La Hermandad de la Soledad y Virgen de la Esperanza quiso dedicar una levantá especial a una de las personas más vinculadas con la Semana Santa de Membrilla: el sacerdote D. Pedro Roncero Menchén, de 93 años de edad, que esperó el paso a costal de la Virgen de la Esperanza a la puerta de su domicilio.
D. Pedro no sólo vivió la Semana Santa de Membrilla desde su particular dedicación al sacerdocio, sino que fue uno de los principales garantes de su enriquecimiento cultural, rescatando y renovando cada año el Sermón del Encuentro de la madrugada del Viernes Santo, instaurando la celebración del Pregón de Semana Santa hace ahora medio siglo e implicándose personalmente en la celebración del Jueves Santo, una de sus fechas preferidas del calendario religioso, en el que predicó hasta hace pocos años la misa vespertina de la tarde, en el día del Amor fraterno.
El paso de la Virgen de la Esperanza se detuvo ante D. Pedro, quién dedicó a los costaleros y costaleras unas palabras:
A la Virgen de la Esperanza como recuerdo de los primeros costaleros.
Brevemente unas palabras y sólo para valientes.
Hoy te queremos invocar con el nombre más bonito y tierno que jamás se inventó: María de la Esperanza.
Te sienten cerca los costaleros que por primera vez te portan con todo el cariño y el amor filial de sus nobles corazones, llenos de esperanza.
Que no les falte tu compasión, tu ayuda, tu aliento maternal, que estimule su largo caminar.
Madre de la Esperanza, te damos lo menor de nuestras vidas: nuestro corazón y nuestro amor.
Madre de la Esperanza, que nunca nos falte la esperanza de tu amor.
D. Pedro, encargado simbólicamente de hacer la levantá, fue obsequiado con la única levantá a pulso que realizaron los costaleros durante la procesión del Jueves Santo; un modo difícil y elegante de izar el paso, reservado para momentos especiales, en los que la música juega también un papel importante, arropando de modo suave la levantá para romper con fuerza en el instante final.