Alfonso Villalta Espinar, presidente de la Hermandad de Ntra. Sra. de la Soledad y Stma. Virgen de la Esperanza, fue el encargado de realizar el LIII Pregón de Semana Santa de Membrilla en un acto celebrado el pasado sábado en la Casa de Cultura. Un pregón serio y comprometido, en el que el pregonero dejó patente su sólida formación cristiana y cofrade bajo un único hilo conductor: emoción y pasión por la figura de la Virgen María.
Siguiendo la estela establecida en la pasada edición por la nueva Junta de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, los jóvenes confirmados de la parroquia tomaron las riendas del acto, ejerciendo como presentadores Romualdo Alumbreros y Alicia Jiménez.
Abrió el turno de intervenciones Pedro Bellón, presidente de la Junta de Hermandades, que subrayó la enorme implicación de Membrilla en su Semana Santa, destacando el merecido reconocimiento a todos los vecinos que colaboran de un modo u otro en la preparación de la fiesta grande de los cristianos: Desde la participación personal e intimista en las celebraciones litúrgicas en el templo hasta el trabajo cofrade en el seno de las hermandades y agrupaciones musicales, dando forma a la devoción más popular que se vive en la calle. Durante el inicio de su intervención, estuvo acompañado al saxofón por Marta Maroto.
Miguel Ángel Bellón Álvarez, pregonero de la Semana Santa 2015, fue el encargado de presentar a Alfonso Villalta. Miguel Ángel destacó en su semblanza el profundo sentido cristiano que ha acompañado al pregonero en las diferentes etapas de su vida, viviendo su fe con intensidad, implicándose en la vida parroquial de cada uno de los lugares que han marcado su vida tanto por estudios como por trabajo, desde Albacete hasta diferentes puntos de Toledo. Y sobre todo, su trabajo al frente de la hermandad que preside en Membrilla y en nuestra Semana Santa.
Alfonso Villalta, gran conocedor de la vida cofrade local desde la infancia, quiso hacer al público el regalo de su propio descubrimiento de la figura de María. Todo desde la mirada limpia de un niño que, aún consciente de la importancia de la imagen de Jesús en los episodios de la Pasión, supo descubrir, en un rincón del Camino de la Amargura, la figura doliente y callada de la Madre y su relevante significado. Un descubrimiento que guió sus pasos hasta convertirse en un verdadero enamorado de María en su Soledad, en un camino firme que le ha llevado en su madurez incluso hasta la presidencia de la hermandad de su advocación.
Quedó patente en su intervención su clara apuesta por la recuperación y el mantenimiento de las tradiciones, poniendo en valor la historia y las costumbres heredadas. Una historia que en el caso de la Soledad está íntimamente vinculada al pregonero, pues siempre ha habido un familiar directo (padre, abuelo, bisabuelo…) en la Junta Directiva de la Hermandad desde hace al menos doscientos años, aunque se intuye que más. Pero también quedó clara su apuesta por la adaptación a los nuevos tiempos y usos, implicándose personalmente en la renovación de su hermandad. El último ejemplo, el paso a costal de su Virgen de la Esperanza, que él mismo lleva sobre sus hombros bajo las trabajaderas.
Pero sobre todo, destacó su firme sentimiento cristiano por encima de fervores vacíos, recordando a los presentes la importancia de la fe y la devoción personal por encima de la imagen y del adorno, elementos materiales siempre sustituibles. Emocionado durante toda su intervención, incluso omitiendo algunas referencias que podrían impedirle seguir hablando, cerró su pregón con una firme ráfaga de intenciones y sentimientos que rubricaron su pasión por María y su firme apuesta por la Semana Santa de Membrilla.
La Banda de Cornetas y Tambores Jesús Nazareno fue la encargada de abrir y cerrar musicalmente la LIII edición del Pregón, ofreciendo al público una selección de marchas con las que acompañan a sus imágenes, -el titular Jesús Nazareno, María Magdalena y Cristo de la Agonía-, en las estaciones de penitencia del Viernes Santo por las calles de Membrilla. La Marcha Real, con el público puesto en pie, dio fin a una velada que se vio sorprendida a la salida por la lluvia torrencial que había estado acompañando en el exterior el desarrollo del acto.
