Les he dado tiempo, bastante tiempo, pero definitivamente no han querido o no han sabido aprovecharlo. Hoy voy a hablar del otro asunto que se va a solucionar en Membrilla, y por las buenas y a la mayor brevedad. Nuestra corporación municipal se va a avenir de una vez a mis recomendaciones y va a poner señales en la plaza del pueblo, igualándonos así a tantos municipios de nuestro país que han conocido las bondades de la correcta señalización vial.
Les explicaré a mis vecinos el caso en general, y después entraremos en particularidades. Para que sirva de orientación, y por si alguno además considera que ha sido burlado, ya que la situación se ha alargado tanto tiempo, y hay tanto hablado, que ya no es excusa el desconocimiento por parte de nuestros ediles.
Quizás no todo el mundo se haya dado cuenta, aunque es cosa bien visible: para empezar, en la Plaza del Azafranal, de nuestro pueblo, se conduce en el orden británico, por la izquierda. Este hecho es de dudosa legalidad, pues el Reglamento General de Circulación dice claramente que (Sección 6ª, Artículo 44.1.): “En las vías divididas en dos calzadas, en el sentido de su longitud, por medianas, separadores o dispositivos análogos los vehículos deben utilizar la calzada de la derecha, en relación con el sentido de su marcha”. Rectificar esto habría sido fácil: considerando ese cruce de calles como prolongación de las calles aledañas (calles Mayor y García Lorca) y convirtiendo el espacio central no en ‘mediana’ sino en ‘obstáculo’ (subiéndole el nivel, o adoquinándolo, por ejemplo). Pero vaya, aceptando que no hay otra forma de circular al atravesar nuestra plaza, es deber de las autoridades señalizar el sentido del tráfico, así como los espacios en donde es posible estacionar vehículos. Y esto no se viene haciendo por dos posibles causas, que por otra parte pueden haber sido durante tiempo complementarias: desconocimiento de las normas y mala leche.
Me explico: según el citado artículo, sólo es considerado ‘mediana o separador’ el elemento que divide dos calzadas “en el sentido de su longitud”, en las que se debe circular por “la calzada de la derecha, en el sentido de la marcha”. Esto quiere decir: si ese espacio central de nuestra plaza lo dejamos a la izquierda, eso no es una ‘mediana’, sino un espacio indefinido que, como hemos visto, muchos vecinos llevan años utilizando como aparcamiento.
Como soy un poco bacín para estos asuntos y tengo la cívica manía de molestarme igual ante una falta de ortografía en un letrero público como por una infracción de tráfico, me he dirigido personalmente en varias ocasiones a agentes de la policía local y a gobernantes para expresarles que ese espacio central de la plaza no está bien señalizado, y por tanto puede inducir a errores, confusiones, malentendidos o, incluso, como ha ocurrido, a abusos de poder. La respuesta no voy a decir que haya sido ninguna: hace tres años colocaron diligentemente en la esquina del casino una señal de “Prohibido estacionar”. No quedaba muy claro dónde estaba prohibido estacionar (puesto que la señal estaba en el casino, afecta a la acera del casino), pero en cualquier caso la duda se acabó cuando, tras pintar de blanco las paredes, alguien decidió que la señal no volviera a coronar el mástil, dejándolo desnudo. Y así lleva varios años.
Antes de poner baldosas en la plaza, si ustedes recuerdan, el espacio central de la plaza estaba cebreado y cerrado con línea continua, con lo que quedaba claro que no podíamos estacionar ahí, y apenas nadie estacionaba. Pero después de la remodelación, como nos gusta tener la plaza limpia, se borró todo rastro de indicaciones. Y además se abrió una línea discontinua en un extremo, con ceda el paso incluido, para posibilitar la incorporación a la calle Marmaria:
De modo que nos encontramos con que en medio de la plaza hay un espacio indefinido, que no es mediana, al cual se puede acceder por una línea discontinua y, por tanto, en el que se puede estacionar con todas las de la ley. No digo que se pueda parar un par de minutos, sino que podríamos tener ahí nuestro coche aparcado un día entero si quisiéramos, como cualquier otro lugar acondicionado para el estacionamiento.
Hasta aquí todo bien, y de hecho podemos ver que medio pueblo aparca en ese espacio por más o menos tiempo, que si paro un momento en el quiosco, que voy un rato al bar o simplemente que estaciono porque me da la gana. No podemos decir que el espacio no esté señalizado: está de hecho habilitado como aparcamiento al no existir señalización contraria, y puesto que el Reglamento General de Circulación aclara que no es una mediana.
¡Pero ay cuando buscamos problemas donde no los hay! Hete aquí que en un momento dado nuestra corporación indicó a la policía local que debían multar, a veces y según criterios personales o meteorológicos o aleatorios, a aquellos que aparcasen en ese espacio central de la plaza. Durante un tiempo pensé que no era cierto. Cuando me contaron algún caso pensé que rectificarían o se encontrarían con denuncias de los vecinos. Y después me pasó a mí mismo.
Mi caso particular se puede resumir en breves líneas, aunque hayan sido muchos los meses en que han tratado de tensarme las cuerdas, para luego agachar la cabeza y darme la razón: aparqué una noche en el espacio susodicho, la policía local me colocó una multa, los llamé y parlamentamos, me instaron a dirigir una alegación al alcalde explicando los motivos de su supuesto error, lo hice. Me quisieron cobrar 100 euros, y cuando el alcalde rechazó mi alegación la cantidad ascendió a 200 euros. Me entrevisté con la cabeza del Ayuntamiento, el alcalde, y pareció no entender que hay leyes que un alcalde no puede interpretar a su manera, sino solamente hacer cumplir. Me molestaron un poquito y después se achantaron, mientras me obligaban a tomar pruebas de lo que todo el mundo sabe: que todo dios aparca en ese espacio, incluidos los vehículos del Ayuntamiento, de la policía, o de los miembros de la corporación, como mi inquisición pormenorizada pudo comprobar.
De modo que me encontré en ese frío espacio que llaman silencio administrativo: nunca me retiraron la multa, pero nunca me cobraron los 200 euros. Me dieron, digamos, una razón silenciosa. (Lástima de aquellas víctimas aleatorias que se creyeron bien multadas y abonaron sus 100 euros por hacer algo que todo el mundo hacía, y que hacía bien. Allá cada cual con aquello en que emplee su dinero). Pero mi resistencia cívica no fue sino una victoria pírrica, pues mi principal objetivo no ha sido aún cumplido: aún no hay señales que regulen correctamente el tráfico y el estacionamiento en la Plaza del Azafranal.
Desde hace más o menos un año nuestro alcalde tomó una decisión sobre el asunto: quitarse de líos y permitir que aparque libremente todo el mundo. (Ignoro si ha devuelto el importe abonado por todos aquellos que fueron multados ilegalmente). Pero a estas alturas nuestro alcalde debe entender bien el asunto: los vecinos de Membrilla tenemos derecho a que nuestra plaza esté señalizada y, sobre todo, tenemos derecho a ser tratados todos por igual. Si se puede aparcar, se puede. Si no se puede, no se puede. Pero no vale multar a inocentes a sabiendas de que se está actuando mal, y luego ir quitando multas o no cobrándolas, a unos sí y a otros no. Eso está muy feo para un gobernante, y además tiene nombre donde corresponde.
El mástil de la esquina del casino sigue desnudo, pero estoy convencido que por poco tiempo. El señor alcalde se va a parar a pensarlo, e incluso va a escuchar los consejos de sus vecinos, y no se va a obstinar más tiempo en no poner señales en la plaza. Aquí hay un vecino que no le sugiere, sino que le exige que las coloque. Y tan pronto como se va el humo cuando se abre una ventana.