Nos preguntaban los arquitectos: ¿cómo hacer saludable un centro de salud? Y ellos mismos nos daban las respuestas: “Proponemos un lugar de atención a la salud: salud en el paisaje, proponemos un edificio sereno en su imagen pero singular en su entorno; salud urbana: proponemos una volumetría articulada que genera un ‘gradiente’ de espacios de lo más público hacia lo íntimo, pautando la relación con el entorno; y salud interior: una casa grande se organiza en torno a una secuencia de patios, luces y miradas cruzadas. La arquitectura atiende así a generar espacios de encuentro, lugares donde se manifiestan la salud y el acercamiento.”
Aunque a alguien le haya costado reconocerlo en la descripción, ese “edificio sereno” no es otro que nuestro nuevo Centro de Salud.
Un centro, -continúan describiendo-, de “suave homogeneidad mostrada por una envolvente de paneles de hormigón prefabricados”; una “casa grande” que “acerca la ciudad proponiendo una secuencia de patios, que organizan la especialidad interior de los ámbitos funcionalmente diferenciados”, con un color interior que “hace vibrar y ordena visualmente las estancias.”
El orden, siempre obedeciendo a un esquema funcional organizado en torno a un eje central y diferentes patios. Planta baja y alta articuladas: la primera (Consultas Externas, Coordinación y Docencia) como un elemento continuo; la baja (Fisioterapia, Consultas y Urgencias) ordenada “mediante esta sucesión de patios contrapeados que estructuran e iluminan sus espacios interiores al tiempo que organizan fragmentan el edificio ofreciendo una escala más amable y próxima para el usuario.”
Del ideario arquitectónico que sirvió de génesis al nuevo edificio a la praxis médica hay un lapsus temporal de una decena de años: los que ha pasado cerrado el edificio entre dimes y diretes de la clase política sin lograr su objetivo final, el “acercamiento” del usuario de Membrilla a un lugar de atención a su salud.
Arma arrojadiza en sucesivos episodios electorales, el Centro de Salud afronta el final de su periplo de nonato con unas nuevas elecciones en el horizonte. Ya lo usó el portavoz de Sanidad del PSOE en las Cortes, denunciando antes de las elecciones europeas “ la existencia de 19 centros de salud en Castilla-La Mancha, entre ellos el de Membrilla, que están terminados, a punto de terminar o en avanzado estado de realización y que, sin embargo, no se han puesto en marcha”. Ha vuelto a sacarlo a los medios el Psoe la semana pasada, denunciando “ los intereses electoralistas de la presidenta de Castilla-La Mancha ante la cercanía de las elecciones regionales” al iniciar una gira de inauguraciones de centros de salud que “ quedaron terminados o casi finalizados en la pasada legislatura y llevan años cerrados a cal y canto”. El mismo Psoe local, en el último pleno, sabedor de la inminente inauguración del Centro de Salud de Membrilla, pidió que no se usase con motivos electoralistas… Quedando expuestos a una respuesta obvia: Tuvieron la ocasión de inaugurarlo ustedes, que además también gobernaban la Junta.
De nuevo los políticos alterando la serenidad de hormigón del “edificio sereno” que aguarda al vecino de Membrilla junto a la piscina municipal… Porque el político tiende a olvidar que el vecino no quiere reproches, sino respuestas y resultados. Explicaciones. Información sobre la gestión de una obra de lamentable memoria que no han ofrecido ni los que hoy critican las inauguraciones, ni los que van a inaugurar ahora sobre la base de una política de hechos consumados. ¿Por qué el centro no se terminó en la legislatura anterior pese a los constantes anuncios en prensa de su próxima apertura? ¿Qué gestiones se han seguido en los últimos años de su construcción? ¿Es casualidad que su inauguración esté tan cerca de una cita electoral, cuando ya ha permanecido toda otra legislatura cerrado?
Sí, se acercan las elecciones. Y queremos “salud en el paisaje”. Menos mítines. Más transparencia política. Menos partidismo electoral. Y, pese al tiempo, más edificios serenos, como el Centro de Salud, en torno a una secuencia de miradas cruzadas… Las de los vecinos, sin color, ni carnet.