La traviesa sonrisa de un Hijo Predilecto de Membrilla

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Quizá por haberle escuchado cientos de historias de un inquieto monaguillo que corría por la iglesia de Santiago el Mayor, cuando se miraba a D. Pedro, con su eterna y traviesa sonrisa, siempre venía a la mente el niño que fue y que nunca había dejado de ser, a pesar de su amplia trayectoria sacerdotal y vital; a pesar de los 102 años. Siempre su divertida sonrisa.

Cuando el año 2004 inicié desde el área de Cultura del Ayuntamiento el proceso para nombrar a D. Pedro Roncero “Hijo Predilecto” de Membrilla, mis compañeros en el equipo de gobierno presidido por el alcalde Antonio Arroyo, e incluso los compañeros de la oposición, no dudaron ni un instante en ponerse a ello porque  ya lo habían propuesto en su sentimiento desde muchos años antes.

Así, el 27 de diciembre del año 2004, el Pleno del Ayuntamiento de Membrilla adoptaba el acuerdo de “nombrar Hijo Predilecto de Membrilla a D. Pedro Roncero Menchén.”  

Un reconocimiento a su brillante camino pastoral, a su excepcional personalidad artística, pero, sobre todo, a su gran calidad humana, cercanía y entrega que le ha llevado a ser una de las personas más respetadas por todo el pueblo, independientemente de la religión que se profese o de la posición política que se defienda. Y, más allá de los límites de esta población, un reconocimiento avalado por el cariño de miles de feligreses y compañeros, repartidos por todos los escenarios en los que desarrolló su sacerdocio.

“Un reconocimiento avalado por su trayectoria, -decíamos-, pero explicado en una única causa: A D. Pedro se le quiere en Membrilla.”

D. Pedro nunca fue un sacerdote tibio, ni condescendiente. No pasó ni una; a nadie. Célebres son sus predicaciones en las que no dudaba en reprender a la población cuando la sentía “dispersa”; intensas sus conversaciones privadas para intentar arreglar muchas cosas, en las familias, en los matrimonios, en las vidas de todos los que se acercaban buscando consejo y orientación. Porque D. Pedro siempre estaba ahí. Escuchando. Desde la humildad. “Tengo el deber y la obligación de escuchar para aprender. A lo largo de mi vida, la gente me ha enseñado mucho, la propia experiencia de padres, madres, de gente que ha sufrido… y que me lo ha trasmitido, me ha enseñado a atender mejor a los demás.”

De mente privilegiada y profunda oratoria, nadie olvida su entrega, ni la emoción que desprendían sus Sermones del Encuentro en la Madrugada de Viernes Santo, en la Plazoleta de las Monjas, frente al convento donde ejerció como capellán. Un Sermón del Encuentro de los que dolían, de los que pellizcaban dentro, y que nunca volvió a ser el mismo desde que perdió la voz y la predicación de D. Pedro, aunque mantenga sus palabras en el texto que lo guioniza.

D. Pedro es Hijo Predilecto de Membrilla porque quiere como nadie a su Patrona. La Virgen del Espino siempre en su pensamiento, en sus reflexiones, en sus escritos. Fue su predicador, su cumplidor, su hijo, y era un compromiso ineludible dedicarle unas líneas para su programa de Desposorios. Siempre, la Madre.

D. Pedro es Hijo Predilecto de la Vida porque siempre cantó al amor y a la propia vida. “Sin los demás no somos nada ni nadie”, decía. “Mi idea central de mi vida ha sido Vida y Amor. Mi vida es Amor y Vivir es amar. Lo demás es suplementario.” Incluso sus más de cien años los resumía así, como si nada: “Pues cien años para vivir y cien años para amar”.

Y después de todo esto, de su impresionante recorrido personal y sacerdotal, todavía te regalaba esa sonrisa divertida y te soltaba, sin darle importancia: “A veces Dios se sirve de trastos inútiles para llevar a cabo su obra.”

En nuestra última conversación, hace unas semanas, rubricó estos años de enseñanza ininterrumpida con una sentencia demoledora: “En esta vida sólo cabe el amor y la esperanza; lo demás es mentira”.


No saben allá arriba lo que les espera cuando llegue este monaguillo travieso y revoltoso, con su eterna sonrisa.

Aquí abajo todo ha amanecido más triste.

“Don Pedro Roncero, sacerdote de Jesucristo, Vida y Amor.”
Descanse en Paz.

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