Es de agradecer que la fiesta del cine español reunida bajo el paraguas de los Premios Goya haya dado visibilidad a las personas con diversidad funcional en la figura de Jesús Vidal, protagonista de la película Campeones galardonado con el premio al Mejor Actor. Y una visibilidad positiva, destacando, sobre todo, la tremenda realidad de este grupo: son iguales al resto de las personas, capaces, pero limitadas por una enfermedad o problema que resta movilidad o crea otros obstáculos físicos o psíquicos.
Pero el verdadero reto de la sociedad actual no está en dar visibilidad, que ya es importante, sino en superar conceptos como el de integración para conseguir una verdadera INCLUSIÓN, una convivencia normalizada de este colectivo en la sociedad.
La plataforma visual que la televisión ha otorgado a la figura de Jesús Vidal ha potenciado el concepto de discapacidad retratado en la película de Fesser. Como si no hubiese existido hasta este momento. Ahora todos compartimos en redes sociales el discurso, aplaudimos la igualdad y nos posicionamos socialmente del lado de la inclusión y su defensa.
Pero puede suceder que nos movamos sólo en el frío y volátil mundo del ciberespacio, mirando una pantalla que nos emociona, olvidándonos de lo más importante: Campeones no retrata una realidad virtual, sino que realiza un boceto más o menos acertado. -pero siempre útil y aplaudible-, de la realidad que día a día miles de ciudadanos están viviendo a nuestro lado, fuera de las pantallas.
En Membrilla, como en todas las localidades de España, también hay CAMPEONES. No protagonistas de una película, sino protagonistas de la propia sociedad en la que nos movemos cada día. No están en la pantalla: están a nuestro lado. Aquí, por ejemplo, se llaman ÚNICOS. Y forman parte de una asociación que lucha diariamente por conseguir unas condiciones de inclusión real a través de proyectos propios o ajenos como el Equipo Pálante de AMEMSA, entre otros cientos de iniciativas y actividades realizadas en su sede de los Paseos del Espino. Son Campeones nacidos en el seno de familias de Campeones, como apuntó Vidal; con padres y madres que apuestan por ellos cada minuto del día.
Retuiteamos, compartimos, damos likes a los vídeos sobre Vidal, pero ¿cuántos retuiteamos, compartimos, damos likes, hacemos un seguimiento y participamos en las actividades que realiza Únicos durante los 365 días del año en Membrilla?
Aplaudiremos siempre al grandísimo Jesús Vidal. Y al resto de protagonistas de Campeones. Se lo merecen. Pero no dejemos que lo de Campeones sea sólo una moda pasajera que desaparezca cuando se apaguen los focos del escenario del Palacio de Congresos de Sevilla tras la gala de los Goya y dejen de entrevistar a los ganadores.
Hay campeones viviendo a nuestro lado los 365 días del año. También aquí en Membrilla. Y también necesitan nuestra mirada y nuestro aplauso.
Son nuestros CAMPEONES. Y aquí se llaman ÚNICOS.
UNA REFLEXIÓN FINAL SOBRE EL TÉRMINO “CAMPEONES”
DESDE LA VISIÓN DE LOS PROFESIONALES QUE TRABAJAN CON ESTE COLECTIVO
Hemos utilizado para el titular de este artículo el término “Campeones”. Es un término correcto, desde luego. Pero además está de moda, por la película, lo que lleva al lector rápidamente a situarse en la historia. Pero tenemos que empezar a dejar de etiquetar a las personas con algún tipo de problema (sea cognitivo, físico, sensorial…) como “superhéroes”.
Detrás de la indudable labor que ha hecho la película poniendo a personas con diversidad funcional en el punto de mira, dándoles un espacio, brindándoles la oportunidad para que hablen de los problemas que se encuentran día a día (prejuicios, injusticias, barreras…) es irse al otro extremo cuando se empieza a hablar de ellos y ellas como que, su diversidad les hace grandes, “especiales”, agradables, entrañables, poderosos… Atributos propios de, como decíamos arriba, superhéroes.
Y es aquí donde llega la crítica de gran parte de los profesionales hacia la película y al particular mensaje que hay de fondo. Por tener diversidad funcional no son campeones de nada. Es más (**spoiler en la película pierden…), al final no pasa nada porque como son personas con diversidad funcional, lo importante es divertirse. Es aquí donde la película se va a los tópicos y al buenismo. Cualquiera que se prepara para ganar un partido y pierde tiene el derecho de enfadarse, entristecer, llorar… Pero bueno, como son así. pues no pasa nada. Esto se aleja de la normalidad. Otro ejemplo de la película es cuando van en autobús. La discusión del protagonista con una señora porque un chico va cantando y molestando. ¡Claro que las personas con diversidad funcional tienen que coger el autobús! Es lo normalizado, pero las personas no van cantando ni molestando. La intervención adecuada y que debería plasmar la película es con el chico en sí para que aprenda que no puede ir así en el autobús. La solución no es que haga lo que quiera ni (cómo se hace en la película) dejar de coger el bus e ir en caravana.
El buenismo (que es de donde viene todo este vocabulario de “campeones”) es lo que hace mucha gente cuando está o ve a personas con diversidad funcional. Las trata desde un paternalismo e infantiliza. Antes había una relación de jerarquía y se discriminaba. Ahora no se discrimina (no como antes, al menos) pero la relación de jerarquía sigue estando. No se trata de igual a igual. Cuántas veces, desde que salió la película, los trabajadores con este colectivo han tenido que oír eso de “Venga chicos, que sois unos campeones”. Gente que no los conocía y se cree con el derecho a hablarles.
Además, ¿campeones de qué? Un artículo reflexionaba el otro día sobre esto (LEER). No son campeones por tener diversidad funcional, son personas que tienen que vivir con una serie de déficits motores, sensoriales o intelectuales y tienen que trabajar día a día para que la sociedad no les ponga más trabas aún.