Coger el toro por los cuernos

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En pocas ocasiones puede hacerse un uso tan apropiado de esta expresión para afrontar la problemática de los festivales taurinos en poblaciones como la nuestra. Ya en los años 1999 y 2000 las corridas de toros dejaron de celebrarse debido a la iniciativa de Antonio Arroyo, alcalde de Membrilla en esos años. Reanudado el festejo, cada lunes de desposorios se programa una única corrida de toros en vez de varias como venía haciéndose anteriormente.

El año pasado se produjeron unos sucesos que no pasaron inadvertidos, siendo considerados bochornosos, incluso por la peña taurina local, que colaboraba con la organización. El lanzamiento al ruedo de litros de vino, cubitos de hielo, un hueso de jamón, e incluso un animal vivo (¿un pollo?) molestaron a toreros y trabajadores. Los toros gozan de una gran benevolencia por parte del público y de autoridades frente a otros espectáculos. Es fácil imaginar que si esos mismos comportamientos se hubieran producido en el campo fútbol o en la casa de cultura se habrían aplicado severas sanciones.

Pese a estos incidentes el festejo taurino se mantiene en la programación, que lejos de suprimirlo, se llevará a cabo pero con el establecimiento de una serie de medidas que van orientadas a proteger al torero más del público que del toro.

Ni siquiera puede con ellos la actual coyuntura económica como ha ocurrido en otras poblaciones españolas donde, según el diario EL PAIS, se han cancelado un 20% de los festejos taurinos.

He constatado que en nuestra población no existe ningún movimiento anti-taurino, ni siquiera por razones del comportamiento salvaje (no del toro y del torero) sino de parte del público asistente, lo que supone un nulo aporte a los valores educativos que transmitir a los menores.

En mi opinión, lejos de coger el toro por los cuernos, más parece que se ha optado por mirar los toros desde la barrera.

Y tú, qué opinas ...