Las mentiras gobiernan el mundo (II)

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              Creo  que es muy grave el hecho de no querer eliminar la mentira cuando se sabe a ciencia cierta que lo es. Así ocurre con la aparición de Santiago el Mayor cortando cabezas de moros (70.000, dicen las crónicas) en la famosa  batalla de Clavijo, en el año 844. Ni siquiera los historiadores están de acuerdo con el motivo: “el tributo de las 100 doncellas”, exigidas a Ramiro I por Abderramán II, más parecido al mito cretense de Teseo y el Minotauro que a datos históricos.  Pero lo que más ofende a la verdad, y a mucha gente, es que Santiago se presentara en la batalla y causara tal carnicería. Cuentan las leyendas que “cortaba cabezas de moros como suele hacerlo la hoz con las espigas en el estío”. Las personas medianamente sensatas, no lo admiten. Menos aún lo deberían admitir los católicos. Qué empecinamiento en no querer reconocer el error. Qué error es conservar las tradiciones vejatorias que, además, no nacieron del pueblo libre, sino que fueron impuestas por los poderosos de turno. A estas alturas de la civilización, y con lo alejado que está el tema de la esencia del cristianismo, no deberían continuar estas inercias festivas. Ahí sigue aún el mito convertido en Fiesta Nacional, en patrono de multitud de pueblos, con reyes constitucionales que aún renuevan el “voto del santo”, aunque sea de forma alegórica.

               No se sabe con un mínimo de seguridad que Santiago viniera a España. Todo se basa en una leyenda, prácticamente imposible, en la que hay claramente intereses militares, económicos y religiosos de la época. La repercusión de la contienda de Clavijo en la mitología española fue tan grande que se multiplicaron por el suelo peninsular las intervenciones del Apóstol en batallas y escaramuzas contra los moros. Así ocurrió en  la Batalla de Coímbra en 1064, descrita en el Códice Calixtino, donde el patrón de España volvió a intervenir, en este caso en favor de las tropas de Fernando I. El mantenimiento de esta farsa conseguirá que, a partir de aquella fecha, la Reconquista fuera considerada Guerra Santa. Creo que España ha tenido demasiadas. Las apariciones del Santo recorrerán todo el territorio peninsular mezclando ficción y devoción con la Historia oficial. ¡Ay, las religiones, cuántas vidas se han llevado por delante! Quizás más de las que han venido a salvar.

               Y la mentira, tan rentable para los que abusan de la buena fe del pueblo, se exportó a América, en el mal llamado descubrimiento. Allí veneran al  Santiago “mataindios” en más de doscientas ciudades que llevan su nombre, según dice en sus libros Rafael Heliodoro Valle (1891-1959), historiador hondureño. Una vez más, la violencia de la conquista quiso ser justificada con las múltiples apariciones del Apóstol.  Con su caballo blanco y su espada exterminadora, impondría por la fuerza la “única religión verdadera”, aunque los nativos ya tuvieran la suya. Y luego llamamos salvaje a la “yihad”. Claro que es salvaje este extremismo islámico, pero para tener derecho moral a criticarlo, debemos despojarnos de nuestras propias mentiras, especialmente de las que son iguales que las que criticamos. Con esta mentalidad, el mundo no va a ninguna parte. Si la identidad de Europa está basada en la mentira, poco futuro tendremos.

               Los lectores y lectoras de este artículo de opinión se habrán dado cuenta de que no toco otro tema relacionado, el de Prisciliano, otra opción posible sobre los restos que alberga el sepulcro de Compostela, pero negada y perseguida durante siglos. Lo hago por no alargarme demasiado. Seguro que los más curiosos intentarán  ampliar sus conocimientos, que nunca deberían estar reñidos con la fe, ni ésta con la verdad,  porque “la verdad nos hará libres”.

En esta dirección podréis encontrar datos interesantes sobre el personaje mencionado:  http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=prisciliano  


                                                                                                       Cosme Jiménez Villahermosa

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