Las 18:30 del jueves 13 de agosto de 2020. Jueves de Bajada de la Virgen del Espino. En circunstancias normales, sería una hora propicia para correr por casa detrás del músico de turno… Camisas planchadas. Partituras fuera de atril. Hombreras que no aparecen…
Esos Aires de Triana. Virgen del Espino, del desaparecido Grau. Concha. Y, cómo no, el Himno nacido de los Gozos centenarios, entre el repique de campanas.
Pero no se oye ni un ruido en Membrilla.
Sólo la Guerra Civil había tenido la osadía, -y el poder-, de hacer callar los Desposorios en Membrilla. Ni siquiera la República logró detener a todo un pueblo lanzado a la calle para arropar a su Patrona. Nunca la dejaron sola. Nadie silenció sus Vivas!
Ha tenido que venir un virus para alterarnos los esquemas de malas maneras. Sin pedir permiso ni opinión. Demasiados sentimientos encontrados. Demasiadas facetas que atender. Demasiado miedo. Y en el fondo, la difusa sospecha de que hemos perdido algo no sabemos cómo ni porqué…
Jueves de Bajada de la Virgen del Espino.
No hay por las calles músicos ni alabarderos ni Cumplidores ni reinas ni damas ni vecinos ni niños ni Salves ni Gozos ni Vivas…
No se oye ningún ruido en Membrilla.
Como una Perseida aislada bajó arropada por la noche de agosto, callada y clandestina.