Los dos años de ausencia forzada por el coronavirus y las buenas temperaturas cimentaron una intensa Madrugada de Viernes Santo en Membrilla, con miles de penitentes y vecinos viviendo de un modo más profundo su particular camino del Calvario acompañando la figura del Nazareno y del resto de protagonistas de su centenario Encuentro: la Verónica, san Juan y especialmente la Madre, Ntra. Sra. de la Soledad.
A las seis de la mañana partía del templo parroquial la procesión de la que forman parte las antiguas Cuatro Cofradías de la madrugada: la Hermandad de Jesús Nazareno, la Hermandad de la Santa Verónica y Cristo Crucificado, la Hermandad de San Juan Evangelista y la Hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad y Stma. Virgen de la Esperanza.
La primera, por segunda vez en su historia con el paso del Niño Jesús Nazareno de la Misericordia, portado en andas por los cofrades más jóvenes, de entre 8 y 12 años. Acompaña el cortejo el paso sobre andas de la apóstol María Magdalena, y el trono sobre ruedas del titular, Jesús Nazareno, centro de la devoción de numerosos fieles y cofrades que siguieron sus pasos en la Madrugada.
Le siguen en el cortejo la imagen de la Verónica, portada en andas por las mujeres de su hermandad, y el paso sobre andas de San Juan Evangelista, de nuevo repitiendo la fórmula de anderos cubiertos con verdugo estrenada el Jueves Santo. Cierra el cuadro procesional la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad con trono sobre ruedas. El acompañamiento musical, a cargo de la Banda de CCTT Jesús Nazareno, las Agrupaciones Musicales Santa Verónica y San Juan Evangelista y la Banda de Música Virgen del Espino, ejerciendo como banda de palio de la Soledad.
Y como eje central, el Sermón del Encuentro, antigua predicación sacerdotal que acompañada por el movimiento de las imágenes retrata ahora en el espacio de San Miguel el tremendo instante del Encuentro de la Madre con Jesús cargado con la cruz, ya condenado a muerte. En el escenario barroco de esta catequesis, dos figuras más, imprescindibles: San Juan, que busca al Maestro y acompaña siempre a la Virgen, señalándole al Hijo coronado de espinas. Y la Verónica con su simbólico gesto de piedad, limpiando el Rostro y permitiendo que la figura más humana del Nazareno sea reconocible a la Madre. El texto, original del sacerdote D. Pedro Roncero con algunos cuidados retoques estéticos y de contenido introducidos por el párroco Raúl López de Toro en el 2019, es leído por laicos desde 1994. En esta edición 2022, la lectura estuvo a cargo de Espino Alumbreros y Pedro Manuel López Villalta.
En el balance final, extraordinaria participación tanto de penitentes dentro de la procesión como de fieles en las calles. Intensos sentimientos cofrades. Algunas breves saetas salpicadas en el recorrido. Y un ritmo más lento que en ediciones anteriores motivado sobre todo por las buenas temperaturas, en un cortejo cuyos primeros penitentes, presididos por la cruz de guía del cuerpo de monaguillos de la parroquia, llegaban a la iglesia de Santiago el Mayor rozando las nueve y media.