La Asociación Musical Maestro Emilio Cano celebró el pasado sábado la fiesta de Santa Cecilia, patrona de los músicos, y quiso hacerlo no sólo rindiendo un extraordinario homenaje a la música a través de un repertorio muy cuidado y repleto de obras que no se habían interpretado sobre los escenarios de Membrilla, sino también reivindicando los cimientos mismos de todo ello: la importancia de las enseñanzas musicales y la necesidad de un mayor apoyo, en todos los niveles, por parte de las administraciones. Y así lo dejaron patente tanto Félix Árias, presidente de la agrupación, como los directores y solistas invitados.
La música es una de las expresiones artísticas más ricas y uno de los elementos más importantes dentro de la concepción sensorial del ser humano. Y en una sociedad marcada por los recortes y las prioridades, -muchas veces políticas-, se está olvidando lo necesaria que es la educación musical, sobre todo en las primeras etapas y en la juventud, como un recurso más en la formación integral de la persona. Numerosos estudios demuestran que la música ayuda a formar múltiples habilidades en el individuo, desde las básicas de lectura y lenguaje hasta conceptos matemáticos, de orden, de memoria e imaginación… Y lo que es más importante: la música como elemento determinante en la gestación de la inteligencia emocional.
Sobre esta base construyeron los músicos de la Asociación Musical Maestro Emilio Cano su particular regalo a los asistentes, con una primera parte dirigida por Rafael Ramírez en la que se interpretó la marcha Caballeros de Navarra, de Ignacio Sánchez Navarro, preludio a la magia vivida en el Bosque de Ferrer Ferrán de la mano del solista Jesús Jiménez Medina, profesor superior de oboe en el Conservatorio Profesional de Música "María de Molina" de Úbeda. El músico jienense interpretó con su oboe El bosque mágico acompañado de la banda local, trasladando al auditorio al mundo mitológico de los elfos, las hadas y los gnomos en tres movimientos de impecable factura.
La agrupación musical contó como director invitado con José Manuel García Pozuelo, clarinete concertista, docente y en la actualidad también estudiante de dirección de orquesta en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Bajo la batuta de García Pozuelo, la Ammec desarrolló una segunda parte iniciada con la suite para banda English Folk Songs Suite, de Ralph Vaugham Williams.
De nuevo volvieron a los escenarios de Membrilla las extraordinarias voces de Agustín Sánchez, tenor, y María del Carmen Rodríguez, soprano, para ofrecernos una selección de la zarzuela La tabernera del puerto, de Sorozábal y regalarnos un bis soberbio, trocados en Felipe y Maripepa, de La Revoltosa de Chapí, dirigidos esta vez por Gustavo Ramírez.
El concierto se completó con dos piezas que trasladaron el concierto al continente americano: Huapango, de José Moncayo, una obra sinfónica de ritmos ricos y coloristas inspirados por las danzas típicas del estado mexicano de Veracruz; y, desde las calles de Nueva York, un guiño al público en forma de Mambo extraído del musical de Bernstein West Side Story.
