Coincidiendo con la celebración del primer aniversario de su toma de posesión como obispo de la Diócesis de Ciudad Real, monseñor Gerardo Melgar realizaba su primera visita a la parroquia de Santiago el Mayor de Membrilla el pasado 21 de mayo.
Hacía un año que Melgar presidió por primera vez la Eucaristía en la Catedral de Ciudad Real, acompañado por el nuncio, Renzo Fratini, su antecesor en la Sede Episcopal, Antonio Algora, una treintena de obispos, 166 sacerdotes y fieles.
El domingo, el obispo presidía en Membrilla la eucaristía en la que noventa y siete jóvenes y adultos de la parroquia recibían el sacramento de la Confirmación. Estuvo acompañado en la celebración por el párroco Raúl López de Toro y don Luis Sevilla, además de un seminarista de Ciudad Real.
En su intervención, don Gerardo instó a los nuevos confirmandos que iban a recibir el Espíritu Santo a ser auténticos discípulos de Jesús. El obispo recordó que, al igual que el Espíritu Santo hizo entender a los discípulos muchas cosas que no habían entendido del mensaje de Jesús y les ayudó a cambiar su actitud personal del miedo a la valentía de la predicación, así el Espíritu que recibirían el domingo les haría entender que no se puede hacer una religión a medida, que no vale todo, que sólo vale el estilo de vida propuesto por Jesús en los Evangelios.
Por ello, Melgar invitó a los nuevos confirmandos a ser agentes activos de evangelización, para que ante su testimonio, basado en hechos y no en discursos vacíos, las demás personas se vean motivadas a vivir la fe. Terminó su intervención pidiendo tres dones del Espíritu para los confirmandos: el don de la Ciencia, para conocer qué nos pide Dios frente al mundo; el don de la Fortaleza, para seguir luchando contracorriente en una sociedad sin Dios; y el don de la Piedad, porque no se puede creer sin practicar.
A continuación, los jóvenes y adultos de la parroquia recibieron el sacramento de la Confirmación. Tras la renuncia y profesión de fe, recordando el ritual del Bautismo, el obispo pidió al Padre que derramase su Espíritu Santo sobre los que se van a confirmar a través de dos gestos simbólicos: la unción con los óleos sagrados y la imposición de manos. Con carácter extraordinario y justificado por el numeroso grupo de confirmandos, el obispo delegó en el párroco Raúl López de Toro la potestad de impartir junto a él el Sacramento.
En recuerdo de este acto por el que Espíritu “se nos va a dar para llenarnos de sus siete dones”, los catequistas regalaron a sus confirmandos un recuerdo gráfico de los Siete Dones del Espíritu. La parroquia, por su parte, les hizo entrega de un crucifijo cuyo diseño emulaba la cruz de hierro del papa Francisco, de original iconografía, pues en ella no aparece Jesús crucificado, sino la figura del Buen Pastor con el Espíritu Santo en forma de paloma en la parte superior.