'Tierras raras' es la denominación bajo la que se conoce a un total de 17 elementos químicos de carácter metálico y utilizados para la fabricación de alta tecnología, que la empresa minera Quantum quiere localizar y explotar en el Campo de Montiel.
Recibió en principio luz verde del Gobierno regional, que publicó en julio de este año en el Diario Oficial que el plan de investigación solicitado por esta compañía no requerirá de Declaración de Impacto Ambiental. Los trabajos iniciales se desarrollarán en los términos municipales de Torrenueva, Torre de Juan Abad, Santa Cruz de Mudela y Valdepeñas.
El pasado 29 de diciembre, más de 200 vecinos de la comarca del Campo de Montiel, constituidos en asamblea ciudadana, decidieron crean una plataforma encargada de informar a los vecinos y preparar alegaciones al proyecto minero, debido a la falta de información recibida de sus Ayuntamientos.
La recién constituida Plataforma “SÍ a la Tierra Viva” está organizando una serie de charlas informativas por localidades de la provincia de Ciudad Real afectadas por la posible instalación de una mina de la que no existe ningún precedente en Europa.
Asamblea informativa en Castellar de Santiago
En la asamblea informativa celebrada el pasado viernes en Castellar de Santiago, el director general de Industria, José Luis Cabeza, se comprometió públicamente a que el Gobierno regional "asumirá" y "apoyará" la decisión de los vecinos sobre los proyectos mineros de extracción de monacita, denominados de tierras raras, que inicialmente afectan a las localidades ciudadrealeñas de Torre de Juan Abad y Torrenueva.
Luis Manuel Ginés, portavoz de la Plataforma organizadora, anunció que presentarán alegaciones al proyecto minero de la empresa Quantum Minería, que es la interesada en explotar los yacimientos y que también participó en la asamblea a través de tres representantes.
Ginés explicó que el director general de Industria defendió al principio de la asamblea el proyecto de la empresa y calificó de “irrisorio” los más de 300.000 metros cúbicos anuales precisos para la extracción de monacita, uno de los elementos químicos metálicos usados en la fabricación de alta tecnología, y que equivalen al consumo anual de una población de más de 10.000 habitantes.
Sin embargo, al final, Cabezas reconoció que la “elevada” cantidad de agua que se extraería del pantano de La Cabezuela haría peligrar el futuro agrícola y de la industria transformadora de la Comarca de Campo de Montiel, que se abastece de este pantano, agregó Ginés, quien defendió el valor del agua para la economía y supervivencia de una comarca tan deprimida.
“La empresa dijo que se crearían 99 puestos de trabajo fijos, de los cuales los técnicos y los ingenieros los podrían ellos y el resto serían subcontratados, pero no ha garantizado qué va a ser de esta zona”, concretó el portavoz de la Plataforma, para quien el riesgo que deben asumir los ciudadanos, de contaminación radiactiva del suelo, de los acuíferos y del aire, es muy superior a las “bondades” de Quantum Minería. El procesamiento de monacita gris (que contiene entre un 6% y un 12% de uranio) y amarilla (un 25% por ciento de uranio) conlleva su posterior devolución al terreno y posible contaminación “radiactiva” del agua.
Aunque la empresa minera presentó a la Junta el pasado mes de noviembre el documento ambiental de inicio de la explotación, durante 10 años, de los yacimientos ‘Matamulas’, ‘Rematamulas I’ y ‘Rematamulas II’, que afectan a una superficie de 1.500 hectáreas, los proyectos de la empresa para la extracción de monacita en la provincia de Ciudad Real abarcan una superficie global de 26.000 hectáreas.
Quantum Minería ha presentado proyectos de investigación de tierras raras en las localidades ciudadrealeñas de Valdepeñas, Manzanares, Santa Cruz de Mudela, Membrilla, Moral de Calatrava, San Carlos del Valle, Alhambra y Navas de Estena.
‘Si a la Tierra Viva’ continuará convocado asambleas en las poblaciones afectadas para informar a los vecinos de la documentación recabada sobre estos proyectos mineros, concluyó José Luis Cabezas.
LAS TIERRAS RARAS
Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos, metales y metaloides (como el indio, praseodimio, itrio, terbio, gadolinio, galio, tantalio, etc.), que se caracterizan principalmente por su elevado número atómico y por las exóticas propiedades físicas y químicas que les confiere su compleja estructura orbital electrónica. A pesar de su nombre, no son tan poco frecuentes: la cantidad de tierras raras en la corteza terrestre es de varias partes por diez mil de la masa total de la misma, lo cual, aunque pequeño, no es despreciable. Sin embargo, los procesos geológicos, físicos y químicos que han tenido lugar en el planeta no han sido tan generosos con las tierras raras como lo han sido, por ejemplo, con el cobre, el aluminio o el carbón; pues si bien estos minerales han sufrido, en determinados lugares, procesos que han favorecido su concentración, las tierras raras se caracterizan por su alta dispersión. Se podría decir que más que tierras raras son tierras rarificadas. Aquí radica la primera dificultad de su explotación. La mayoría de las tierras raras eran prácticamente desconocidas hasta hace poco más de un siglo. Solamente cuando el extractivismo había explotado masivamente las minas de aluminio, hierro, cobre, etc. se pudo comprobar que en la ganga (la parte del mineral no aprovechable) había concentraciones apreciables de metaloides con propiedades curiosas. Por eso, hasta hace no muchos años la producción de tierras raras estaba vinculada a la extracción de otros minerales convencionales que eran los que daban sentido económico a la explotación. Ahora, con la explosión de sus aplicaciones en las tecnologías modernas (dispositivos móviles, ordenadores y también en tecnologías 'verdes' como paneles solares, coches híbridos o turbinas para energía eólica) se está comenzando a explotar depósitos de tierras raras. Para que la producción de tierras raras tenga sentido es fundamental que el precio de las mismas sea razonablemente módico pues si no, las tecnologías que se producen con ellas no son viables económicamente. Por ejemplo, en la pantalla táctil de los móviles se han tenido que usar unos pocos miligramos de indio y el corazón de la máquina contiene muchas otras tierras raras (praseodimio, itrio, terbio, gadolinio, galio, tantalio) y algunos otros materiales muy preciados (coltán, oro, plata...) Si las tierras raras y demás materiales del móvil se extrajesen con técnicas respetuosas con el medio ambiente, a los mineros que se dedican a su extracción se les pagase salarios dignos y los residuos de la producción se tratasen adecuadamente, su coste sería de unos cuantos miles de euros. Pero en el caso de la extracción de las tierras raras, debido a lo escaso de su concentración, se usan técnicas particularmente agresivas con el territorio (desmontado, talas, minas a cielo abierto...). Las condiciones laborales son particularmente nocivas, pues los depósitos de tierras raras suelen ir asociados a cantidades significativas de metales pesados y tóxicos, y a veces radioactivos. Las técnicas de separación del metal y residuos son especialmente dañinas ambientalmente, por ejemplo, debido al uso de balsas de lixiviados, donde miles de toneladas de mineral triturado se arrojan en una solución ácida o básica para recuperar el metal de interés, dejando tras de sí piscinas tóxicas enormes e irrecuperables, como la que reventó en Aznalcóllar. Antonio Turiel
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