Visitando la Exposición del escultor Juan Antonio Giraldo
Museo de Arte Contemporáneo “El Mercado”
Villanueva de los Infantes
Asistió al Encuentro Oretania de Poetas en la Casa-Museo de Quevedo en Torre de Juan Abad el pasado 21 de noviembre, y cuando bajé del escenario me saludó y me convocó a su exposición. Allí fuimos dos semanas después mi marido y yo.
En la entrada, en frente, un mural con su rostro de mirada directa, suficiente y tranquila detrás de unas livianas gafas sin montura, con desaliñada barba, mediana melena abandonada y asomo en el rictus de la boca de espíritu trabajado y feliz: el aspecto del artista. Foto en blanco y negro de matices también artísticos.
Subida de escalera a la derecha. Arriba, en el rellano, manojos de gavillas suspendidas contra la pared en guiño de aprecio a sus viejos paisanos agricultores. Juan Antonio Giraldo nació en Villanueva de los Infantes en 1937. Puerta de entrada a la izquierda.
Apertura a la amplia exposición de varias galerías, con mostrador de información, primero, a la izquierda. Recogida de folletos o catálogo. Paseo tranquilo, guiado por el escultor. Explicación de obras de arte y de detalles de estilo, materiales, fases de composición, momentos o motivos de la creación… Esculturas y pinturas con sentido, homenaje o símbolo a personajes de la historia o lugares paisajísticos. Un detalle reciente, al comienzo, de pequeño homenaje a Francia tras el atentado terrorista de París a mediados del mes. Sorprendente. Giraldo es artista nato, enamorado de su obra, con estima convencida de su arte después de décadas.
Ya sería artista, quizás sin percatarse, cuando entre los cinco y los catorce años de edad vivió con su familia en Membrilla, llegados de su población de nacimiento, para que su padre desarrollara el cargo de casero en la Casa de la Obra. Era este un palacete de estilo italiano y dependencias de bodegas, eras, graneros y jardines propiedad de Battistini, el gran tenor de fama mundial que se casó con Dolores Figueroa, cuya familia se afincó en la segunda mitad del siglo XIX en esta localidad tras comprar extensiones de tierras procedentes de la desamortización de Madoz; bella casa, decorada con frescos policromados, de esa burguesía terrateniente que se desarrolló en la España de la Restauración borbónica.
Nacido en plena guerra civil y con el padre en el frente, Giraldo nos recuerda su infancia de pobreza desde su población de origen y los años vividos en Membrilla. Nos recuerda anécdotas, artimañas de su padre para sobrevivir en una casa de hectáreas con graneros, en época de recolección a rebosar… Iba a las escuelas de San Miguel y en Membrilla nacieron sus dos hermanos, Tomasi y Lorenzo.
Tras después de unos siete años dejar su padre el trabajo de casero, pusieron una frutería en Membrilla. Así sobrevivieron otro par de años. Nos recuerda el puesto que ponían cada día de mercado en la plaza, los desplazamientos por las calles con el carrillo. Conoce a cada familia y cada rincón de la población. En 1951 se marcharon a vivir a Manzanares, la localidad vecina. Aquí empezó a asistir a clases de pintura en el estudio del pintor Antonio Iniesta, momento en que se despierta su vocación de artista. Comienza su carrera de creador y expone, solo o con el también artista manzanreño, nos recuerda, Antonio López de los Mozos.
De este periodo entre Membrilla y Manzanares trae a la conversación, también, entre muchas otras cosas, el celebrado momento en que se rodó en Membrilla la película La venganza, en junio de 1958, dirigida por José Antonio Bardén, donde el pueblo, y también el vecino Manzanares, tuvieron la ocasión de ver en persona a la belleza de nuestro cine de entonces, la jovencita Carmen Sevilla. La actriz, única mujer en el reparto, era la más deseada de ver por el pueblo entre el elenco de actores, entre los que estaban Faf Vallone y Jorge Mistral, también dos bellezas masculinas, y el entonces joven y después tan longevo y fecundo en la profesión Manuel Alexandre. Nos dice nuestro artista y guía cómo quiso hacerse una foto con la actriz, “la señorita Sevilla”, como la llamaban el director y los técnicos de rodaje, y, pelín coqueta y caprichosa, quizás también preservando sus derechos de imagen, la guapa se tapó la cara diciendo que no quería fotos. Giraldo conserva la foto.
Yo, le recuerdo a Juan Antonio cómo también, subida para ese momento sobre los hombros de mi padre, en mi memoria tengo a la bonita artista situada frente a la Torre del Reloj en un descanso del rodaje rodeada de una multitud de paisanos, con un pañuelo de lunares a la cabeza. Y cómo después, de la mano de mi madre de regreso a casa, nos cruzamos con el impactante Jorge Mistral en la acera de la calle de la Botica. Este actor, como sabemos, tuvo pocos años después un prematuro trágico final.
Continuamos Giraldo, mi marido y yo la visita por la exposición infanteña entre una abundante charla que desempolvó muchos recuerdos más de aquel tiempo tan lejano y la visualización de sus piezas escultóricas, sus pinturas de dos épocas diferenciadas, nos advierte: la de influencia de Iniesta y la posterior personal, serigrafías, colages, maquetas escultóricas como la de Don Quijote y Sancho Panza expuestas en la plaza de Villanueva de los Infantes; fotografías trabajando en sus diferentes talleres, de su familia, con personajes u otros amigos artistas o recogiendo galardones; bosquejos y figuras de prueba de sus múltiples vidrieras que a lo grande decoran interiores de numerosos edificios, sobre todo en las Palmas de Gran Canaria; y sala dedicada, definitivamente, a sus paisanos.
Tras ganar en 1963 el Premio de Dibujo de Artes Plásticas de Valdepeñas, Giraldo viajó a París y se interesó por la escultura. Empezó así su fecunda carrera también en esta disciplina. Vivió durante el año 1967 en la ciudad holandesa de Haarlem, expone en la II y III Bienal de Zaragoza y en 1968 fija su residencia en Las Palmas de Gran Canaria. Exposiciones individuales y colectivas desde numerosas ciudades españolas peninsulares, como Madrid, Barcelona, Ciudad Real, Segovia, Almagro, o insulares de Lanzarote, Tenerife, Gran Canaria y alejadas como Chicago, Nueva York, Chartre, Estocolmo o en Japón; encargos, distinciones… Creación a tope. Admiración a tope. Obra abundante y de prestigio. Juan Antonio Giraldo se convierte, desde su paso en la adolescencia por un pequeño taller, en el pueblo donde la familia va sacudiéndose las carencias de la dura época de España, de artista aficionado a escultor, pintor y vidrierista de referencia internacional.
Juan Antonio Giraldo está casado con la finlandesa Eeva Alava y tiene dos hijas y varios nietos de belleza nórdica. Mantiene casas en Finlandia, Las Palmas de Gran Canaria y Villanueva de los Infantes, yendo de un lado a otro continuamente.
Es Premio de Bellas Artes de la Comunidad de Castilla-La Mancha, Académico numerario de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel, Sembrador por la revista Siembra de Manzanares, Premio Gran Canaria de Escultura, Hijo Predilecto de Villanueva de los Infantes, tiene una calle dedicada en Manzanares.
Pero se queja, Giraldo, en este momento, del poco caso que le hacen los gobernantes de Manzanares, no prestando el suficiente interés a su oferta de obsequio de muchas de sus maquetas o esculturas, con la realización de un correspondiente catálogo, para que se conserven dignamente y de forma permanente en un museo de esta población ciudadrealeña. Opino que todo llevará su tiempo.
Terminamos nuestro encuentro en la exposición del Museo de Arte Contemporáneo de Villanueva de los Infantes con gratitud y buenas vibraciones, en una mañana de sábado de este cálido otoño de 2015, cuando, acordada ésta para dos años que finalizan, y con fecha inmediata para viajar la colección a Canarias para otra exposición, Giraldo se dispone a retirarla el próximo día 20 de las dependencias museísticas municipales.
Si la han visitado seguro que, como nosotros, habrán podido sorprenderse.
Isabel Villalta