Membrilla ha celebrado la fiesta de San Antón, como viene siendo habitual, el domingo siguiente al 17 de enero y los vecinos de la localidad han aprovechado el buen tiempo para acudir con sus animales de compañía a las inmediaciones del templo parroquial. Tortugas, conejos, hamsters, palomas, periquitos y numerosos perros y caballos recibieron la bendición del Santo Viejo y acompañaron la imagen en su tradicional recorrido procesional por las calles Iglesia, Castillo, San Miguel, Mayor y García Lorca.
La imagen de San Antón, portada en andas, salió de la Parroquia de Santiago el Mayor precedida por los cumplidores de este año, el matrimonio Miguel Sánchez y Miguela Romero y contó con la asistencia de autoridades religiosas y civiles y con los miembros de la Junta de la Hermandad. La Banda de Música Virgen del Espino, dirigida por José María Blanco, ha sido la encargada del acompañamiento musical. Siguiendo con la tradición, el recorrido procesional se interrumpe cuando San Antón llega a la Plaza del Azafranal y allí espera a que los animales den las tres vueltas preceptivas al circuito comprendido por las calles García Lorca, San Miguel y Mayor, pasando tres veces delante del Santo. La procesión se reanuda trasladando a San Antón de vuelta a la iglesia parroquial.
Tras la procesión, la Hermandad de San Antón celebró su tradicional agasajo a base de dulces de manteca en los salones de la Cámara Agraria.
La fiesta de San Antón es una de las más antiguas de la localidad. Su origen data del siglo XVI y de la importancia del culto a San Antón son muestras la existencia de una ermita bajo la advocación del Santo en las inmediaciones del pozo que también lleva su nombre. Lamentablemente, en lo que a la fiesta se refiere, los avances en las técnicas agrarias y los cambios en los usos y costumbres de la población, han eliminado la cabaña de animales de tiro, verdaderos protagonistas de la fiesta hasta los años 70, reduciendo en gran manera la importancia, la participación y la vistosidad que la celebración tenía hace años.
Una hoguera dura de quemar
Si dura fue la noche del sábado, más dura fue la hoguera. El intenso frío registrado con termómetros marcando los dos grados bajo cero a las diez, y la densa niebla pusieron a prueba la resistencia de la lumbre de San Antón y la de los vecinos que se acercaron a las inmediaciones del Parque del Espino. Le costó varias horas arrancarse y el esfuerzo y la constante dedicación de los miembros de la Junta de la Hermandad, que lidiaron con las inclemencias del tiempo para mantener viva una de las tradiciones populares más arraigadas en nuestra localidad.