Dicen los entendidos en la materia matemática que una ecuación es una igualdad que contiene una o más incógnitas. Y no hay nada mejor para empezar el día con energía que levantarse decidido a solucionar una ecuación colosal, la madre de todas las ecuaciones invernales, el más difícil todavía de la matemática aplicada.
Tenemos varios elementos que participan en la igualdad: nieve, frío y hielo. Conozcamos un poco mejor a estos simpáticos elementos, por si alguien no está al tanto todavía y no se ha percatado de los efectos que producen:
Nieve: (Del lat. nix, nivis). 1. f. Agua helada que se desprende de las nubes en cristales sumamente pequeños, los cuales, agrupándose al caer, llegan al suelo en copos blancos.
Frío: frío, a. (Del lat. frigidus). 7. m. Sensación que se experimenta ante un descenso de temperatura.
Hielo: (Del lat. gelum). 1. m. Agua convertida en cuerpo sólido y cristalino por un descenso suficiente de temperatura.
La igualdad resultante de la combinación de estos tres elementos sería: nieve + frío = hielo. Ya sabemos que es una fórmula excesivamente complicada para mentes poco desarrolladas, pero es lo que tiene la matemática pura.
Ahora bien, os preguntaréis dónde está la ecuación, dónde está la incógnita a descubrir. Pues bien, la incógnita que se nos ha planteado esta mañana a todos los padres y madres de la población (por no citar a los usuarios de otros servicios) es:
¿Dónde está la sal? (Ya saben, por si alguien lo desconoce, esa “sustancia ordinariamente blanca, cristalina, de sabor propio bien señalado, muy soluble en agua, crepitante en el fuego y que se emplea para sazonar los alimentos y conservar las carnes muertas. Es el cloruro sódico; abunda en las aguas del mar y se halla también en masas sólidas en el seno de la tierra, o disuelta en lagunas y manantiales.”)
¡Hay tantas y tantas incógnitas por la mañana temprano, acechándonos detrás de las esquinas en forma de nieve, colgando de los aleros como peligrosos témpanos de hielo!
¿No hay sal en los almacenes municipales?
¿Nadie se ha percatado del estado en el que iban a encontrarse los colegios y sus accesos tras una jornada de nieve y una noche de temperaturas bajo cero?
¿Nadie se ha desplazado a averiguarlo o es que se está más calentito en un despacho a las ocho de la mañana?
¿No hay nadie encargado de prever estas situaciones de emergencia, pese a las previsiones meteorológicas de la tarde-noche de ayer?
¿Son de letras y no conocen la igualdad anteriormente expuesta de nieve + frío = hielo por la mañana? ¿Y sus igualdades derivadas: hielo + niño = caída; hielo + mamá = pandero en el suelo; hielo + coche = accidente...?
¿Estas son las mañanitas que cantaba el rey David?
¿Nadie sabe el número de niños y niñas que se desplazan a las nueve de la mañana a los centros escolares, en coche o andando, que da lo mismo porque todos han patinado igual en los accesos a los colegios?
¿No saben lo que es la sal?
¿No tienen salero?
¿Alguien se ha molestado en contar el número de niños que ha “aterrizado” en las puertas de ambos colegios?
¿Por qué no han pensado en mínimos como el patio o las rampas de acceso a los edificios de San José, o en el pequeño pasillo que existe desde la verja a la puerta de Virgen del Espino, verdaderas pistas de patinaje esta mañana?
¿Por qué no les dicen a los de la obra del gimnasio de San José que entre la valla (puntiaguda) de la obra y la pared no cabe ni un paraguas para situaciones de emergencia de lluvia o nieve, como ayer?
¿Quién es el responsable de nieves y hielos en nuestra localidad? ¿El Yeti? ¿Andersen y La reina de las nieves?
En fin, cienes y cienes de incógnitas demasiado complicadas para estos fríos invernales en Membrilla. Quien quiera entretenerse en resolverlas que se siente al brasero y eche la mañana, que recrea.