“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.”
Con estas palabras comenzaba el papa Francisco su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, que sirvió a la parroquia de Santiago el Mayor como tema principal del multitudinario Viacrucis que recorre las calles de Membrilla en la noche del Miércoles Santo. La Alegría del Evangelio, que nació para indicar los nuevos caminos para la marcha de la Iglesia, arropó cada una de las catorce estaciones precisamente en una marcha de oración y meditación que, en palabras del párroco Raúl López de Toro, debía convertirse en algo más que un paseo nocturno acompañando una imagen de Cristo.
El abandono de la búsqueda de la tristeza; la tibieza y la secularización del creyente actual; el aumento de la precariedad, del miedo y de la desesperación, de la falta de respeto y la violencia; la exhortación a la solidaridad desinteresada con los otros; la crisis cultural profunda que sufre la familia, incluso el dolor y la vergüenza por los pecados de algunos miembros de la Iglesia, sin olvidar a cuántos cristianos dan la vida por amor… Temas de candente actualidad que aún hoy sirven para explicar los terribles misterios vividos en el Camino de la Cruz hace más de dos mil años.
El Viacrucis estuvo presidido por la imagen de Cristo Crucificado llevado en sus andas de madera labrada por miembros de la Hermandad de la Santa Verónica y Cristo Crucificado.