La celebración de San Antonio de Padua fue siempre una de las fiestas más importantes del calendario religioso y social de Membrilla. De ello nos hablaba la preeminencia de la imagen del santo en la parroquia, antes y después de la destrucción del templo, y la riqueza de los ritos vinculados al culto que siguieron vivos a lo largo del siglo XX pero que fueron perdiendo visibilidad con la llegada del nuevo milenio.
Sólo visibilidad, porque de hecho la celebración de su fiesta en el templo es todo un acontecimiento local, -callado y sencillo-, con un templo casi siempre lleno de fieles participando en el culto al doctor de la iglesia y en la tradición del “pan de los pobres”, ritual simbólico hoy, pero que tuvo gran importancia en los “años del hambre” en nuestra población, cuando el cepillo del santo servía para adquirir pan para las familias más necesitadas de Membrilla. "La naturaleza nos engendra pobres: desnudos nacemos y desnudos morimos”, repetía el santo.
Y si la fiesta no ha sucumbido al olvido total ha sido gracias al trabajo, también callado y sencillo, de una pequeña hermandad local, la hermandad de san Antonio de Padua, encargada junto al párroco local de mantener la memoria del santo y sus panecillos. Presidida por Espino Atochero, al frente de una junta directiva de seis personas, la hermandad congrega a unos 150 fieles locales. La organización está inspirada por el sistema de coros y celadoras que tuvo la antigua Asociación de la Virgen de los Dolores. Su financiación, muy humilde, sin la presencia de aquél famoso cepillo del santo testigo de tantas promesas y peticiones, sostenida por una cuota anual de 2 euros y algunas donaciones puntuales que se destinan a tres fines principales: organizaciones y emergencias sociales, misa por los hermanos difuntos (una al fallecimiento de un hermano más una misa todos los días 13 de mes en sufragio por todos los difuntos de la hermandad) y mantenimiento de la tradición del pan de los pobres, aunque los panecillos del santo suelen ser donados en muchas ocasiones por alguna hermana o hermano.
Ni siquiera años tan dramáticos como el 2020 faltó la hermandad a su cita con los vecinos de Membrilla. La alarmante amenaza del coronavirus obligó a mantener la distancia, se limitaron aforos, no se cobraron cuotas en los domicilios, pero 450 panecillos del santo se repartieron en el templo parroquial en la tarde del 13 de junio bajo estrictas medidas sanitarias.
Este 13 de junio próximo se cumplirán 790 años del fallecimiento de san Antonio en Padua y Membrilla volverá al templo a honrar su memoria. Un triduo religioso servirá de prólogo a la celebración, desde el 11 y 12 de junio, a las 21 horas, para concluir en la propia función religiosa del domingo 13 de junio, en la misa de tarde (19:30 horas). Una celebración que este año podrá vivirse sin las restricciones de aforo de la edición anterior y que culminará con el reparto de los panecillos de san Antonio, también donados para la ocasión.