No por esperada deja de ser más dolorosa y sentida la desaparición de un ser querido.
El domingo 23 de marzo a las 15:03 horas el Primer Presidente del Gobierno de nuestra Democracia, Don Adolfo Suárez González, deja esta existencia tridimensional para pasar a las páginas de la historia y a la memoria colectiva como el Mejor Presidente de gobierno, en contraste con los acontecimientos de los últimos años, que están en la cabeza de todos.
Seguro que aduladores y plañideras formarán filas para apuntarse el tanto de destacar los valores y virtudes que en vida le negaron: honradez, generosidad, actitud de servicio, estadista, consensuador y tolerante.
Los que en otros tiempos le pusieron zancadillas, le hicieron mociones de censura y le llegaron a llamar "tahúr del Mississipi" hoy se desharán en alabanzas, piropos y reconocimientos. Pero es triste que en esta España nuestra, cínica y desagradecida, tengamos que esperar a que la persona muera para que proclamemos su valía. Menos mal que no han tenido que transcurrir cuatrocientos años como otros casos que nos cuenta la historia.
Ahora vendrán todos los honores, que no vienen mal, a título póstumo, pero no deja de cumplirse aquel dicho de que: "España saber enterrar muy bien a sus muertos... después de matarlos"
Es verdad que a la vista de los comportamientos de los políticos más destacados actuales, su figura se engrandezca a poco que compares su actitud ejemplar con el de éstos.
Cuánto tiempo habrá que esperar para que España vuelva a dar la oportunidad a otro estadista que ante la intransigencia busque el consenso, ante el egoísmo de regiones busque la solidaridad y ante el interés propio y partidista busque el interés general.
Él siempre trabajó y soñó con ofrecer al pueblo, a la ciudadanía, esa tercera vía, ese partido de implantación nacional para que gobiernos minoritarios no tuviesen que someterse al chantaje de los nacionalistas, pero como él solía decir en círculos íntimos: "sí, me quieren mucho pero los "jodíos" no me votan."
Estoy seguro que de haberle pillado en activo, aunque se hubiese tenido que plantar en solitario igual que lo hizo ante los tiros de Tejero, le hubiese echado valor para denunciar la corrupción y los comportamientos vergonzosos de "ciertos personajes"
Con esa actitud de anticipación, aunque a veces sirvieron de mofa las propuestas que nuestro partido hacía, como fue el caso de la eliminación progresiva de la mili obligatoria, quiero traer a la memoria, de las muchas propuestas, la que hacía referencia a la lucha contra la corrupción y al servicio militar. (Imágenes al pie de artículo) en la campaña de 1989 y 1993.
No quiero extenderme más, pues estoy seguro que todos los medios informativos van a ofrecer mil detalles, anécdotas y pasajes de la vida de una persona, que a pesar de su gran generosidad y actitud de servicio, la vida no le ha resultado fácil, con los sinsabores e incomprensiones en el terreno político y la salud de sus familiares más próximos.
Me siento orgulloso de haber estado cerca de su mensaje y filosofía, la que he intentado llevar y defender con la mayor dignidad; de haber formado parte del Comité Nacional de CDS y haber podido intervenir en algún Congreso, como ocurrió en el III, para solicitar la creación del Defensor del Ciudadano, y que más tarde nació con el nombre de Defensor del Pueblo.
Membrilla siempre ha sido un rescoldo de votos de esa gente que no se siente prisionera de ningún partido y que siempre, en mayor o menor proporción, ha apostado por posturas centradas y centristas.
Sólo cabe esperar que su ejemplo, como la semilla que cae en tierra, fructifique y salgan a la luz políticos que propugnen la igualdad y la solidaridad entre los pueblos y regiones y, se guíen por los valores de honradez, honestidad, anteponiendo el interés general al suyo propio y al de su partido
No creo que se me acuse de adueñarme del sentimiento de todos los hombres y mujeres del Centro de Membrilla, pues creo que en este momento para todos los que nos sentimos personas de Centro, el sentimiento es común y compartido. Queremos manifestar nuestra pena y acompañar en el dolor a la familia, a la que a la vez que le damos el pésame, queremos también darles las gracias por habernos permitido tener y compartir un hombre de la talla de Adolfo Suárez González.
Descanse en Paz.
Antonio Arroyo Villa
