La fiesta de San Antonio de Padua vivió su día grande el pasado miércoles 13 de junio con la celebración de la función religiosa en honor al santo; un acontecimiento que congregó a numerosos fieles que llenaron por completo el templo parroquial de Santiago el Mayor certificando así el nuevo renacer que esta fiesta ha experimentado en los últimos años movida por la gran devoción al santo que existe en nuestra localidad. La imagen del santo, que "perdió" su propio e histórico altar tras la restauración de la parroquia y se guarda en el altar de la actual Capilla del Santísimo, presidió estos tres días el altar mayor del templo parroquial.
Tras la finalización del triduo religioso que se había venido celebrando en la iglesia desde el lunes anterior, el párroco Raúl López de Toro ofició la Eucaristía realizando la preceptiva bendición de los “panes de San Antonio” y centrando su homilía en la faceta de San Antonio como Doctor Evangélico. Por ello, retomó una selección de fragmentos de la homilía que el papa Juan Pablo II pronunció en su visita pastoral a la ciudad de Padua en 1982, cuando fue en peregrinación a la basílica de San Antonio para conmemorar el 750 aniversario de su muerte. Bajo este mismo título, San Antonio, el “Doctor Evangélico” (en 1946 el Papa Pío XII lo declaró "Doctor de la Iglesia") Juan Pablo II meditaba sobre el aspecto evangélico de su predicación, destacando el “anuncio sabio y valiente de la Palabra de Dios” en sus sermones, los cuales “llenos de fuego, agradaban a la gente, que sentía íntima necesidad de escucharle y, después, no podía sustraerse a la fuerza espiritual de sus palabras.” Una actividad incansable de predicador que, juntamente con sus escritos, le mereció el citado título de Doctor Evangelicus.
El párroco, citando la homilía del papa, destacó igualmente su labor respecto al sacramento de la penitencia: “Grande en el púlpito, no fue menos grande un la penumbra del confesonario, coordinando lo que, por lógica sobrenatural, debe estar y permanecer unido. Efectivamente, predicación y ministerio de la confesión se sitúan como dos momentos de una actividad pastoral que, en el fondo, mira a la misma finalidad: el predicador, primero siembra la palabra de la verdad, reforzándola con su testimonio personal y con la oración; y él mismo recoge luego sus frutos como confesor, cuando recibe a las almas sinceramente arrepentidas y las ofrece al Padre de las misericordias, por medio del perdón y la vida.”
Al término de la misa, miembros de la junta directiva de la hermandad local de San Antonio de Padua, encabezados por su presidenta Espino Atochero Atochero, repartieron entre los numerosos fieles alrededor de quinientos “panecillos de los pobres”, una costumbre íntimamente ligada a la celebración de la fiesta de San Antonio que deriva de la iniciativa del “pan de los pobres”, muy frecuente en las iglesias en un pasado. En Membrilla, la tradición actual es la derivación inmediata de la entrega del “pan de los pobres” que la Hermandad de San Antonio, que contaba con bastantes limosnas en su cepillo, realizaba antiguamente en el atrio de la iglesia a todos los pobres de la localidad.
La Hermandad de San Antonio de Padua, que este año ha incrementado el número de panes distribuidos dada la gran demanda de años anteriores, cuenta en la actualidad con unos 150 hermanos.