Morales Elipe exhibirá en esta ocasión una veintena de sus últimas obras, de muy diferentes formatos, que siguen la línea de su última exposición individual La ceniza y el cristal. No obstante, según puntualiza el propio artista, «aunque no hay cambios sustanciales, sí se puede apreciar en estos cuadros una cierta incidencia en las dos vías abiertas en aquella exposición de 2007». Así, por un lado Morales indaga en sus últimos trabajos en cuestiones pictóricas más ambiguas, menos definidas y «más líquidas» con referencias vinculadas al género del paisaje, mientras que por otro lado también hace hincapié en una línea más estricta e incisiva, y más cercana al ámbito del dibujo en torno a una gradación del color que va del negro al blanco.
De tal modo, su obra refleja una especie de juego de vaivén hacia una u otra vía, de ahí que haya cuadros con una apariencia visual más etérea y otros más precisos, «pero que en esencia también participan de la misma idea de ambigüedad, de inconclusión», cuyo resultado es el movimiento de sus elementos, a punto de reconstruirse o deshacerse en función de la propia mirada del espectador.
En definitiva, la obra de Pedro Morales deja entrever un proceso de transformación entre la figuración y la abstracción, entre lo que fue y puede ser en un mundo donde lo realidad se diluye en pos de innumerables posibilidades, y en el que lo único real es el movimiento dejando patente los versos de Heráclito: «Todo fluye, nada es».
Como decía Guillermo Solana, conservador Jefe del Museo Thyssen-Bornemitza de Madrid, sobre la obra de Morales: «Sus elementos figurativos declaran, una y otra vez con la insistencia de una meditación obsesiva, la insubstancialidad de las cosas, esto es que todo lo que se pone ante nuestros ojos y al alcance de nuestra mano no es más que aire».
A s i m i smo, partiendo de la propia afirmación de Morales sobre la idea de que «la pintura aspira a hacer ver lo que no está presente», Solana explica la razón por la que este pintor se sumerge en lo oscuro, y que no es otra que «devolver a los objetos su condición fluctuante, revelando su levedad, trasladándose el problema de la pintura no a las cosas, sino a lo que hay entre ellas, al vínculo que las funda y las sostiene». Todo ello, para concluir que la pintura de Morales, en la misma frontera entre el objeto y la abstracción, «nos ofrece la carne de ese fantasma que son las apariencias». El resultado: «La movilidad del ahora, como algo que permanece y fluye a la vez. De ahí que «la ambigüedad esté presente en el conjunto de su obra».
UN NUEVO ESPACIO. Diecinueve galerías españolas presentarán sus propuestas en este joven espacio de Arco. Con un programa muy versátil, la creación actual de nuestro país será en esta segunda entrega la mejor representada en Arco40, reflejo del dinamismo que se desarrolla en la escena artística de distintos puntos de España.
De entre las galerías, destaca las propuestas de ADN que llegan desde Barcelona donde priman las investigaciones técnicas, visuales y sensoriales del objetivo de Concha Pérez, junto al arte desenfadado de Eugenio Merino.
Por su parte, con un estilo y personalidades muy definidas, los fotógrafos Carlos Cid, Julia Fullerton-Batten y Ellen Kooi presentan en la galería madrileña Cámara Oscura Galería de Arte la propuesta colectiva Building pictures Un ejemplo del dinamismo artístico descentralizado que se produce en nuestro país llega desde Murcia con Art Nueve, mientras Vigo presenta la sala Bacelos que aportará un interesante programa en el que se apuesta por las nuevas tendencias en el arte.
Ya desde la capital española llegan Casado Santapau, Raquel Ponce, Maisterravalbuena, Magda Belloti y Egam.
En el panorama internacional se encuentra en la escena británica las piezas de jóvenes artistas representados por dos galerías: Gimpel Fils y Alexia Goethe.
