Aunque el Vía Crucis del Miércoles Santo solo tiene medio siglo de vida en nuestra Semana Santa, el pueblo de Membrilla ha acogido este Camino de la Cruz con tanta devoción que se ha convertido en una de las citas de meditación y recogimiento más importantes de estas fechas, congregando a cientos de vecinos en las calles de la localidad arropando a la imagen de Cristo Crucificado.
La ausencia forzada del Vía Crucis este año, más forzada aún que en aquellas ocasiones en las que la lluvia obligaba a abandonar las calles y refugiarse en el templo, se podría plantear como la ausencia misma del Camino de la Cruz. Una idea terriblemente equivocada:
Posiblemente este año Membrilla vivirá el Vía Crucis más triste y doloroso de sus más de cincuenta años de recorridos por las calles.
1. Vecinos condenados a convivir con una pandemia nueva y desconocida de nombre casi aséptico (Covid) pero de terrible relato y condición; vecinos incluso condenados a muerte.
2. Vecinos cargando con la cruz, con las consecuencias más terribles de la enfermedad, en mil formas distintas, desde el simple confinamiento hasta las pérdidas más dolorosas, pasando por las diferentes caras de una enfermedad casi desconocida, difícil de burlar.
3. Vecinos que caen día tras día, incapaces de soportar el peso de la lucha, pero que se levantan, mañana tras mañana, para sacar adelante la casa, el pueblo, el país…
4. Vecinos que miran con dolor a su madre, a su padre, sabiéndolos en el punto de mira, contemplándolos postrados por la enfermedad o, lo que es más terrible, con la impotencia de no poder acompañarlos en los hospitales.
5. Vecinos que saltan al Camino de la Cruz con fuerza insospechada, sujetando el peso del madero, para intentar ayudar al que más lo más necesita en primera línea: Hombres y mujeres de la sanidad, vecinos de las fuerzas y cuerpos de seguridad, limpieza y asistencia…
6. Verónicas amables, ellas y ellos, que cogen un lienzo, una tela, un plástico, unas tijeras y una aguja, para coser y confeccionar murallas que protejan el rostro de los que más sufren en la batalla.
7. Autónomos, trabajadores, empresarios… doblegados por el peso de una economía que se resiente, y vuelven a caer y se levantan para seguir sosteniendo al menos unos servicios mínimos para ayudar a los vecinos… En nuestro pequeño comercio local, en los supermercados, en los talleres y servicios de asistencia, en el transporte, en el campo…
8. Mujeres y hombres que lloran contemplando la escena, con lágrimas o sin ellas, encerrados en casa, ayudando en su encierro con su encierro, protegiendo a los mayores, cuidando a esa bendita chiquillería que está dando lecciones de madurez insospechada.
9. Vecinos arrastrados por el desencanto y la desesperación que caen, pero que se levantan si escuchan una palabra de aliento, una oración en la tele; si reciben una llamada de ánimo, o una imagen de ese Titular sagrado que este año se quedará en el templo, guardando también la cuarentena obligada.
10. Hombres y mujeres que han sido despojados de su trabajo o revestidos de siglas frías (Eres, Ertes), desnudos ante un mañana incierto en mitad de este Calvario…
11. Vecinos clavados en la cruz de la enfermedad… sin saber cómo, sin saber por qué, inocentes en su desconocimiento. Muchos confinados en casa, sin opción a pruebas ni test ni apoyo especializado hasta que la gravedad se acentúe.
12. Hombres y mujeres, muchos mayores, nuestros mayores, que mueren solos en salas de hospital, en habitaciones de residencias, quizá en casa pero con unos síntomas tan acusadores que el calor familiar debe pasar antes la frontera inexpugnable de un guante de plástico. Mayores que nos dieron todo pero para los que no tenemos recursos en pleno siglo XXI.
13. Vecinos que levantaron Membrilla desde las mismas cenizas en unos años de posguerra y que hoy son recogidos en hospitales y residencias, metidos en una caja, sin un último abrazo, sin poder ser velados, pasando las noches en la más absoluta soledad de los tanatorios.
14. Vecinos sepultados, por primera vez en la historia de nuestra localidad, sin el acompañamiento de la familia, con un duelo de apenas tres personas, con un breve responso oficiado en el cementerio a cargo del párroco, sin pisar la iglesia, sin recibir el último abrazo de los suyos en un funeral. Cuando lleguen los funerales, ellos estarán lejos… Vecinos sepultados en silencio. Muchos de ellos ni siquiera serán un número en las estadísticas cuando acabe el Vía Crucis.
Catorce misterios de dolor. Miércoles Santo en Membrilla.
Fdez. Megías