“LO QUE HEMOS VISTO Y OÍDO”. JMJ LISBOA 2023

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“Por nuestra parte no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído” (Hch 4, 20). Al igual que los apóstoles Pedro y Juan, los jóvenes de Membrilla que hemos peregrinado a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) celebrada en Lisboa desde el 1 al 6 de agosto no podemos más que “contar lo que hemos visto y oído”, y añadimos, lo que hemos vivido y rezado.

Este peregrinaje comenzó a finales del año 2022, en el que el grupo de jóvenes de la parroquia formado por chicos y chicas desde los 15 hasta los 30 inició los primeros pasos para prepararse para la JMJ de Lisboa, organizando distintas iniciativas para la obtención de fondos que permitieran sufragar la peregrinación, o al menos, en parte. Así, se organizó una chocolatada en la tarde del 31 de diciembre en la Plaza del Azafranal a fin de combatir el frío de los participantes y asistentes a la tradicional carrera de “San Silvestre” mediante la venta de chocolate, café y bizcochos, lo que tuvo una gran acogida por parte de todos los asistentes.

También fuimos los encargados de traer la “Luz de la Paz de Belén”, traída desde el mismo Belén (Israel) permaneciendo en la Parroquia durante toda la Navidad, iluminando los hogares de todo aquel que quiso iluminar a su familia con la Luz de Belén.

Una vez iniciado el 2023, se realizaron pulseras con la frase “No tengas miedo, solo ten FE”, que sirve de lema para el grupo de jóvenes de Membrilla, las cuales se vendieron durante toda la cuaresma en las misas de fin de semana y que tuvieron una gran acogida.
 
Llegado el mes de mayo, en la Cruz de Mayo de la Ermita del Espino se preparó por el grupo un rosario, a fin no solo de prepararnos materialmente, sino también espiritualmente para tan grande acontecimiento. Lo recaudado como donativos en la Cruz de la Ermita fue donado por la Cofradía de la Virgen del Espino para el grupo de jóvenes peregrinos.

En la misma línea de prepararnos espiritualmente, el grupo celebró una vigilia de oración a primeros de julio en la Capilla del Santísimo, ofreciendo al Señor los esfuerzos y los desvelos del grupo como preparación a la JMJ, viviendo en comunidad y hermandad todo el grupo. Por último, el domingo 23 de julio celebramos la Misa de Envío en la Parroquia, preparando la misa y cantos, en la que nuestro párroco, D. Raúl, nos animó a vivir con esperanza nuestra fe y a dar testimonio vivo con nuestra vida en la JMJ y, sobre todo, después de ella. 

Todo estaba listo, el momento había llegado. El miércoles 26 de julio, el primer grupo formado por 17 jóvenes, con Romualdo Alumbreros como responsable, se dio cita en Santa Catalina para trasladarse a Daimiel, donde los autobuses los llevarían hasta São João do Campo, donde vivirían los Días en las Diócesis, acogidos por familias del lugar. 

El cansancio que conlleva un viaje de tantas horas se olvidó al bajar del autobús y ver el recibimiento de todo el pueblo con nuestra llegada. A partir de ese día, multitud de actividades fueron planificadas por y para nosotros: la visita a la vaquería, juegos tradicionales, pintura del mural…Poco a poco, el grupo comenzamos a exteriorizar nuestras emociones y sentimientos; comenzamos a estrechar lazos y a compartir lo más bonito que tenemos: la Fe. 

Después de convivir cinco días con familias que se dejaron la piel por nosotros, pendientes en todo momento que estuviésemos lo mejor posible, tuvimos que decirles “hasta pronto”. Fue una despedida dura pero sabíamos que en São João do Campo siempre tendremos un hogar al que volver. 

El lunes 31 de julio marchaban otros dos miembros que se unían a todo el grupo para dar comienzo a la semana de la JMJ. Nos reunimos en Cascais, localidad cercana a Lisboa donde dormimos unos 500 jóvenes que participamos de la diócesis de Ciudad Real. Ese mismo día acudimos al Encuentro de Españoles que se celebró en Estoril con la presencia de unos 50.000 españoles, participando de una gran misa presidida por el Cardenal de Barcelona y Presidente de la CEE, Don Juan José Omella, en la que animó a los jóvenes a descubrir la vocación que Dios tiene para cada uno de nosotros con unas palabras que calaron en todos los que allí nos encontrábamos. Tras la misa, y habiendo repuesto las fuerzas, disfrutamos del “Festival de la Juventud”, en el que hubo conciertos de distintos grupos, con petición de mano incluida por parte de un joven a su novia. Tras la caminata de vuelta a Cascais, disfrutamos de la primera noche en el Polideportivo. Dejamos a la imaginación de cada uno los múltiples sonidos que se podían escuchar…

El martes 1 de agosto comenzó la JMJ. La mañana fue libre por lo que el grupo decidió acudir a Lisboa a visitar sus principales monumentos como el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belén y el monumento del Descubrimiento, experimentando en primera persona el ajetreo de un evento mundial con una participación tan alta. Por la tarde, acudimos al Parque Eduardo VII para la Misa de Inauguración presidida por el Cardenal-Patriarca de Lisboa. La bandera de Membrilla era nuestra guía en todo momento, llamando la atención de españoles y extranjeros, muchos de los cuales se querían hacer una foto con ella (algunos se pensaban que éramos ucranianos).

Llegamos al miércoles 2 de agosto, dando comienzo a los tres días de “Rise Up”, catequesis matinales en Cascais, la ciudad donde dormíamos. Estas catequesis se celebraban en el hipódromo de Cascais en el que se había instalado un gran escenario para acogerlas. Este día la dirigió el Arzobispo de Sevilla, don Jose Ángel Saiz Meneses, cuyo tema a tratar fue la ecología integral, en el que tuvimos la oportunidad de hablar en grupos y reflexionar sobre el papel que influye la ecología a nivel económico, social y cultural en nuestra sociedad. A su vez, por todo el recinto contábamos con la presencia de sacerdotes dispuestos a la confesión, lo que nos permitió confesar y poder vivir la JMJ con la paz y la misericordia del Señor. Tras la catequesis, celebramos la Eucaristía presidida por el Arzobispo de Sevilla, junto con otros 4.000 jóvenes de habla española. ¡Qué alegría poder rezar todos juntos! Por la tarde, disfrutamos de Cascais visitando el puerto, reponiendo fuerzas y protegiéndonos del calor lo mejor que sabíamos.

El jueves 3 de agosto llegó el Papa a Lisboa y todo empezaba a masificarse mucho más. Miráramos por donde miráramos, siempre había gente. Tras el desayuno que nos daban los voluntarios de Cascais en el Polideportivo, nos dirigimos a esperar al Papa Francisco que pasaba por la ciudad para visitar una Fundación. Los momentos de espera servían para hablar, descansar y, como no, cantar. No faltaron momentos de cantes, desde canciones religiosas, a lo más flamenco del momento, lo que nos permitía conocer a gente nueva, ver otras realidades y hacer las esperas más amenas. Una vez que pasó el Papa Francisco, al que vimos de pasada puesto que iba en un coche cerrado, nos dirigimos a la catequesis que estaba dirigida por un obispo latino. Tras la misa, a buscar sitio para comer. Hay que decir que esta semana más de uno se ha acordado de las lentejas de su casa. Por la tarde, estuvimos por la zona más turística de Cascais, comprando recuerdos para nuestros familiares y amigos, pasando unas horas más relajadas y distendidas, lo que nos servía para “hacer más piña” aún todo el grupo.

 

 

Con la llegada del viernes 4 de agosto, comenzaban los días en los que se desarrollarían los actos más principales de toda la JMJ, y como no, también los más multitudinarios. Este día se unieron otros dos miembros del grupo que peregrinaron para disfrutar del fin de semana. 21 jóvenes de Membrilla en la JMJ, no estaba nada mal. Por la mañana participamos en la última “Rise Up” que fue dirigida por el Arzobispo de Zaragoza, que nos habló de la vocación a la que cada uno estamos llamados como cristianos, ya sea a la vida consagrada o sacerdotal, o al matrimonio cristiano. Tras la misa correspondiente, nos dirigimos a comer rápidamente ya que había que marchar para Lisboa para acudir al Vía Crucis dirigido por el Papa Francisco. Las comunicaciones en Lisboa, como el propio carácter portugués, se caracterizan por su tranquilidad, por lo que había que ir con calma si queríamos llegar a tiempo. Puestos en camino hacia Lisboa, el metro siempre era una oportunidad para conocer a otros españoles que se iban sumando en cada parada, lo que nos permitía intercambiar estampas, pulseras y experiencias.

Como era de esperar, la multitud cada vez crecía más, ríos de gente por las calles invadían todo, lo que hacía que la bandera de Membrilla que llevábamos se alzara como vela en medio del mar para guiar a este grupo y que todos fuéramos juntos. Pudimos disfrutar el Vía Crucis en una de las calles cercanas al parque donde se celebró, contando con una pantalla gigante, aguantando alguna que otra hora de antelación. Desde Membrilla nos llegaban mensajes de familia y amigos que seguían las celebraciones desde las retransmisiones por televisión, mensajes de ánimo y mensajes de apoyo. También las redes sociales del grupo, así como las de los propios miembros del grupo han intentado mostrar a todos lo vivido. El interés era grande y se notaba.

El Vía Crucis fue un momento muy especial para todos, por el recogimiento con el que se vivió por parte de la multitud de jóvenes allí congregados; por la escenografía impactante que desarrollaron en cada una de las estaciones; por la presencia del Papa orante, que con su silencio nos daba testimonio de oración; y por la profundidad de las reflexiones, que de forma breve e intensa nos hacían reflexionar y rezar  sobre las realidades más dolorosas del mundo, siendo los jóvenes quiénes con nuestra oración acompañamos a Jesús crucificado. 

Con el corazón lleno, volvimos a Cascais para descansar antes de encarar el fin de semana de la JMJ, que nos deparaba los dos actos más multitudinarios y principales de todo el programa de la misma: la Vigilia de Oración del sábado por la noche y la Misa de Envío del Domingo por la mañana, ambas presididas por el Papa Francisco.

El sábado 5 de agosto empezó temprano ya que había que recoger todo lo que teníamos en el Polideportivo para dejarlo en los autobuses que nos trasladaban hasta el Parque del Tejo, donde pasaríamos sábado y domingo. A su vez, había que preparar una pequeña mochila donde llevar todo lo necesario para dos días. La frase más oída ese día fue “vamos a la guerra”.

 

 

Una vez que los autobuses nos dejaron lo más cerca que podían, nos quedaban en torno a 10 km hasta poder entrar a la parcela en la que la diócesis de Ciudad Real tenía asignada la estancia. Fueron unas horas de mucho andar, mucho calor y mucha gente, allí todo era a lo grande. La bandera de Membrilla fue la encargada de abrir y guiar a todo el grupo de Ciudad Real, lo que sirvió para permanecer todos unidos lo máximo posible. Fue en esos momentos donde el grupo dio muestra de su mayor unión y solidaridad ya que entre todos nos íbamos refrescando echándonos agua los unos a los otros por encima, dándonos comida y animándonos, evitando que el cuerpo y el alma se vinieran abajo. En ese momento, el ánimo del cuerpo era fundamental y el grupo mostró su fortaleza como nunca antes.

Por fin llegamos al Parque del Tejo y nos instalamos donde pudimos dentro de nuestra parcela (B09), disfrutando de un estupendo suelo de tierra y de un sol de justicia que apretaba más que nunca. De nuevo, el grupo dio muestras de su fortaleza y unión y entre todos nos ayudamos buscando grifos con agua, llenando botellas y refrescándonos. Poco a poco, el sol iba bajando y el calor iba remitiendo a la misma vez que el ánimo iba creciendo. Como teloneros de la Vigilia de la Oración, actuó el grupo “Hakuna Group Music” con un concierto que nos hizo disfrutar de sus canciones más conocidas, muchas de las cuales estamos escuchando en muchas de nuestras celebraciones. La alegría era contagiosa y el ánimo estaba dispuesto a vivir uno de los momentos más especiales de toda la semana.

Llegó el Papa Francisco a la explanada y comenzó la Vigilia a las 20.45 h, con el sol ya de caída. 

“Solamente es lícito mirar a alguien de arriba para abajo si es para ayudarle a levantarse” 

“La alegría es misionera” 

“Solo hay una cosa gratis: el amor de Jesús” 

“No tengan miedo”

Estos fueron algunos de los mensajes que el Papa nos dejó esa noche. Qué mensajes y cómo calaron. Y llegó el momento de la Adoración Eucarística. Resulta paradójico que en el lugar donde más gente estábamos, en torno a 1,5 millones de personas, se viviera el momento de mayor silencio que ninguno habíamos presenciado. Silencio y oración. Todos adorando de rodillas. La presencia de Dios nos hizo enmudecer, con una mirada era suficiente. Cada joven, con sus problemas y preocupaciones, con sus alegrías y sus penas, con sus virtudes y sus defectos, rezaba y ofrecía en silencio en ese sublime momento en que Dios nos muestra su sencillez. En un trozo de pan se esconde Dios y nos mira a cada joven y nos llama por nuestro nombre, porque solo en el silencio es donde podemos escuchar a Dios.

Todo el cansancio, todo el sufrimiento, todo el sueño, todo lo que habíamos pasado cobró sentido en ese momento.

 

 

Llegada la noche y finalizada la Vigilia, se intentó dormir lo mejor que se pudo. Hubo quién lo logró ya que el cansancio era el mejor amigo, y hubo quién prefirió pasar una noche de cantes y guitarras. Al final, el cansancio se hizo presente y el Parque Tejo se convirtió en un mar de sacos de dormir. Poco duró el sueño cuando en torno a las 6.30h de la mañana nos despertó una de las novedades de esta JMJ. El padre Guillerme, sacerdote militar de Portugal y DJ, nos despertaba con temas clásicos remasterizados con Techno, con una sesión de música digna de los mejores festivales de música. Antes del comienzo de la Misa de Envío, el Papa Francisco quiso estar cerca de los jóvenes que allí nos encontrábamos y se paseó en su coche descubierto por todas las cuadrículas en las que estábamos organizados, donde algunos miembros del grupo pudimos verlo de cerca con su alegría natural.

En la Misa del Envío del domingo 6 de agosto, día de la Transfiguración del Señor, el Papa Francisco nos invitó a reflexionar sobre tres verbos presentes ese día en el Evangelio: Resplandecer, escuchar y no tener miedo. Como siempre, el Papa con un lenguaje sencillo nos daba un mensaje lleno de enseñanzas para reflexionar detenidamente. Al terminar la Misa, el Papa nos dio dos grandes anuncios: por un lado, nos convocaba a todos al Jubileo de los Jóvenes en 2025 en Roma; y, por otro lado, anunciaba la sede de la próxima JMJ, que será en Seúl (Corea del Sur) en el año 2027. Nos enviaba al mundo a anunciar lo que habíamos vivido, lo que habíamos rezado, lo que habíamos aprendido, a ser discípulos de la verdad en el mundo, pero, más aún, en nuestra pequeña parcela de sociedad.

Una vez alcanzados los autobuses después de una buena ruta de vuelta, toda la diócesis de Ciudad Real pusimos rumbo para nuestra casa, con el corazón lleno de experiencias, encuentros, palabras y vivencias, pero, sobre todo, lleno de Dios. Al llegar a Membrilla, el grupo de jóvenes quiso dar las gracias a nuestra Madre, la Virgen del Espino, que ha estado muy presente estos días y ante la que nos presentamos cantando, rezando y dando gracias. No podíamos terminar nuestro peregrinaje de mejor forma que ante Ella, la que siempre nos cuida e intercede por nosotros. Tras el encuentro con nuestra Madre, nos dirigimos a nuestras casas donde nos esperaba nuestras familias, nuestra cama y una merecida ducha, que falta nos hacía.

La experiencia de la JMJ no deja indiferente a nadie que la vive con intensidad y con ánimo de crecer y vivir en la fe. Hay muchas anécdotas que se podrían contar, pero creo que eso queda en el corazón y la memoria de los que hemos participado. Con este relato, hemos querido dejar constancia de nuestro peregrinaje y que nuestro pueblo pueda conocer lo que hemos visto y oído, y lo que hemos vivido y rezado.

Jóvenes cristianos de la Parroquia de Membrilla

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