Fidel Arroyo, recuperando el pasado

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Más tarde tuve ocasión de tratarlo más directamente con motivo de la puesta en escena de la obra de teatro “El avaro”, de Molière. Se trataba de una obra con gran número de actores, de los cuales tenían unos cuantos un papel breve, entre ellos Fidel.

Recuerdo su interés en la obra y su predisposición para realizar todo lo que le pedía. Podía decirse que se tomaba su participación como un profesional, y así resultó su actuación. Sobria y eficiente.

Eran tiempos en los que hacer teatro resultaba todo un acontecimiento, y Fidel enmarcó una foto suya en escena con el fallecido Legasa, que hacía el papel principal de Arpagón. Con qué orgullo presidía aquella foto su salón de peluquería, que era vista y comentada con los clientes, acrecentando su admiración por él.
Tiempo después, los avatares de la vida lo llevaron a Madrid y le perdí la pista. No fue hasta pasados unos años, en que regresó al pueblo, y desde entonces siempre noté en él un cierto aire de melancolía.

Luego he sabido de su afición a la recuperación de todo aquello que quedaba arrinconado y que la gente apartaba. Con qué cariño e ilusión restauraba aquellos juguetes rotos, muebles, aparejos… Con qué satisfacción los veía recuperar el aspecto perdido.

Y es que Fidel desea atrapar lo que le hace recordar el tiempo pasado.

La auténtica patria del ser humano es su infancia, y a ella regresa Fidel cada vez que tiene entre sus manos un objeto roto, y se apresta a retornar con él a sus mejores tiempos.

Cristino de Santiago Gaviña

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