La Peña Cultural Flamenca de Membrilla “Julián Estrada”, volvió el sábado pasado a repetir en la Casa de Cultura la receta de programar un cartel con tres artistas reconocidos (dos cantaores y una cantaora) sin más nexo en común que el de compartir dedicación al mismo arte. Sea justo empezar la crónica con ésta fórmula festivalera y disfrutar del estilo propio de cada uno, con Julián Estrada, Rocío Luna y Roque Barato.
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El festival se dividió en dos bloques. La primera parte como viene siendo habitual con dos rondas de saetas para pasar a la segunda con lo mejor del arte flamenco.
Abrió el festival Julián Estrada, con una saeta por seguiriyas con cambio martinete y en su segunda interpretó la saeta del poema de Machado popularizada por Juan Manuel Serrat, que cantada por Julián Estrada acompañado a la guitarra por Jesús Zárrias hizo que el público se emocionara. A continuación, lo hizo Rocío Luna cantando con la solemnidad que dicho cante requiere y para cerrar lo hizo Roque Barato, con letras dedicadas a Membrilla arrancando los aplausos del público.
Tras un muy breve descanso, sobre el escenario apareció el mejor flamenco de la mano de los cantaores/as, acompañados a la guitarra por Jesús Zárrias que demostró su gran capacidad, haciendo gala de su profesionalidad y conocedor del cante.
En primer lugar, actuó Roque Barato “El Torres”, un cantaor serio y completo que empezó cantando Soleá con los matices propios de este palo, y no digamos en la granaína y media, donde su voz de metales y de admirable afinación, parece la séptima cuerda de la guitarra de Jesús Zárrias, cerrando con una ronda de fandangos de Huelva y varios estilos. En ambas interpretaciones demostró gran dominio de los palos, con una puesta en escena muy flamenca, por su buen hacer, por su afición apasionada y por su bonancible personalidad, se mire por donde se mire.
La cordobesa Rocío Luna se presentó con unos tangos, cambió totalmente de ritmo y estilo para continuar por granaina y media dedicada a todas las madres, y se despidió con una tanda de fandangos muy variados y de gustos personales. En ambas interpretaciones demostró tener un conocimiento profundo del cante jondo y que tiene una perfecta modulación, un buen manejo de los registros y una buena distribución del diafragma. No cabe duda que Rocío pese a su juventud está destinada a hacer cosas importantes en el flamenco. Su cante es absolutamente limpio en su justa medida.
En tercer y último lugar salió Julián Estrada, interpretando una malagueña de la Trini, jabegote y verdial, bien marcada con lo matices propios sobrado de facultades, después cantó por alegrías con mucho gusto para pasar a interpretar unos tangos lentos, que suponen un doble homenaje: por un lado, al Chino de Málaga, cantando unas letras que hacía el Chino por bulerías en homenaje a Andalucía, y por otro a Jiménez Rejano, cuyas bulerías dedicadas al Río Guadalquivir adapta Julián al ritmo de estos tangos que te enganchan con su cadencia y su elegancia, rematando con una ronda de fandangos. Todo además con el excelente compás de Los Mellis (palmeros).
Como final del festival hicieron un cierre por bulerías dejando un buen sabor de boca e incluso Rocío Luna se marcó unas pataditas. Aplausos de despedida prolongados con una comunicación del público absoluta.
Y como siempre reiterar el comportamiento del público con su silencio y saber estar en este tipo de eventos, y que los cantaores lo valoran mucho.
Agradecer la colaboración de Antonio Arroyo Villa, el que entre presentación y presentación nos ilustró con detalles históricos sobre la saeta, el cante jondo y la guitarra flamenca.
Me quiero despedir con este poema dedicado a Julián Estrada:
El cante tiene grandeza
en la voz de su cantaor,
el maestro Julián estrada
lo canta con fiel devoción
para todos sus discípulos
que es su mejor afición.
