El grupo de teatro Manantial, de la Asociación de Amas de Casa de Membrilla, destapó su lado más atrevido y descocado rescatando para la memoria una de aquellas pícaras revistas musicales nacidas en los tiempos de la República que sirvieron de sencillo entretenimiento a los españoles de principios del siglo pasado. Y esta vez, bajo la dirección de Norton Palacios.
Casi cien años después, y superadas las censuras obvias de la dictadura, Las de Villadiego se presentaron el pasado fin de semana en los escenarios de Membrilla para volver a su origen natural: divertir, sin más pretensiones; facilitar algo más de una hora de risas nacidas de los equívocos hilvanados en la trama, sin complicaciones, sin filosofías baratas, sin malos rollos y, sobre todo, sin complejos.
Valientes como siempre; picantonas como nunca, el elenco de actrices de Manantial destaparon, -literalmente-, su lado más femenino en el papel de las mujeres de Villadiego, separadas de sus hombres por un litigio político en torno al voto femenino que trazó una línea divisoria marcada por el orgullo y desdibujada por el mutuo e imperante deseo carnal.
Antonia Quiñones, Leonor Díaz, Ascen Moreno, las hermanas Basi, Pilar y Ana Fernández, Toñi Moreno, Ascensión Núñez y Tomy Camacho, reivindicaron sobre las tablas no sólo el voto femenino, sino su derecho a ser Amas de Casa comprometidas, divertidas, trabajadoras, amantes y amadas, responsables, locas, y, por encima de todo, mujeres LIBRES.
La particular adaptación de la obra, realizada por Amalia Aparicio y Ana Fernández en función de la disposición de actores, volcó el libreto de la revista a la participación de las mujeres, limitando el elenco masculino original a las hilarantes figuras de Cabrales (Pepe Atochero) y Genovevo (Gaspar Fernández), únicos representantes de los machos de Valdeperales en la obra.
Tres días de lleno en la Casa de Cultura; tres días de humor sensual y de cómicos enredos salpicados de números musicales de revista, cientos de equívocos y muchos destapes de los de entonces que siguen provocando la carcajada ahora, pese al tiempo y los avances sociales. Los aplausos, también muchos: No había otro modo de agradecer el trabajo y la entrega de estos actores aficionados que nos regalan tanto en cada representación.
Fdez. Megías