Estampa de la Navidad 2020: la fiesta que silenciamos para seguir viviendo

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Probablemente ni los más ancianos recuerden una Navidad tan inusual (al margen de los tiempos de la guerra) como la vivida este 2020. Podríamos decir que la Navidad no ha existido, pero decir que matamos la Navidad del 2020 para seguir viviendo sería un titular incorrecto en múltiples facetas.

La más importante: la celebración de la Navidad no es sino la conmemoración cristiana del Nacimiento de Jesús y eso no ha dejado de suceder como cada 25 de diciembre. La Navidad ha estado ahí, pero con festejos silenciados y latentes, en mayor o menor medida, de modo proporcional a la responsabilidad personal de cada uno de los celebrantes.

En lo que respecta a la vida, el balance final no nos aporta muy buenos resultados: a pesar de la contención general en las celebraciones, que ha existido sin duda; a pesar de las un tanto laxas medidas oficiales para Navidad (reuniones de 10 personas, toque de queda y posibilidad de desplazamientos), la falta de una exigencia administrativa más contundente y de una implicación ciudadana más acorde con la gravedad de la enfermedad nos llevó en vísperas de Nochebuena a un escenario de medidas especiales de Nivel 3, aún vigente en enero.

Pasar de una tasa acumulada de la incidencia del virus de 0 casos/100.000 habitantes del 29 de noviembre a una tasa de 1.282,3 casos a fecha de 27 de diciembre, nos indica, -nos grita-, que algo hemos hecho tremendamente mal en Membrilla. Y faltan por caernos, como un jarro de agua fría, los datos de las semanas posteriores.

 

¿Y qué estampa visual nos quedará en la retina de esta Navidad, contenida desde la administración local buscando precisamente que el ciudadano no se echase a la calle, por si olvidaba que la distancia social es el principal freno del contagio? La respuesta es el silencio. Mirases donde mirases, se veía el silencio. 

Silencio de nuestra música y nuestra voz en conciertos de Navidad, Fin de Año o Reyes, en actos y pregones varios. Silencios de nuestras jotas y seguidillas en la plaza. Silencio de nuestras cinco bandas y agrupaciones como teloneras de la gran noche del tradicional Maitín de Membrilla. Silencio de los vecinos en las calles y en las plazas, de niños en actividades lúdicas. Silencio de campanadas bulliciosas y fuegos artificiales…

También se veían los vacíos, los espacios desnudos: de sillas vacías en la mesa, de belenes municipales en la Plaza del Azafranal y en la parroquia, de cabalgatas de Reyes en la noche del 5 de enero, de nuestros atletas corriendo por las calles nuestra decana San Silvestre…

En el fondo y en las formas, cada vecino ha sentido sus propios silencios, ausencias y vacíos esta extraña Navidad del 2020.

Casi como anécdotas recordaremos la visita de los Pajes Reales a los niños en sus casas o esa Misa del Gallo trasladada a la tarde de Nochebuena, adelantando el parto sagrado. Hablaremos del mal tiempo, por supuesto. También en la memoria quedarán esos primeros ancianos y trabajadores de la sanidad de Membrilla vacunados en las residencias y hospitales de Manzanares y poblaciones cercanas…

Y como foto de la Navidad 2020 sin duda la más repetida en redes ha sido la de los vecinos y vecinas, de todas las edades, inmortalizando la nueva iluminación navideña que ha aportado una migaja de luz, a veces necesaria, a este fin de 2020 tan triste y callado.

Navidad de contrastes en Membrilla: silencio en las calles, una gran bola azul en el móvil y demasiados contagiados por coronavirus gritando una tercera ola que ya nos supera…

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