Nuestra Escuela Municipal de Música cumple 14 años… en el triste silencio de este 2020

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En Membrilla la música es algo más que una partitura: Su lectura sobrepasa el simple papel. Es lo que se lee en los ojos de todos los músicos de Membrilla no sólo cuando nos regalan sobre un escenario el trabajo de horas y horas de ensayos, sino también cuando ríen juntos compartiendo ese tiempo mágico sin instrumento, sabedores de que la música, aún en modo silencio, forma parte de sus vidas.

Son muchas las formaciones musicales de Membrilla: dos extraordinarias bandas de música “mayores” y  una juvenil;  grupos de tunos, de flamencos y varias rondallas nacidas de la tradición popular más exquisita,  cuna de nuestra famosa “Seguidilla de Membrilla”. Grupos jóvenes y solistas que exploran las nuevas tendencias; grandes guitarristas; incluso tres agrupaciones y bandas de cornetas y tambores que ponen el acompañamiento musical a nuestra Semana Santa. Alguno más, quizá…

Aún reconociendo siempre el valor de la trasmisión popular y la destreza del aprendizaje más autodidacta, es justo hoy rendir homenaje a una de las instituciones que más está trabajando por el desarrollo musical en nuestra población: la Escuela Municipal de Música.

Levantada sobre los cimientos de una formación musical pionera llevada a cabo por unos primeros músicos locales en condiciones difíciles por la escasez de medios (clases en sus domicilios, en aulas sin recursos adecuados o en espacios improvisados) y encauzada a través de la Universidad Popular, la Escuela Municipal de Música estrenaba nuevas instalaciones el 10 de diciembre del año 2006 en los Paseos del Espino. Desde la Concejalía de Cultura y el equipo de gobierno del que formaba parte, (con Antonio Arroyo en la alcaldía y Carlos Martín de la Leona al frente de obras públicas) siempre tuvimos el convencimiento de que se trataba de un emplazamiento provisional en espera de poder  contar con más recursos y mejores espacios donde ampliar estas enseñanzas. El extraordinario incremento de la afición musical permitió que las nuevas corporaciones no dejasen de trabajar en ello, con la mirada de muchos puesta en el antiguo Consultorio Médico a falta de una construcción de nueva factura. El proyecto pudo ver la luz diez años después, en el 2017, con Manuel Borja en la alcaldía y Carmen Jiménez al frente de cultura: Nuevas y muy buenas instalaciones de la Escuela Municipal de Música, con la afición musical llevada a límites extraordinarios, profesores muy preparados y vinculados a la escuela y directores que han consolidado un proyecto de calidad: Emilio Cano desde su primer día y el tándem Pilar Fernández-Sacristán/Jesús Manuel García después.

 

La Escuela Municipal de Música nació un 10 de diciembre hace hoy catorce años. Y fue un buen inicio. Desde aquel momento, el número de alumnos y especialidades instrumentales impartidas creció como la espuma, sirviendo de cantera formativa a cientos de músicos que hoy integran las diferentes agrupaciones  musicales de la localidad.

Lo especial del aniversario que hoy celebramos es que en esa inauguración de las instalaciones estuvimos acompañados por el músico y divulgador Fernando Argenta, que ejerció como padrino de nuestra Escuela de Música; una extraordinaria personalidad que desapareció un tres de diciembre, hace ahora siete años. 

Fernando Argenta defendió siempre la educación musical, sobre todo para los niños y jóvenes. Lo hizo en su vida y con su obra, de la que nos regaló unos pequeños “Conciertazos” tanto el mismo día de la inauguración de la Escuela de Música como años más tarde en el Pabellón del Espino acompañado por la Asociación Musical Maestro Emilio Cano. 

Siguiendo el legado y el mensaje de Argenta, nuestro padrino musical, celebramos hoy el cumpleaños de nuestra Escuela de Música, aunque de una manera especial: también en silencio, como tantos grandes acontecimientos de este difícil 2020. Pero con esperanza, porque el hecho de que las puertas de la Escuela de Música estén cerradas y los instrumentos callados no responde al fracaso de un proyecto educativo, sino al respeto y la responsabilidad ante una enfermedad que realmente nos ha traído silencios más dolorosos, de esos que serán para siempre.

La música en Membrilla, -pese a todo, pese a la ausencia de hoy y sus mil matices e interpretaciones y diferentes puntos de vista, acertados o no-, sólo está viviendo un silencio de esos que se sienten (del verbo sentir) aunque no se escuchan entre las notas musicales, pero que son imprescindibles para construir una partitura completa y darle sentido.

Felicidades a todos los músicos que han pasado por sus aulas haciéndola crecer…

 

(Reedición)

 

 

 

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