El resultado de las elecciones municipales del 22 de mayo ofrece un nuevo reparto de concejales en nuestro parlamento local, el pleno. Siempre pensé que había margen para reflexionar y opinar sobre los asuntos municipales, y este nuevo escenario me sugiere una serie de reflexiones sobre el punto de partida de esta 9ª legislatura de la democracia en Membrilla.
Ya tuve la oportunidad de felicitar a Manuel Borja por su victoria como líder de la lista más votada y por la obtención de la, deseada por todos, mayoría absoluta con siete concejales que le permitirá gobernar “sin necesidad de llegar a acuerdos” con el resto de grupos políticos con representación en el Ayuntamiento. Situación esta (el uso y abuso de la mayoría absoluta) que dificulta seriamente cumplir con la promesa política de ser un Ayuntamiento de todos como se ha comprobado en esta legislatura que acaba. He aquí donde subyace uno de los más importantes asuntos (mayor incluso que el económico) con los que ha de enfrentarse el nuevo grupo mayoritario: la oportunidad de hacer realidad la regeneración de la vida política y social sin tener en cuenta la filiación o simpatía política a la hora de tomar decisiones sobre asuntos municipales. Por ejemplo, la mejora del funcionamiento de los consejos locales sectoriales es una buena oportunidad para incentivar la participación de todos. El reto es claro: ser el ayuntamiento de todos. Ser el alcalde de todos. Suerte.
Merece felicitación, desde luego, la obtención de un concejal por parte de Antonio Arroyo con el nuevo partido CCD que había despertado opiniones encontradas sobre la posibilidad de ser “la llave” de la gobernabilidad o ingobernabilidad municipal. No parece haber sido buena idea la propuesta de renuncia a la retribución si hubiera sido alcalde, porque no ha resultado creíble, para unos; y porque supone una desconsideración al derecho de retribución por todo trabajo realizado, para otros. Además, en mi opinión, ofrecía poca consistencia tanto en lo ideológico como en materia de gestión la formación de un grupo comprometido pocos meses antes de las elecciones a participar de una lista electoral. En cualquier caso, también supone una oportunidad para aportar sus iniciativas desde una posición de minoría.
El único candidato que, pese haber estado gobernando, ha perdido dos concejales y más de setecientos votos respecto a las elecciones de 2007 es Eugenio Elipe a la cabeza del PSOE. Más allá de la lectura en clave nacional, argumento que se utiliza en todas las derrotas socialistas de estas elecciones municipales y que no digo yo que no haya influido, existen otras claves que conviene no pasar por alto.
Un profundo y serio ejercicio de autocrítica permitiría al PSOE local situarse en el futuro con un mínimo de posibilidades de conseguir nuevamente la confianza de los membrillatos. La primera medida pasa por apartar a Eugenio Elipe del liderato del grupo hasta el punto de que es muy conveniente que no tome posesión de su acta de concejal en este nuevo periodo que se abre. Él no representa ninguna opción de futuro y durante su mandato ha quedado acreditada su incapacidad para dialogar y llegar a acuerdos incluso con entidades no políticas de la localidad. Sin hacer un balance en profundidad, tengo constancia de la división interna del grupo cuya principal consecuencia es la exclusión de Enrique Jiménez de la candidatura y que a todas luces también ha sido un factor determinante del resultado electoral.
Es justamente a favor de la pluralidad de ideas y la representación de la mayoría de opciones y sensibilidades por lo que el partido socialista debe regenerarse en profundidad y no conformarse con quienes lo han llevado a esta situación en el municipio.
Para terminar quiero expresar la idea de que no es suficiente cambiar si no supone mejorar. Espero que así sea.
Vicente Alumbreros