.