SE VENDE (Abuela incluida), de Juanjo Salvatierra, es el título de la divertidísima obra que tuvimos la oportunidad de ver el pasado domingo 31 de marzo en Madrid. Organizaron el viaje el grupo de Cultura y Ocio Los Faranduleros, en una iniciativa interesante que nos acerca, a los amantes del teatro, a la escena profesional.
Aunque muchos pensamos que vivir en un pueblo es un lujo, viajar de vez en cuando a la gran ciudad es un placer. Y si este viaje es para ver una obra de teatro, el placer aumenta, y si en esa obra de teatro trabaja, entre otras, una excelente actriz, que además es paisana nuestra, pues ya la satisfacción se intensifica hasta el gozo de sentir que brilla con luz propia alguien “casi” nuestro.
Así se mostró Esperanza Elipe en escena y fuera de ella, cercana, como si fuera parte de los paisanos que la esperábamos, cuando terminó la comedia, en el rellano de los Teatros Luchana. Salió a saludarnos tan amable, como siempre que he tenido la oportunidad de coincidir con ella, atenta, prestándose a posar en cuantas fotos le solicitáramos. Probablemente estaría cansada, una obra de teatro no es solamente la hora y media que vemos representar, sino que lleva tras de sí un trabajo que no se ve, a menos que el espectador preste atención y observe detenidamente los detalles.
Detalles aparentemente sencillos que se mostraban en la escena, sin escenario, ya que la obra se representó en una sala de cine, convertida en teatro, de los antiguos Cines Luchana, en pleno barrio de Chamberí.
Un taquillón, un mueblecito auxiliar, dos sillas, tres lamparitas de mesa, un cartel de «Se Vende», una ventana que daba a la cocina y… un misterioso armario. Alrededor de este decorado cuatro mujeres, totalmente opuestas entre sí; el acertado vestuario de cada una definía su estatus, en apariencia, claro, porque a la vez que la obra avanzaba la desconfianza iba planeando por encima de cada personaje.
Enriqueta Carballeira se metía en la piel de la “indefensa” e inválida abuela Camila, Helena Lanza, en Celia, la “empalagosa” cuidadora inmigrante, Blanca Oteyza en el papel de Carol, la estilosa “súper woman”, y Esperanza Elipe encarnaba a Casilda la “pringada” agente inmobiliaria. Ninguno de estos adjetivos, que podrían definir a los personajes al inicio de la comedia, fue válido para mostrar la verdadera identidad de cada uno de ellos al finalizar la trama. Una trama que trató con humor la avaricia y la vacuidad, entre otros defectos, de gran parte de los humanos, cualquiera que sea su condición.
En definitiva, hora y media de buen teatro que se nos pasó volando, inmersos como estábamos en esta comedia divertida, fluida y casi trepidante, en algunos momentos, que nos hizo pasar una estupenda tarde de teatro en Madrid.
Alicia Jiménez Muñoz