De poetas y locos todos tenemos un poco

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Cada año, el 21 de marzo, la UNESCO celebra el Día Mundial de la Poesía. Esta decisión fue adoptada durante la 30ª reunión de la UNESCO celebrada en París en 1999, con el objetivo, entre otros, de sostener la diversidad de los idiomas a través de la expresión poética.

En los tiempos en los que en las aldeas o pueblos pequeños no se compraban libros porque no llegaba el dinero o la alfabetización o los propios libros no llegaban, era la transmisión oral la forma de dar a conocer la poesía.

Las coplas de ciego, por ejemplo. Historias que un ciego iba contando y cantando por los pueblos acompañado, casi siempre, de un pícaro lazarillo. Coplas que despertaban el interés de la gente que formaba corro en torno a ellos esperando oír relatos trágicos, pasionales, de engaños y desengaños, de mentiras y verdades que, en algunos casos, se asemejaban a las historias de la vida de aquellos que las escuchaban para luego, a su vez, transmitirlas a sus hijos o nietos. Deformándose algunas con el traqueteo de la declamación, como en el juego aquel del teléfono roto.

Poemas de dudosa calidad que competían con la métrica precisa de los grandes. De los que han sido merecedores, o no, de llamarse poetas. Poesía al fin y al cabo, extraída de las entrañas de la tierra o de la brisa envolvente de una noche de verano o de la inmensidad del mar que a cualquiera puede golpearle en el pecho y arrancarle unos versos que, quizás, nunca escriba en un papel, o tal vez sí, aunque sea para luego romperlo. "De poetas y locos todos tenemos un poco", dice un dicho popular.

La poesía fluye de los enamoramientos, de las sonrisas de los niños y de las tristezas... la poesía nos exprime el alma sacándole el jugo a las palabras precisas y preciosas. Nos arranca lágrimas o escalofríos cuando leemos: "yo quiero ser llorando el hortelano/ de la tierra que ocupas y estercolas / compañero del alma, tan temprano... "

Los poetas han sido siempre la voz de la gente, tal vez algunos puedan parecernos desconocidos o ajenos, pero sus versos están más cerca de nosotros de lo que podemos imaginar. ¿Quién no ha deseado alguna vez escapar del "mundanal ruido"? ¿Quién no ha pensado en ocasiones que "cualquier tiempo pasado fue mejor"? ¿O quién no ha suspirado alguna vez "juventud, divino tesoro..." Estas frases se deben respectivamente a Fray Luis de León, a Jorge Manrique y a Rubén Darío. Recurrimos a estos versos porque han descrito del mejor modo posible lo que todos hemos pensado alguna vez. Gran parte de la emoción que nace de la lectura de la poesía, es el reconocimiento de nuestros propios sentimientos en palabras ajenas.

Y de la mano de los grandes, estamos los otros, los que solo sabemos escribir lo que nos inspira un sentimiento que nos abrasa por dentro y nos recorre la espina dorsal. Y lo hacemos a riesgo de que salga un ripio, pero el hecho mismo de bregar con las palabras que pelean por salir al exterior dejando el alma al aire, ya nos da sosiego. Y hasta nos atrevemos a contestarle a un poeta:

 

CUESTIONES FÚNEBRES


 

¿Quién regará mis huesos con su llanto?
¿Quién tocará mi pelo, seco y rubio?
¿Quién irá a ver caer las paletadas
sobre mi caja de tercera?
¿Quién de vosotros cantará mis líneas?
¿Quién por la noche me arderá una vela?
Quién pudiera saber con adelanto,
quién coserá mis senos entre tanto.


                        (Gloria Fuertes)


PARA GLORIA


  

Yo cantaré tus líneas, Gloria Fuertes
yo te arderé una vela
yo rezaré una oración en tu memoria
y regaré tu recuerdo con mi pena.
Con mis mañas de aprendiz de poeta
te escribiré unas letras
y te seguiré escuchando, cuando yo quiera.
Entre tus versos buscaré tu rastro
para llenarme poco a poco de tu esencia.
Me acurruco en tu entraña
¿me das cobijo?
yo también soy huérfana de estilo fijo.
Hoy rezaré por ti y por mí
espero que con tu llama
me alumbres al escribir.


           Alicia Jiménez Muñoz


Felicidades a todos los que alguna vez les ha llegado al alma una poesía.

 

 

 

 

 

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