De primeras una confesión, exceptuando hacer el amor no hay nada que me guste más que ir al cine; y cuando digo ir al cine me refiero exactamente a eso, nada de cine en televisión y mucho menos si es cine pirateado o bajado de Internet, sino el hecho físico de trasladarse a una sala y ver la película en su formato y sonido original y a salvo de cortes publicitarios. Federico Fellini decía que cortar una película para emitir publicidad era como cortar una emoción. Imagino que todos estamos de acuerdo.
Hablando de emociones, nada como una película para ellas. En el tiempo que dura una película se puede pasar de reír a llorar, de sufrir por los avatares de un personaje a la felicidad más absoluta por un final feliz y a veces al desconcierto por un desenlace inesperado e incluso a no entender nada por un fin que los directores de cine llaman “abierto”.
Discrepo de los que llevan vaticinando la muerte del cine desde hace tiempo y aún estoy más en desacuerdo con los nostálgicos que sólo valoran las películas antiguas y desprecian el cine actual. Algunos piensan que el cine se acabó con John Ford, otros con el neorrealismo italiano o con la nouvelle vague francesa pero creo que esto, más que con la realidad, tiene que ver con la época que ellos dejaron de ir al cine. Todos los años se hacen un puñado de buenas películas y sólo hay que tener ganas de ir a verlas. Ahora mismo vengo de ver Io sono l’amore, una fantástica película italiana con un cierto sabor viscontiniano y están en cartelera películas tan diferentes y tan buenas como Celda 211 de Daniel Monzón o el escritor de Roman Polanski.
Para acabar, unas palabras sobre el maltratado cine español. Aquí hay directores y actores igual de buenos o de malos que en cualquier otra cinematografía. Sirvan de ejemplo Alejandro Amenabar o Javier Bardem. Ocurre que cometieron la tremenda osadí de oponerse a la guerra de Irak y desde entonces unos cuantos cavernícolas se la tienen jurada y además con una particularidad muy curiosa: los que atacan al cine español con o sin razón, siempre se llenan la boca con palabras como patriotismo, España y nación. Me temo que esta última a algunos les gustaría que se escribiera con Z.
He tomado el título de este artículo de una canción de Luis Eduardo Aute y acabaré con ella.
Cine, cine, cine
Más cine por favor
que todo en la vida es cine
y los sueños
cine son.